En un mundo donde nuestras acciones son constantemente observadas, la presión social puede hacer que dudemos de nuestra autenticidad. Ser auténtico nos libera, ya que al dejar de buscar validación externa, podemos conectarnos de manera más profunda con nosotros mismos y con los demás. Este proceso es clave para establecer relaciones genuinas, basadas en la vulnerabilidad y la honestidad.