“De sangre soy albanesa. De ciudadanía, India. En lo referente a la fe, soy una monja católica. Por mi vocación, pertenezco al mundo. En lo que se refiere a mi corazón, pertenezco totalmente al Corazón de Jesús”, solía describirse a sí misma cuando su orden ya era famosa por su controvertida obra.
Ella relataba que en septiembre de 1946, durante un extenso trayecto en tren hacia Calcuta, sintió el “llamado de Dios”, comprendiendo que su destino era dedicar su vida a los más necesitados entre los necesitados. Convencida de su misión, solicitó al papa Pío XII autorización para abandonar el convento, trasladarse a Calcuta y establecer una nueva congregación religiosa.
Tenía 42 años cuando, en 1952, inauguró el primer hogar para moribundos en Calcuta.
Su pedido fue aprobado y así nació la orden de las Misioneras de la Caridad. Desde ese momento, adoptó permanentemente el atuendo de los más humildes de India: el sari blanco con tres franjas azules, que se volvió su imagen icónica a nivel mundial: “Nuestro Señor quiere que sea una monja libre cubierta con la pobreza de la cruz. Hoy aprendí una buena lección. La pobreza de esta gente debe ser algo muy difícil para ellos. Mientras buscaba por un hogar caminé y caminé hasta que mis brazos y piernas me dolieron. Pensé entonces qué tanto debía dolerles a ellos en su cuerpo y alma, buscando por un hogar, por comida y por tener salud. Por mi propia elección, mi Dios, y porque te amo, deseo permanecer y hacer lo que sea que tu Santa voluntad me pida”.
“Morir con dignidad”, un lema de Teresa de Calcuta
Con 42 años, en 1952, fundó su primer refugio para personas en los últimos días de vida en Calcuta. Con la colaboración de distintos funcionarios indios, transformó un templo hindú abandonado en el Hogar para moribundos Kalighat, un hospicio gratuito destinado a los más necesitados. Más adelante, el nombre cambió a “Kalighat, la casa del corazón puro”.
A quienes llegaban al lugar, la Madre Teresa, como pasó a conocerse, les brindaba cuidados médicos básicos, pero sobre todo les ofrecía la posibilidad de “morir con dignidad” según las tradiciones de su propia religión: los musulmanes leían el Corán, los hindúes recibían agua del Ganges y los católicos podían recibir los sacramentos finales.
En una entrevista realizada en 1970, relató cómo logró establecer su primer tanatorio: “A mí me ocurrió el primer caso, el de una mujer tirada en plena calle. Se la estaban comiendo las ratas y las hormigas. Yo la llevé al hospital, pero no podían hacer nada por ella. Tuvieron que aceptarla, porque yo dije que no me marchaba de allí en tanto no se hiciesen cargo de ella. Después fui al ayuntamiento pidiendo me diesen un lugar donde meter a tales desgraciados, porque ya en el mismo día, había encontrado a otros que también se morían en mitad de la calle. El administrador encargado de la salud pública me señaló el templo de Kali. El edificio estaba vacío; me preguntó aquel señor si lo quería. Yo me sentí contenta de poseer tal casa por diversas razones, particularmente porque era un centro de culto y de devoción de los hindúes. En veinticuatro horas condujimos allí a nuestros enfermos y lisiados. Desde entonces hemos recogido por las calles de Calcuta más de veinte mil personas, de las cuales ya han muerto cerca de la mitad”.
Una visita de la Madre Teresa a Johanesburgo, Sudafrica.
La religiosa albanesa explicaba cómo acompañaba a los enfermos hacia el final de sus vidas: “Para personas que vivieron como animales, una muerte hermosa es morir como ángeles, amados y queridos”.
Diez años después de abrir su primer hogar para moribundos, con la aprobación del papa Pablo VI, su congregación comenzó a expandirse internacionalmente. Primero llegó a Venezuela, y luego se establecieron sedes en Roma, Austria y Tanzania. Con el tiempo, las Misioneras de la Caridad se extendieron por América, Asia, África y Europa. Para 1997, la organización contaba con 610 misiones en 123 países, ofreciendo asistencia en hospicios, hogares para personas con Sida, lepra y tuberculosis, comedores comunitarios, programas educativos y de apoyo familiar, orfanatos y escuelas.
Las malas compañías
Antes de su fallecimiento, la figura de Madre Teresa ya despertaba intensos debates, más allá de su énfasis en la muerte como vía de purificación. Mientras gran parte de la opinión pública la veneraba por su labor caritativa, existían críticas severas que señalaban su cercanía con personas adineradas y poderosas, su interpretación de la muerte que a veces limitaba la asistencia médica a los enfermos, y su flexibilidad frente a temas como el aborto o el divorcio cuando involucraban a sus allegados influyentes.
Entre las controversias más conocidas, se la acusaba de mantener vínculos con dictadores como el haitiano Claude “Baby Doc” Duvalier, quien aportó grandes sumas de dinero a su obra, y de aceptar donaciones cuestionadas de individuos como Charles Keating, responsable de un fraude financiero que dejó sin vivienda a casi veinte mil personas en Estados Unidos. Incluso defendió públicamente a Jean-Claude Duvalier, sucesor de su padre Claude “Papá Doc” y responsable de graves violaciones a los derechos humanos en Haití, a través de la figura de su esposa Michèle Bennett.
Controversias y críticas a la obra de Teresa de Calcuta
“Nunca he visto a los pobres ser tan familiares con sus jefes de Estado como lo son con ella. Para mí es una bella lección”, afirmó frente a las cámaras en 60 Minutos, que en aquel entonces era el programa más visto de la televisión estadounidense. Estas imágenes fueron emitidas por la televisión pública de Haití durante al menos una semana, sirviendo como promoción a favor del régimen dictatorial.
La madre Teresa junto a la Hermanas de la Caridad, México, 1988.
“La Madre Teresa ha asistido a los enfermos y a los pobres de todo el mundo. Ella no escoge a qué países ir sobre la base de la política interna, y esto explica por qué ella ha visitado tanto naciones represivas de derecha, como Haití, como naciones represivas de izquierda, como Albania. Hitchens no puede digerir esto y acusa a la Madre Teresa de servir a dictaduras. Ahora bien, si se ha de seguir su lógica, entonces la mayoría de trabajadores del Cuerpo de Paz y el personal de la Cruz Roja son culpables de cortejar a los déspotas”, defendió William Donohue, titular de la Liga Católica por los Derechos Religiosos y Civiles.
A Charles Keating, estafador del que recibió más de un millón de dólares provenientes de operaciones fraudulentas, la religiosa lo defendió públicamente e incluso solicitó clemencia ante la corte estadounidense que lo juzgaba. Cuando un periodista le preguntó si pensaba reintegrar ese dinero obtenido ilícitamente, Teresa de Calcuta se limitó a guardar silencio. Nunca regresó los fondos.
Las críticas vinculadas a la atención sanitaria también fueron contundentes. En 1994, el doctor Robin Fox, editor de la reconocida revista científica The Lancet, visitó los centros de la orden en Calcuta y denunció que los pacientes no recibían diagnósticos precisos ni analgésicos efectivos.
“La Madre Teresa confía más en la providencia que en la medicina”, afirmó Fox, describiendo la asistencia médica como improvisada y a cargo de voluntarios sin formación profesional, obligados a tomar decisiones críticas ante la escasez de médicos. Además, señalaba que en los tanatorios no se diferenciaba entre enfermos curables e incurables, lo que provocaba que personas que podían recuperarse corrieran riesgo de morir por infecciones o por la ausencia de tratamientos adecuados.
Madre Teresa junto con la princesa Lady Diana.
En defensa de Diana
A comienzos de los años noventa, las publicaciones de sociedad y del mundo del corazón dedicaron amplios espacios a la Madre Teresa junto a Diana Spencer, esposa del entonces príncipe Carlos, heredero al trono británico, relatando conmovedoras anécdotas sobre la conexión entre la religiosa y la princesa, quien encontraba inspiración en su trabajo humanitario.
Su primer encuentro se produjo en febrero de 1992, en el convento romano de Via Casilina, durante la visita de Diana, que fue ampliamente cubierta por medios internacionales como “la reunión de dos de las personas más influyentes del siglo XX”. Al retirarse, la princesa declaró haber “cumplido un sueño”, mientras que la monja pronunció una sorprendente frase: aseguró que no se había reunido “con Lady Diana sino con la infeliz Diana”.
El verdadero trasfondo de aquella frase se entendió más tarde. En ese momento, la princesa Diana atravesaba el proceso de distanciamiento del príncipe Carlos, debido a sus relaciones con Camilla Parker Bowles, situación que Diana le había confiado. Tal vez por esa razón, cuando finalmente se consumó la separación del heredero británico, Teresa de Calcuta flexibilizó su rígida postura contra el divorcio para respaldar públicamente la decisión de su amiga de la realeza.
La vida de Teresa de Calcuta, la monja que ayudaba a morir a los pobres y fue acusada de vínculos con dictadores.
Su último encuentro se produjo en junio de 1997, en el barrio del Bronx, en Nueva York, donde la religiosa mantenía varias de sus misiones. Aunque inicialmente se anunció como un encuentro privado, no impidió que se alertara a los fotógrafos con fines promocionales, capturando imágenes de Teresa junto a Diana, quien apareció vestida completamente de blanco, como si se integrara a las filas de las misioneras.
Apenas un par de meses más tarde, con pocos días de diferencia, ambas encontraron la muerte que Teresa de Calcuta consideraba sublime. Diana Spencer falleció el 31 de agosto de 1997 en un confuso accidente de tránsito mientras intentaba escapar, junto a su pareja, el empresario Dodi Fayed, del acoso de los fotógrafos en París. Por su parte, Agnes Gonxha Bojaxhiu alcanzó su fin a los 87 años, el 5 de septiembre del mismo año, en Calcuta, el lugar donde había dedicado toda su vida a los necesitados.
Entre el cielo y la Tierra
Seis años después de su fallecimiento, Teresa de Calcuta fue beatificada por Juan Pablo II, el 19 de octubre de 2003, tras la confirmación de un supuesto milagro ocurrido en una de las casas de las Misioneras de la Caridad en Bengala. La Iglesia investigó el caso de Mónica Besra, una campesina del norte de Bengala afectada por un tumor estomacal inoperable. Sin alternativas médicas, la joven decidió acudir con su hermana a un centro para moribundos gestionado por la orden fundada por la monja albanesa.
Nacida en Macedonia del Norte el 26 de agosto de 1910, Agnes Bojaxhiu fue beatificada por Juan Pablo II y santificada por el papa Francisco.
La joven pasó en ese lugar el primer aniversario del fallecimiento de la Madre Teresa y solicitó ser conducida a la capilla del centro para rezar, suplicando por su recuperación. “Al entrar en la capilla, vi una fotografía de la Madre Teresa y sentí como si una luz saliera de la fotografía hacia mí y me quedé paralizada. Luego las hermanas rezaron por mí y me quedé dormida. Cuando me desperté a la una de la madrugada vi que el tumor había desaparecido”, relató Mónica. La desaparición súbita y completa de la enfermedad desconcertó a los médicos que la habían atendido, quienes no hallaron explicación científica alguna para lo sucedido.
El 4 de septiembre de 2016, justo un día antes de cumplirse 19 años del fallecimiento de la Madre Teresa, el papa Francisco la proclamó santa, apoyándose en la investigación de un segundo milagro atribuido a la intercesión de la monja.
El caso involucraba a Marcilio Haddad Andrino, un ingeniero de 35 años que en 2008 fue internado de urgencia tras detectársele ocho abscesos cerebrales y quedar en estado de coma. De manera inesperada, Marcilio recobró la conciencia en plena sala de operaciones, justo antes de iniciar una intervención que tenía muy pocas probabilidades de éxito, y, atónito, preguntó: “¿Qué hago aquí?”. La cirugía fue cancelada y, días más tarde, los abscesos, de origen viral, desaparecieron sin dejar rastros ni secuelas, sin que hubiera explicación médica aparente.
La vida de Teresa de Calcuta.
El episodio fue considerado un milagro y se le atribuyó a la Madre Teresa, ya que en el momento crítico la esposa del ingeniero, Fernanda, acudió en busca de apoyo espiritual a la Iglesia Nuestra Señora de Aparecida, coincidiendo con la misa conmemorativa que iba a oficiar el padre Elmiran Ferreira junto con las Misioneras de la Caridad.
El párroco brindó consuelo a Fernanda, le entregó un pequeño cuadernillo de novenas y le sugirió elevar sus plegarias solicitando la intercesión de la entonces beata Madre Teresa. Tras analizar el caso, el Vaticano informó que el papa Francisco había aprobado el decreto que reconocía la recuperación de Marcilio como un milagro atribuido a Dios mediante la intercesión de la religiosa.
No obstante, estos dos episodios milagrosos destacan frente a la realidad de numerosas muertes de pacientes que no recibieron atención médica adecuada en los tanatorios de la orden.
Teresa de Calcuta nació un 26 de agosto de 1910.
En la década de los ’90, el escritor Martín Caparrós visitó el hospicio más antiguo en Calcuta y halló un registro sorprendente: “Algo me había molestado desde el principio. Primero, supongo, fue el cartel que decía ‘Hoy me voy al cielo’ y, al lado, en un pizarrón, las cifras del día: ‘Pacientes: hombres: 49, mujeres: 41. Ingresados: 4, Muertos: 2. En el pizarrón no existía el rubro ‘egresos’. En el moritorio de la madre Teresa, su primer emprendimiento, la base de todo su desarrollo posterior, no hay lugar para las curaciones”, escribió en una imperdible crónica titulada “Lama y La Madre. Más buenos que Lassie”.
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