Las alianzas anti peronistas se han caracterizado históricamente por ser reaccionarias e ingobernables: enarbolan un discurso de trasparencia farisea y republicanismo abstracto, y reaparecen para quitarles a la gente las conquistas sociales y el bienestar reconstruidos por los gobiernos peronistas.
Ejerzamos juntos nuestro derecho de memoria colectiva: cuando De la Rúa hizo un rejunte con los “peronistas” traidores de Chacho Álvarez, al poco tiempo el País fue un desastre y dejaron a la Nación sumida en el desorden y la pobreza, luego de bajar sueldos y jubilaciones.
Como buenos nostálgicos que son de las políticas de ajuste, tachan de populista a la movilidad social ascendente que es nuestra prioridad permanente: se enojan porqué incorporamos al sistema jubilatorio a millones de argentinos, bajamos la desocupación y la deuda externa a una cuarta parte de la que ellos dejaron, y triplicamos la renta nacional.
No soportan que Eduardo Fellner haya concretado en la década 17.000 viviendas y 20.000 lotes con servicios, que la cobertura de los servicios sea casi total, que se hayan construido 130 escuelas nuevas, hospitales, rutas, que hayamos realizado las únicas obras de envergadura en la Capital.
Son significantes vacíos, sin ningún tipo de legitimidad ideológica o política, y menos aún de gestión: son capaces de hacer cualquier cosa con tal de ganarle al peronismo.
Nuestra fórmula presidencial tiene una enorme legitimidad electoral al sintetizar el cambio de Scioli y la garantía de continuidad de Cristina a través de Zannini: no tenemos candidatos prestados, somos todos del mismo espacio político, y por ello garantizamos previsibilidad e inclusión.
Coherencia que por cierto no puede ostentar Gerardo Morales, que primero deambuló por el Frente Unen, luego se fue con Massa y ahora mendiga espacio político en el Pro.
¿Habla de legitimidad? Que le pregunte a miles de radicales de buena fe que opinan de esta indefendible entrega de las banderas históricas del radicalismo a la extrema derecha anti nacional encarnada por este lobo con piel de cordero que es Macri.
Macri y su nueva etnia de los chicos Pro, que con sus mensajes de plástico y sus globitos de color son la esencia más evidente de la banalidad y el gorilismo porteño que le dio siempre la espalda al interior del País.
Osvaldo Del Grosso, diputado provincial del PJ
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