No es sencillo transitar por el barrio. A cada paso se puede observar a chicos jugando con poco abrigo, en una época de intenso frio, imagen que golpea y lastima. Madres que cuidan a sus menores como pueden y padres que se las ingenian para sobrevivir. Casas precarias y escondidas entre los árboles y la basura, donde pocos se acuerdan para tender una mano.
Él es Gonzalo, tiene 16 años y todo muy claro: “necesitamos el arreglo de calles porque la lluvia las destruye. Acá nadie se acerca, estamos olvidados”, lamentó el joven. “De noche no podemos salir, hay muchos chicos tomando y drogándose y es peligroso” y cerró con un ruego “me gustaría que el barrio esté mejor. Acá se siente la pobreza y el hambre”, lamentó.
Adela es otra vecina del barrio con una visión particular. Los basurales son una gran preocupación “no hay camiones que recojan la basura y eso se ve. No entiendo por qué nadie se preocupa”, manifestó. El día a día se torna cada vez más complejo “yo tengo una pensión, pero no alcanza para mantener a los chicos”. Encima el frio de la época no ayuda “es muy complicado llevar a los chicos a la escuela. Me gustaría que alguien haga algo por el barrio, nos sentimos olvidados”, confió.
La Biblioteca del barrio cumple una función más amplia que la de ser un espacio de instrucción. Mara Liz Martínez, su principal referente, aseveró que “tenemos un comedor donde las madres cruzan el río para traer a los chicos, que está muy mal y tiene riesgos de todo tipo”.
Son más de 30 mujeres trabajando, siempre tratando de contener y paliar la situación. Las historias dramáticas se repiten, pero no doblegan el esfuerzo. Como el caso de Aidé Arias, oriunda de Paicone. Primero se acercaron sus hijos a la biblioteca y después ella, pero la vida se les complicó.
Uno de sus hijos, Ricardo, padece leucemia. Fue derivado al Hospital Garraham en Buenos Aires. La mamá lo acompañó y los chicos quedaron descuidados: “el papá se hace cargo, pero trabaja”, dijo Mara. “Nosotros ayudamos. Él volvió del Garraham, pero tuvo una recaída. Encima otro de los chicos tiene problemas de riñón, esta internado y la situación se complicó para la familia. Ellos viven en una casa muy precaria, por lo que Ricardo no puede volver a la casa por su tratamiento”, lamentó.
La Biblioteca trabaja a diario para seguir con el incansable trabajo de ayudar “nosotros nos sostenemos entre nosotros y contamos con la colaboración del Gobierno Nacional. Recibimos libros, computadoras y plata también. Además algunos amigos que también valoran nuestro trabajo”, argumentó y pidió por voluntarios “el recurso humano es un problema para nosotros en el barrio. Necesitamos médicos caminando los barrios, trabajadores sociales, psicólogos que nos ayuden”, culminó.
9 de Julio está mucho más cerca de lo que pensamos. Cerca de Campo Verde, un grupo de jujeños se siente postergado y olvidado por la sociedad. Todavía hay tiempo para trabajar por ellos y hacer, entre todos, un cambio que asegure futuro para muchos.
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