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SUSCRIBITE Claro que no es sencillo moverse en la ciudad en auto ni a pie. Porque las calles están tan deterioradas que para unos y otros es casi un suplicio. Una muestra de ello es la calle José de la Iglesia, camino obligatorio para muchos cada día.
Los pozos dificultan el transitar de los autos y con eso se retarda al circulación. Es que cuando se esquiva uno, aparecen dos. Hay tramos más afectados que otros, como en la intersección de la calle Marconi, donde desemboca el nuevo puente.
La rotura del pavimento lleva tiempo y los arreglos son solo parches ante la situación. Con la época de lluvias, aquellos bacheos que intentaron disimular el pozo, desaparecen y otra vez a agudizar la capacidad de esquivarlos para cada automovilista. Y también para los peatones cuando deciden cruzar de vereda.
Los desniveles son otro dolor de cabeza. Mirar el piso para evitar tropezar dejó de ser una costumbre innecesaria para convertirse en imprescindible. Y para la gente mayor y con menos movildad, es aun más complicado desplazarse sin sufrir las consecuencias del estado lamentable de esa calle.
Las lluvias están llegando con más frecuencias y los arreglos momentáneos son solo por pocas horas. Pavimentar estas arterias desde cero es un pedido de los vecinos de la zona, que aseguran que el movimiento de autos y camiones aumento en los últimos y es una vía de entrada a la ciudad.
José de la Iglesia al 1500 en Cuyaya, una calle con un denominador común: los pozos. Un urgente plan de mejora en nuestras calles traerá un alivio para todos, y de paso, se logrará disminuir el riesgo de siniestros viales.
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