Un borrador del trabajo manuscrito de Albert Einstein sobre la Teoría de la Relatividad general y que ofrece una rara visión del pensamiento del científico, se vendió este miércoles por 13 millones de dólares en París, Francia.
El manuscrito de Einstein fue subastado
El documento es un manuscrito de 54 páginas redactado en 1913 y 1914, en Zúrich (Suiza) por el famoso físico alemán y su colaborador y confidente, Michele Besso.
“Se trata, sin duda alguna, del manuscrito de Einstein más preciado jamás puesto a subasta”, señala la casa de remates Christie's en un comunicado.
Es gracias a este ingeniero suizo, explica Christie's, que “el manuscrito ha llegado, casi milagrosamente, hasta nosotros: Einstein probablemente no se habría preocupado de conservar lo que podía parecerle como un documento de trabajo”.
La casa de remates destacó que “los documentos manuscritos científicos de Einstein de ese periodo, y más generalmente, de antes de 1919, son extremadamente raros”.
Y agregaron que “como uno de los dos únicos manuscritos de trabajo que se conservan y que documentan la génesis de la teoría de la relatividad general, es un registro extraordinario del trabajo de Einstein y proporciona una fascinante visión de la mente del mayor científico del siglo 20”.
El otro documento conocido de ese periodo crucial en la investigación del físico, llamado Cuaderno de Zúrich (finales de 1912, principios de 1913) se encuentra en los archivos Einstein de la Universidad Hebraica de Jerusalén.
¿De qué trata el manuscrito subastado de Einstein?
Tras su teoría de la relatividad especial, que le llevó a demostrar en 1905 la fórmula “E=mc²”, Einstein empezó a trabajar, en 1912, en una teoría de la relatividad general.
Esta teoría de la gravitación, publicada finalmente en noviembre de 1915, revolucionó la comprensión del universo. Einstein murió en 1955 con 76 años y se convirtió en un símbolo del genio científico, así como en una figura pop, con la famosa foto de 1951 en la que sacaba la lengua.
A principios de 1913, tanto Einstein como Besso “empezaron a trabajar en uno de los problemas con los que la comunidad científica lleva décadas chocando: la anomalía de la órbita del planeta Mercurio”, recuerda Christie's. Ambos científicos resolvieron ese enigma.
Pero no lo hicieron en los cálculos de ese manuscrito, que incluyen “varios errores que pasaron desapercibidos”. Cuando Einstein los detectó, dejó de preocuparse por el manuscrito, que quedó en manos de Michele Besso.
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