Brenda Agüero, la enfermera sentenciada a prisión perpetua por la muerte de cinco bebés y por intentar asesinar a otros ocho en el Hospital Neonatal de Córdoba, tiene 30 años. Celebró su cumpleaños tras las rejas este mes y, de no haber sido por la extensión de los alegatos en el juicio con jurado popular, habría recibido la condena el mismo 2 de junio.
Fue una alumna destacada en enfermería y actualmente cursa la carrera de abogacía desde el penal. Sin pareja, residía junto a su madre —que asistió a todas las jornadas del juicio oral iniciado en enero y a quien la acusada le dedicaba frecuentes miradas y sonrisas— y con sus dos hermanas menores en Río Ceballos, una localidad ubicada a unos 30 minutos de la ciudad de Córdoba.
Brenda Agüero se retiró de la sala de audiencias esposada y fue trasladada a la cárcel de Bouwer.
Allí ejercía su profesión hasta que se inició el proceso judicial. Sus padres están divorciados. Su padre, actualmente en Buenos Aires, mantiene un vínculo cercano con ella, y fue desde esa ciudad que la familia se trasladó años atrás a Córdoba.
Brenda Agüero cursó la carrera de enfermería en el Instituto San Nicolás, perteneciente al Sindicato de Empleados Públicos, y egresó con un buen desempeño académico. En 2018 consiguió empleo en el Sanatorio Allende, una clínica privada de prestigio en Córdoba.
Sin embargo, su verdadero anhelo —según declaró durante el juicio— era formar parte del equipo del Hospital Materno Neonatal. “Iba todas las semanas a dejar currículum”, relató. Y añadió: “Me costó muchísimo ingresar, recibí un montón de ‘no’ por todos lados. Era una catarata de no. Quería entrar”.
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Cuando estalló la polémica por los fallecimientos de cinco recién nacidos y los cuadros críticos que presentaron otros ocho, entre marzo y junio de 2022, Brenda Agüero llevaba casi dos años trabajando en el hospital público, bajo la órbita del gobierno provincial. Durante el transcurso de las indagaciones internas, fue forzada —al igual que varios compañeros de área— a utilizar la totalidad de sus días de licencia. Más tarde, quedó oficialmente eximida de concurrir a su puesto, lo que implicó que no debía reincorporarse a sus tareas.
Durante el juicio a la enfermera
El 19 de agosto de ese año, por disposición del fiscal a cargo, Raúl Garzón, Brenda Agüero fue arrestada en su domicilio. El primer día del juicio oral no logró contenerse: rompió en llanto al ver cómo los reporteros gráficos se acercaban para capturar su imagen. Al día siguiente, explicó su reacción como una consecuencia del asedio mediático. Esa misma idea la reiteró cada vez que declaró: sostuvo que los medios fabricaron el retrato de una asesina serial, una identidad que ella rechaza por completo.
Francisco Luperi, el ingeniero cordobés que destapó el caso del Hospital Neonatal de Córdoba.
Sus lágrimas solían aparecer al mencionar a su madre, con quien mantiene un fuerte lazo afectivo. En contraste, permaneció inmutable y sin expresión durante las declaraciones de las mujeres que perdieron a sus hijos, incluso cuando algunas la señalaron directamente desde el estrado.
Hasta cuando utilizó su derecho a hablar antes del veredicto, Brenda Agüero no evitó confrontar a las madres de las víctimas. “Me dolió un montón ver a las mamás sentadas con un papelito”, expresó, insinuando que sus testimonios habían sido preparados. “Vos decís ‘se te murió un hijo’, no sé por qué la necesidad de guionarlas. Perdón, pero me resultó muy chocante eso. Es algo que no me pasó nunca y espero nunca tener que vivirlo, pero todo el guion... no, no”, insistió.
Las familias de las víctimas del Hospital Neonatal de Córdoba.
Durante el juicio, que comenzó con cuatro audiencias semanales y luego se redujo a tres por semana, Agüero fue trasladada desde la cárcel de Bouwer para cada sesión. Escuchaba los testimonios sentada junto a su abogado, Gustavo Nievas, con quien intercambiaba palabras en voz baja y al que le pasaba notas, manteniéndose atenta a cada declaración.
Cada vez que se refirió a su intimidad, Brenda Agüero aclaró que jamás tuvo una relación sentimental, que su objetivo es graduarse como abogada y que en la cárcel dedica su tiempo libre a actividades como yoga, pilates y manualidades. Se considera una persona de fe y participa regularmente de las ceremonias religiosas en el penal de Bouwer. Para su cumpleaños, su familia organizó una misa en la parroquia Nuestra Señora de los Dolores, en Río Ceballos, con el propósito de “reflexionar, orar y pedir justicia” en su nombre.
Sus hermanas manifestaron públicamente que claman “justicia por esos bebés, por nuestra hermana y por la verdad ante todo. Somos personas trabajadoras, humildes pero honradas. Nosotros solo tenemos la educación de una mamá y un papá que nos enseñó que la educación lo es todo, que el trabajo dignifica y que siempre seamos buenas personas".
Padres y madres colocaron carteles y banderas con pedidos de justicia en la entrada de los tribunales cordobeses.
Los peritajes
Durante el proceso judicial, al analizarse el informe pericial complementario —que incluyó evaluaciones psicológicas, psiquiátricas y sociales— sobre Brenda Agüero, surgieron descripciones de su personalidad que destacaron ciertos patrones.
Se mencionó que presenta características narcisistas, vinculadas a la necesidad de recibir admiración y ser el centro de atención; una tendencia a hablar de sí misma y a ubicarse en roles protagónicos; comportamientos con tintes de omnipotencia, que reflejan un intento de controlar el entorno; y rasgos psicopáticos, evidenciados por una marcada falta de empatía y una débil percepción del otro como sujeto con autonomía.
Los expertos plantearon que tiene una “posición sesgada en la captación de aspectos comunes e inmediatos de la realidad, que si bien son percibidos, también son recortados y seleccionados debido a una marcada necesidad de destacarse y diferenciar su parecer”.
Insistieron en que tiene “necesidad de atención, búsqueda de la perfección, admiración y lugar diferenciado o de supremacía en torno a lo cual tiende a organizar su comportamiento y posicionamiento vital, pudiendo construir escenarios en los que su rol se destaque y obtenga reconocimiento del otro”.
También se indicó que dichas conductas podrían vincularse a “inseguridades, sentimientos de debilidad, inadecuación e incompletud subyacentes, que la persona no reconoce de sí misma. Estos rasgos son rechazados y sustituidos por una aparente frialdad emocional y rasgos de omnipotencia, que fomentan la búsqueda de posiciones de poder, con el fin de ejercer el control sobre circunstancias de la realidad que no se ajustan a sus necesidades”.
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