Increíble . 

Sufrió el ataque de una serpiente de cascabel, un oso, un tiburón y vivió para contarlo

Parece mentira, pero hay registros de todas las veces en las que estuvo al borde de la muerte.

Resulta difícil de creer que con sólo 20 años, Dylan McWilliams haya sido protagonista de tres ataques salvajes y haya podido sobrevivir para contarlo. Sin embargo la historia de este joven oriundo de Colorado, Estados Unidos, es cierta e incluso hay registros fotográficos que muestran las severas heridas que recibió en el último tiempo.

Durante los últimos dos años Dylan ha estado viajando por Estados Unidos y Canadá dando lecciones sobre métodos de supervivencia y lo cierto es que acumula bastante experiencia como para impartir este conocimiento.

Su primer ataque tuvo como protagonista a una serpiente de cascabel y ocurrió cuando tenía 17 mientras practicaba senderismo en el estado de Utah. “Estaba caminando, tropecé con algo, pensé que era un cactus, pero no pude ver nada. Luego vi que era una serpiente de cascabel enroscada”. Si bien sabía los riesgos que tiene la picadura de este reptil, pensó que había sido sólo una pequeña mordida que terminó siendo no siendo tan pequeña. Si bien el veneno no penetró demasiado, Dylan debió pasar dos semanas en su cama ya que presentó un cuadro de fiebre alta y diversas molestias en su cuerpo.

El segundo ataque ocurrió en julio del año pasado cuando se despertó con su cabeza metida dentro de la boca de un oso que pesaba unos 130 kilos. “Me desperté escuchando un fuerte crujido. Recuerdo mucho dolor y ser arrastrado por mi cabeza por un oso. Por un segundo pensé que era un sueño. No sabía qué estaba pasando” recuerda y agrega: “El oso negro me agarró por la parte posterior de la cabeza y yo comencé a luchar y pegarle en los ojos hasta que me dejó ir”. Sus amigos quisieron intervenir y ayudarlo pero antes de que lo hicieran el oso ya había abandonado a su presa.

Según relató el joven, las autoridades del parque encontraron al oso a la mañana siguiente del ataque y lo sacrificaron luego de confirmar que tenía su sangre en las garras.

El joven quedó sumamente malherido y debió recibir nueve puntos de sutura en la cabeza que le dejaron como recuerdo profundas cicatrices.

Su último ataque ocurrió mientras practiba bodyboard en el mar de Hawaii. “Vi al tiburón debajo de mí. Empecé a patearlo, sé que lo golpeé al menos una vez, y nadé hasta la orilla lo más rápido que pude”. En ese momento Dylan sintió dolor en una de sus piernas y cuando miró hacia atrás vio un rastro de sangre: “No sabía si había perdido la mitad de la pierna o qué” explica.

Los dientes del escualo, que estima medía unos 2 metros, quedaron clavados en una de sus piernas por lo que debió recibir siete puntos de sutura.

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