El 93% de los reclutadores en consultoras de Recursos Humanos dicen que lo que se está buscando para puestos jerárquicos es la habilidad de poder pausar la acción y pensar. Se habla del critical thinking (pensamiento crítico) que impusieron líderes grosos como Mark Zuckerberg, Steve Jobs o Bill Gates con sus thinking weeks en las que invitaban a sus empleados a relajarse y pensar. Otros grandes promotores de esta movida son Michelle Obama con sus charlas inspiradoras o Jack Dorsey, fundador de Twitter, que dedica una media de 10 horas semanales a pensar. Con ese plan, cierran la puerta de la oficina y repasan sus últimas acciones tomando como base el cuestionamiento de las decisiones adoptadas y poniendo a prueba el nivel de importancia de las cosas.
Es así, cada puesto de trabajo requiere distintas competencias y acciones , y el critical thinking es una de las que, en mandos altos, debería tomar hasta el 20% del tiempo.
Lo que suele ocurrir sin que nos demos cuenta es que estamos viciadas por "pensamientos reflejos" y paulatinamente vamos perdiendo capacidad crítica si no desafiamos al cerebro. Pero el pensamiento que opera por detrás de la acción es el que puede hacer realmente la diferencia. Claro que, si nunca lo llevaste a cabo o lo hacés solo intuitivamente cuando la ocasión lo demanda, puede resultarte confuso el hecho de tomarte una hora por día a pensar, de bloquear una mañana en la agenda solo para planificar. Por eso, te damos algunas técnicas para que puedas implementarlo sin sentir que estás perdiendo el tiempo.
Podés empezar con un breve espacio diario para pensar la jornada, teniendo en cuenta todo lo que tenés que hacer y anotando qué objetivos deberías haber logrado al finalizar el día. Planificá cada una de las reuniones (la idea no es que una vez que estén reunidos cada uno se ponga a pensar en el momento) y, una vez finalizada y resueltas las cuestiones, analizá quiénes tienen que estar al tanto de lo que se decida, a qué objetivo mayor responde lo que se resuelva. Repasá mentalmente la reunión y pensá cómo podría haber resultado más productiva. Anotalo. Luego, subí la apuesta para poder planificar tu semana, tu mes y tu año en la empresa, y así poder tener materia prima para analizar el rumbo macro de las acciones.
MAPEÁ LOS PROYECTOS
Armate un panorama del presente. Analizá cómo está hoy tu área, pensá hacia dónde querés ir (sea con el rumbo de la empresa, con un proyecto o con una situación personal) y dónde estás hoy con relación a ese escenario ideal. Sacalo de tu cabeza, armá cartulinas y post its con ideas. En un afiche grande, hacé dos columnas separadas: en la izquierda, poné dónde estás, y en la derecha, a dónde querés llegar. Pensá cómo dar el paso que te lleve de un lado a otro. Para eso, hacete estas preguntas: ¿qué quiero mejorar? ¿Qué quiero conservar? ¿Qué quiero cambiar? ¿Qué dificultades me puedo llegar a encontrar? ¿Cómo sortearlas? Anota todo, releelo, analizalo, reescribilo. Siempre se puede mejorar.
SISTEMATIZÁ
Durante tres meses corridos, todos los días, dedicate 15 minutos al final del día y anotá pensamientos críticos recurrentes que hayas tenido durante toda la jornada. Categorizalos y priorizalos, descartando los que creas que no fueron productivos, y reordená la lista. Al lado de cada uno, escribí el antónimo, lo opuesto de cada pensamiento crítico. Observá tu estado emocional y detectá desde qué lado estás reaccionado (por ejemplo, si es desde tu lado emocional o racional). Registrá por lo menos tres acciones concretas para avanzar luego de haber puesto en perspectiva tu pensamiento crítico principal de la jornada. Agendá estas acciones y concluilas -o avanzá significativamente en ese rumbo- en las siguientes 48 horas.
APLICÁ LA REGLA 3 X 3 X 3
1. Conectate: tomate un tiempo de al menos media hora. Poné música tranquila y bajá la luz. Tomá conciencia de la respiración y observate de pies a cabeza, desde los dedos de las manos hasta los pies.
2. Visualizá: tratá de ver el problema a resolver en un cartel, imaginalo en detalle. Ponele colores, texturas, aromas, emociones. Hacé un borrador mental y cambiale la tonalidad, la textura, el aroma, por un panorama agradable y libre de obstáculos. Observate en esa situación y hacete estas preguntas: ¿cómo te sentís? ¿Cómo están tus músculos faciales? ¿Cómo podés evaluar esta experiencia? Tomá conciencia de tu participación en el problema que querés resolver. Escribí mentalmente tres formas positivas de abordarlo.
3. Registrá: abrí los ojos, mové el cuerpo suavemente y regresá al presente en tu entorno. Anotá las tres palabras en tamaño grande, separadas unas de otras. Desarrollá abajo las tres ideas principales que surgen ahora sobre cada punto de los escritos. Luego, de esas tres ideas que acaban de surgir, derivá otras tres ideas -enfocándote ahora en la implementación concreta del caso a resolver o llevar adelante-. Completá el ejercicio con la regla de 3 x 3 x 3 con cada una de las tres palabras que surgieron en tu visualización de mindfulness (mente plena, en presente).
4. Planificá: dedicate tiempo a releer el material y a ordenarlo en un plan concreto de tres próximos pasos globales inmediatos, tres a mediano plazo y tres a largo plazo (nuevamente, 3 x 3 x 3). Establecé fechas y un modo en que puedas medir el cumplimiento de las metas, tanto de tu parte como del equipo que necesita involucrarse. Pensate también en tu contexto.
VOLVETE PRESCINDIBLE EN EL DÍA A DÍA
Hay momentos en los que pasamos de ser útiles por lo meramente operativo a ser importantes en el plano estratégico. Es en esos momentos en los que debemos hacer especial énfasis en preparar este nuevo espacio, que demanda otras capacidades, y hacer también que eso sea entendido (y no malinterpretado) por el entorno. Y para poder ausentarte por momentos del día a día, lo ideal es que puedas generar un terreno en el que no seas imprescindible para resolver nimiedades. Creá espacios estratégicos de supervisión en los que puedas reunirte con los demás, con el objetivo de transmitirles el criterio para que se manejen sin vos. Prepará y hacé que todos vayan preparados a esa reunión, para que sea bien productiva. Aprovechá el tiempo, prestales toda tu atención. Desarrollar a tu gente y generarle empowerment va a hacer que puedas cerrar la puerta de tu oficina y ocuparte de lo que te concierne: pensar y planificar a futuro..
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