Declaraciones.. 

La noche en que Los Chalchaleros actuaron para Pablo Escobar

Pancho Figueroa, miembro del cuarteto folclórico, relató la historia: Pablo Escobar los contrató en un viaje para que ofrecieran una serenata a su esposa.

Por  Redacción de TodoJujuy.com

Llegué a tener tanto dinero que un día perdí la cuenta. Y como era una máquina de producirlo, dejé de preocuparme por contarlo”, le decía Pablo Escobar a su hijo Juan Pablo cada vez que este, curioso por lo que veía en los periódicos y escuchaba en la radio y televisión, le preguntaba a cuánto ascendía su fortuna, ya que le llamaba la atención que se le considerara uno de los hombres más ricos y poderosos del mundo.

Pablo había conseguido saturar de cocaína los Estados Unidos por todas las vías posibles: aire, mar y tierra, y llegó a un punto en que no sabía qué hacer con tanto dinero. Siempre se menciona el extravagante zoológico que creó en la Hacienda Nápoles, la más conocida de sus propiedades, con una gran variedad de animales que importó en barcos y aviones. Pero su deseo de acumular más y de todo lo imaginable no tenía límites.

La historia la contó Pancho Figueroa, integrante del cuarteto folclórico.

Siempre anheló tener su propia flota para volar. Su sonrisa se iluminó cuando adquirió sus primeras aeronaves: un avión bimotor y un helicóptero Hughes 500, en el que en el viaje inaugural invitó a varios amigos a tomar un café en uno de sus lugares favoritos tras una hora de vuelo.

Celebró intensamente las fiestas de fin de año 1977 con gran alegría, ya que en febrero había nacido su hijo. Estaba feliz y eufórico, y entonces, como se acercaba el cumpleaños número 17 de su esposa, Victoria Eugenia Henao, y quería homenajearla, se le ocurrió contratar a Los Chalchaleros, simplemente para que entre otros temas le cantaran una serenata. Ambos, además de admirarlos como representantes del folklore argentino de esa época, adoraban y solían cantar sus canciones preferidas cada mañana.

Cuando el conjunto musical llegó a la ostentosa casa que la familia ocupaba en el barrio Provenza y Victoria los vio, no podía creer lo que estaba presenciando. Les brindó una cálida recepción y corrió a abrazar y besar a su esposo por el amoroso detalle que había tenido con ella.

El narcotraficante más famoso los contrató en un viaje relámpago para que entonaran una serenata a su mujer.

La celebración fue interminable. La banda musical esperó con paciencia la señal para empezar, después de que Pablo se presentara ante ellos, les estrechara la mano, les agradeciera su gentileza por haber acudido y ordenara que se les tratara como a la realeza, con las mejores bebidas y las delicias especialmente preparadas para tan ilustres invitados.

Así lo narró Pancho Figueroa durante un almuerzo con Mirtha Legrand, ante las miradas asombradas de la propia diva y de los demás comensales: Florencia Peña, Ricardo Moldavsky, Rodrigo Romero, Maite Lanata y Daniel López Rosetti. “Llamaron a nuestra oficina de la calle Lavalle para contratarnos y ahí nos dijeron: ‘se van para Colombia a una fiesta. Viajan el viernes, cantan el sábado y vuelven el domingo’. De Bogotá pasamos a Medellín, subimos a una Van y desandamos un camino de cornisa"

En ese sentido, continuó: "Cuando llegamos a la casa estaba lleno de hombres con armas. Pasamos un puente y nos estaban esperando en una mansión espectacular. Nos trajeron de todo para tomar y comer. Hasta que un señor vino y nos dijo que cantábamos a las 12 de la noche. No teníamos la menor idea de dónde estábamos, pero intuímos que era un pescado muy gordo. Casi todos estaban vestidos de blanco. Ambiente muy tranquilo, todos fanas de los Chalchas. Cuando terminamos después de repetir varios temas a pedido, Angélica, El sapo cancionero, Zamba de mi esperanza, Merceditas, nos comentan ‘el jefe los quiere saludar’".

Fue el momento en el que Pablo Escobar había logrado mayor penetración de tráfico de cocaína en los Estados Unidos.

Luego, agregó: "Se acerca un señor y nos dice: ‘gracias por estar en mi casa. Soy Pablo Escobar Gaviria, por favor siéntense al lado mío. Nos miramos todos asombrados. Luego escuchamos un helicóptero que se iba. Él mismo nos comentó que ahí en su casa también habían estado Los Rolling Stones para cumpleaños de 15 de su sobrina el año anterior. ‘Me costó un millón de dólares pero los traje’. También comentó que estuvieron Julio Iglesias, Luis Miguel, creo que Frank Sinatra es el único que no fue. Lo único que lamento es no haberle cobrado más. Todavía no se lo conocía demasiado”.

En esa época, Escobar se hartó de enviar cocaína a los Estados Unidos sin ningún riesgo. No habían pasado ni dos años desde que salió de la cárcel de Pasto, donde había estado recluido por vender droga. Al salir de prisión, solo llevaba lo que tenía puesto mientras regresaba a la casa de su madre en el barrio La Paz. Durante el camino, realizó una llamada desde un teléfono público y, unas horas más tarde, recibió un envío que lo reposicionó en el mercado de la droga: una camioneta significativa y varios miles de dólares. Estaba de vuelta en el negocio.

Primero, activó sus contactos en Ecuador para reiniciar sus operaciones, y numerosos traficantes llegaban a Medellín para llevar la cocaína personalmente al país del norte. Luego, él mismo descubrió los lugares ideales para introducirla en los Estados Unidos, donde las inspecciones en los aeropuertos y puertos eran extremadamente laxas: no había rayos X, perros rastreadores de droga, ni policías especializados en narcóticos. Así lo relata su hijo Juan Pablo Escobar en su libro “Mi padre, las historias que no deberíamos saber”, de Editorial Planeta.

Pablo había logrado inundar de cocaína los Estados Unidos por aire, mar y tierra.

Mi padre me contó que él y su primo Gustavo Gaviria ensayaron un primer envío de cien kilos de coca en un avión bimotor Piper Seneca que llegó sin contratiempo alguno al pequeño aeropuerto de Opa Locka en el corazón de Miami. Una terminal aérea privada a la que solamente acceden las costosas aeronaves de los ricos estadounidenses. Cuando les confirmaron que el cargamento había ‘coronado’, mi padre y él hicieron una gran fiesta de celebración en la discoteca Kevins de Medellín en la que hubo mucho licor y lindas mujeres”, redactó Juan Pablo Escobar refrescando en su trabajo las sorprendentes vivencias de su progenitor.

Luego describe cómo encontraron más proveedores en el norte de Perú y no cesaban de construir pistas de aterrizaje clandestinas para agilizar la distribución y aumentar las ganancias. Los hermanos Castaño, Fidel y Carlos, que posteriormente se convertirían en sus enemigos acérrimos al liderar el temido grupo paramilitar Los Pepes (Perseguidos por Pablo Escobar), le proporcionaron en ese momento rutas conectadas con Santa Cruz de la Sierra en Bolivia, una región con vastas plantaciones de coca.

Pablo fue astuto y, como en esa época aún no había estallado la guerra con el Cartel de Cali, se dividieron los territorios: el sur de Florida quedó bajo el control del cartel de Medellín que él lideraba, mientras que el cartel de Cali se quedó con Nueva York.

La esposa de Escobar les dio una cordial bienvenida y corrió a abrazar y besar a su marido por la amorosa atención que había tenido con ella.

Pablo fue astuto y, como en esa época aún no había estallado la guerra con el Cartel de Cali, se dividieron los territorios: el sur de Florida quedó bajo el control del cartel de Medellín que él lideraba, mientras que el cartel de Cali se quedó con Nueva York.

También operaban desde las Bahamas y barcos salían del mar Caribe rumbo a Miami para transportar cocaína a Boca Ratón y Kendall principalmente, y también a Fort Lauderdale, Pompano Beach y West Palm Beach. Escobar viajaba sin problemas a los Estados Unidos y, según relata su hijo, se hospedaba en el lujoso hotel Omni, presentándose como gerente de una empresa petrolera de Fredonia, un municipio colombiano en Antioquia donde no hay ni rastro de petróleo. Allí sostenía reuniones con traficantes sin despertar sospechas de las autoridades. De hecho, en esos tiempos, Pablo entraba y salía de los bancos con sus dólares sin levantar sospechas, y hasta llegó a traficar armas y municiones junto con la droga.

Posteriormente, agregó socios en México, país a través del cual encontró nuevas rutas para introducirse aún más en los Estados Unidos. Implementaron lo que ellos llamaban "bombardeo," que consistía en lanzar la droga al mar en paquetes sellados para luego recogerlos con pequeñas embarcaciones. Incluso traficaba con jeans impregnados de cocaína, que luego se separaba mediante un proceso especial de lavado.

Por esos tiempos Escobar se cansó de traficar cocaína a los Estados Unidos sin peligro alguno.

Se estableció en Miami comprando una mansión de dos pisos en Alton Road por casi un millón de dólares. La propiedad tenía un muelle privado, piscina y cinco habitaciones con vista a la bahía. Se sentía tan poderoso que no dudó en pasearse por Washington y fotografiarse con la Casa Blanca de fondo junto a su esposa e hijo, una imagen que luego recorrió las redacciones de todo el mundo.

Buscando nuevas rutas para aumentar su fortuna, algo que lo obsesionaba, incluyó la isla de Cuba en sus operaciones. Envió a un lugarteniente apodado Cocodrilo, quien recibía los cargamentos aéreos que luego se dirigían a Miami. Todo funcionó bien hasta que las autoridades cubanas descubrieron a los cómplices de Pablo y los ejecutaron.

Juan Pablo cuenta que, en una ocasión, un empresario reconocido y serio le sugirió a Escobar un negocio legal relacionado con las redes de gas en Miami. La respuesta de Escobar fue amable y directa: “Me da pena con usted, pero no hago negocios lícitos”.

La formación de Los Chalchaleros desde la década del '80 hasta su despedida.

Pablo disfrutaba ser visto como uno de los hombres más influyentes del mundo. Al igual que lo hizo con Los Chalchaleros y otros artistas internacionales en su elegante Hacienda Nápoles, continuaba organizando fiestas impresionantes. Una de ellas, que duró todo un mes, contó con Pastor López y su orquesta, el famoso intérprete y compositor venezolano-colombiano conocido en América como 'El Rey de la Cumbia'. Además, otros cantantes argentinos también pasaron por allí, compartiendo con el narcotraficante más famoso noches de fiesta, que serán tema de un próximo relato.

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