Eduardo llegó tarde, luego de visitar a una tía que está internada en estado delicado. Antes de acostarse, la fe los llevó a colocar una vela en el altar de la virgen para pedir por la salud de su ser querido, pero esa decisión desencadenó el incidente. Y en un abrir y cerrar de ojos, el miedo y la desesperación cambiaron su vida.
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La casa, construida en su mayoría de madera, es el hogar de la familia Sugrañez. Él, su esposa y sus tres hijos, gemelos de dos 3 años y un mayor de 5, dormían todos en la misma habitación, ya que por la tardanza de Eduardo, su esposa había decidido dormir todos juntos.
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Cerca de las dos de la mañana la mascota de la familia, una perra Golden, comenzó a ladrar y los despertó. Vieron un poco de humo que los asustó, pero cuando Eduardo salió de la habitación, encontró el peor de los escenarios: la casa ardía, con llamas que convirtieron a su hogar en una trampa, pero con una sola salida.
“El fuego entraba como lanzallamas. Cuando fui a abrir la puerta y el portón de rejas, no encontraba las llaves. Ahí decidí que quería vivir, me serené y saqué a todos”, contó Eduardo, todavía estremecido por la espeluznante experiencia.
La casa se había convertido en una bola de fuego, con llamas de 15 metros y una temperatura que superó los 1400 grados. “Fue un milagro, porque mi hijo generalmente duerme en la habitación del frente y hubiese sido imposible sacarlo si estaba allí”, dijo, y agregó que pudo sacar al perro, pero no a la otra mascota, un gato, que fue rescatado por los bomberos, pero que está internado en grave estado.
El fuego fue tan grande que tomó la casa aledaña, que es de sus padres. Las llamas quemaron la fachada y hasta una habitación. “A la perra que los salvó hay que hacerle un buen asado y darle los mejores cortes”, decía Marta, la madre de Eduardo. “Ahora habrá que empezar de cero de nuevo”, indicó y pidió que quien pueda, ayude con un camión, ya que el sábado se terminará de limpiar el terreno y hay que sacar los desperdicios.
En medio de tanta tristeza, la solidaridad de vecinos y amigos no se hizo esperar. Todos aportaron algo para paliar las pérdidas, que fueron totales. Los que quieran y puedan colaborar, pueden acercarse hasta la casa, en la calle Tero Tero 685 de Los Perales, o llamar al teléfono 154398821 para acercar su donación.
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