Seba, Rocío y Priscila, la música en la sangre

Todo comenzó una tarde en la que uno de los hermanos rompió la cuerda de su instrumento y para arreglar el instrumento se necesito una importante suma de dinero y continuar tocando.

Una cuerda para sus instrumentos, cuesta cerca de mil pesos, según precisaron los jóvenes. Por lo que mantener la práctica diaria, significa un presupuesto para la familia, que cuenta con un solo pilar económico.

La satisfacción es mutua, jujeños disfrutan de un espectáculo de nivel en las calles céntricas mientras que los jóvenes recaudan dinero para el mantenimiento de sus instrumentos y la subsistencia diaria.

Si bien, los primeros encuentros en las calles fueron “tímidos” , los comentarios de la gente los han animado a seguir tocando para y por los jujeños.

Mozart, Bach y demás obras clásicas son las elegidas para el repertorio de cada día.

Una vez más, estos jóvenes demuestran que si el espacio y los recursos son pocos,el sueño es grande. Hoy podemos disfrutar de ellos en nuestro centro, y quién sabe si el futuro los encuentra sobre un gran escenario como tanto lo anhelan.