Desde los comicios del 28 de julio, en los que el chavismo volvió a declarar a Maduro como ganador, la desconfianza hacia el gobierno ha aumentado considerablemente. El ente electoral, completamente dominado por aliados del mandatario venezolano, fue responsable de avalar un triunfo que rápidamente fue cuestionado por varios países de la región.
Diana Mondino gestiona con Blinken un encuentro por Venezuela.
El rechazo a estos resultados se manifestó de inmediato. Gobiernos como el de Javier Milei expresaron su condena con firmeza, acusando al líder del régimen de manipular el proceso electoral. Milei, quien no escatimó en críticas hacia el chavismo, llegó a advertir públicamente que “el fraude perpetrado por el dictador Maduro no es más que una victoria pírrica”.
En este contexto, la cita en Nueva York cobra un sentido de urgencia. Los mandatarios que asistirán pretenden coordinar un plan de acción para abordar la situación en Venezuela. Las reuniones de la Asamblea General de la ONU serán el escenario ideal para concretar este encuentro, donde se debatirán alternativas para enfrentar a un régimen que, aunque cada vez más marginado, continúa manteniendo una considerable influencia en la región.
Brasil, ausente y en su propio laberinto
La falta de Brasil, uno de los actores principales en la región, es un factor inquietante en este escenario. A pesar de que Mauro Vieira, el ministro de Relaciones Exteriores de Lula da Silva, recibió una invitación oficial, fuentes cercanas al Palacio de Itamaraty han asegurado que no estará presente. El gobierno del PT ha decidido, al menos por ahora, no involucrarse de manera directa en esta reunión.
El presidente argentino, Javier Milei, en la sede de la Bolsa de Nueva York. Detrás, la canciller Mondino.
Este distanciamiento contrasta con la estrategia que Brasil había desarrollado en conjunto con los gobiernos de Gustavo Petro (Colombia) y Andrés Manuel López Obrador (México). En un primer intento, los tres mandatarios intentaron presionar al gobierno venezolano para que divulgara las actas electorales, que según ellos, revelarían los verdaderos resultados de la votación.
No obstante, con el paso de las semanas, las posibilidades de éxito se fueron esfumando. México, bajo su nuevo gobierno, fue el primero en retirarse de la colaboración, dejando a Brasil y Colombia aislados en un esfuerzo diplomático que nunca llegó a consolidarse.
Es en este marco que la reunión del jueves adquiere un peso simbólico. Una vez más, la región ha evidenciado su incapacidad para ofrecer una respuesta coordinada ante la crisis en Venezuela. Con esta iniciativa, Estados Unidos y Argentina buscan llenar ese vacío, creando un nuevo bloque internacional en oposición a Maduro.
Combo de dos fotografías de archivo de los presidentes de Argentina, Javier Milei (i), y de Venezuela, Nicolás Maduro.
Encuentro con aroma a revancha
Javier Milei será una figura latente en las discusiones previstas para la mañana del jueves en un hotel de Nueva York, donde se realizarán las deliberaciones. Desde que asumió la presidencia, el líder libertario ha sido uno de los más duros opositores de Maduro.
Diana Mondino será quien transmitirá ese mensaje en la ONU. Siguiendo las directrices desde Buenos Aires, Mondino ha trabajado arduamente en la preparación de la postura argentina, cuyo objetivo es reforzar la posición internacional de Milei y destacar las acciones que su gobierno ha implementado para aumentar la presión sobre el chavismo.
El eje central del discurso de Mondino será la denuncia de las violaciones a los derechos humanos y el desprecio del gobierno venezolano hacia las normas internacionales, particularmente en lo relacionado con el asilo diplomático. La embajada argentina en Caracas, que lleva meses siendo un refugio para opositores del chavismo, se ha transformado en un emblema de la resistencia venezolana contra la dictadura.
La situación en Venezuela, lejos de estabilizarse, parece haber entrado en una espiral sin retorno.
Seis asesores del equipo de María Corina Machado, que actualmente se encuentran asilados en la sede diplomática, viven en una incertidumbre constante, aguardando acciones más firmes por parte de la comunidad internacional.
A pesar de las profundas diferencias entre Milei y Lula, Brasil mostró solidaridad con Argentina, asumiendo la protección de la embajada y sus pertenencias, tal como sucedió en Londres durante la Guerra de Malvinas en 1982. Hace pocos días, el régimen de Maduro retiró la custodia del edificio como parte de una estrategia para desviar la atención, mientras facilitaba la salida del país de Edmundo González Urrutia, quien se refugió en España.
La situación en Venezuela, lejos de mejorar, parece haber caído en una espiral irreversible. Aunque las manifestaciones en las calles contra el fraude han perdido algo de fuerza, persisten debido a la negativa del grupo de Maduro a ceder el poder. La represión política ha sumido a millones de venezolanos en la pobreza, empujando a muchos a emigrar en busca de un futuro más próspero.
A pesar de la creciente presión internacional, se mantiene firme en la negativa de Maduro a reconocer cualquier irregularidad en los comicios.
No obstante, lo que ha sucedido tras las elecciones de julio es lo que más inquieta a los gobiernos de la región. A pesar de la creciente presión internacional, el régimen se mantiene inquebrantable en su rechazo a admitir cualquier irregularidad en los comicios. Su dominio sobre las instituciones venezolanas, incluyendo el ente electoral, ha sido fundamental para afianzar su poder, pero también lo ha alejado aún más de la comunidad internacional.
El jueves, en Nueva York, delegados de más de 40 naciones intentarán abordar esta crisis, aunque las expectativas no son del todo alentadoras. La falta de cohesión en la respuesta regional, junto con la negativa del chavismo a aceptar cualquier propuesta de diálogo, ha provocado que cada intento diplomático se desintegre. No obstante, el encuentro apoyado por Blinken y Mondino podría señalar el comienzo de una nueva etapa en la presión internacional hacia Venezuela.
El jueves, en Nueva York, los representantes de más de 40 países intentarán responder a esta crisis.
Con la proximidad de la fecha del encuentro, las expectativas y las tensiones se intensifican. ¿Logrará este esfuerzo internacional provocar algún tipo de cambio significativo en Venezuela? ¿O, como ha ocurrido en numerosas ocasiones anteriores, será simplemente otro gesto diplomático destinado a desvanecerse en la compleja dinámica política de la región?
Lo cierto es que, mientras Maduro continúe en el poder y los gobiernos regionales no consigan establecer una estrategia unificada, la crisis en Venezuela parece destinada a continuar. Sin embargo, el jueves en Nueva York, al menos por un tiempo, el mundo volverá a centrar su atención en Caracas, con la esperanza de que, esta vez, las palabras se transformen en acciones efectivas.
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