De acuerdo con lo que pudo reconstruirse, el día 13 de junio, Loan montó un caballo junto a su padre para dirigirse al domicilio de su abuela, Catalina. La comida familiar habría comenzado entre las 12:30 y las 13:00, horario confirmado por una imagen tomada por Laudelina con el celular de su hija Macarena, donde se observa a los comensales ya ubicados en la mesa.
Loan desapareció entre las 13:52, cuando fue visto caminando.
Durante ese trayecto, y a mitad de camino, en una tranquera donde Ramírez aguardaba junto a las mujeres y los niños, Laudelina habría persuadido a Camila Núñez —prima de Loan— de regresar al domicilio familiar, diciéndole que allí también había árboles con naranjas. A raíz de eso, los menores continuaron la caminata acompañados únicamente por Benítez y la pareja compuesta por Ramírez y Millapi.
Loan Peña tenía 5 años cuando desapareció en Corrientes.
Al llegar al naranjal, y según la hipótesis que manejan los investigadores, “se produjo un suceso que terminó con la sustracción de Loan, el cual fue alejado del lugar y ocultado”. Aunque aún no se ha determinado con precisión qué aconteció, la Justicia sostiene la presunción de que el niño fue trasladado en la camioneta Ford Ranger blanca perteneciente a Pérez y Caillava, vehículo en el que los canes detectaron su rastro.
El nene se dirigió, acompañado de algunos adultos, hacia un área boscosa donde se encontraba una plantación de naranjos. A las 15:26, se produjo el primer intento de contacto con su madre, María Luisa Noguera, para informarle que el menor no aparecía. En ese momento inicial, quienes participaron del almuerzo pensaban que el chico se había extraviado y que probablemente continuaba en las inmediaciones.
De acuerdo con lo reconstruido por los investigadores, Benítez, Ramírez, Millapi y Laudelina aprovecharon que el padre del niño y su abuela estaban distraídos en la sobremesa, conversando con Pérez y Caillava, para separar a Loan del grupo. Lo habrían hecho bajo el pretexto de ir a recolectar naranjas con otros niños hasta una quinta situada a unos 576 metros, lo que representa una caminata de unos diez minutos.
Laudelina Peña y Antonio Benítez.
Según la línea de investigación que sigue el caso, el comisario Maciel habría jugado un rol clave al colaborar activamente en el encubrimiento, fabricando un "falso escenario de búsqueda” para simular que se estaba llevando a cabo una búsqueda genuina. Además, habría tomado decisiones que obstaculizaron deliberadamente cualquier posibilidad de localizar al niño. Testimonios de quienes estuvieron presentes en el almuerzo indican que la llegada de José y Loan a la casa de Catalina fue inesperada, ya que no estaban invitados y su presencia fue sorpresiva.
Desde aquel momento en que se perdió el rastro del niño, la única evidencia concreta fue la aparición de uno de sus botines, hallado en una zona con barro dentro de una propiedad lindera. A lo largo del proceso, distintas personas —Laudelina, su hija Macarena y el propio Maciel— se adjudicaron haberlo encontrado. No obstante, la investigación judicial determinó que fue el comisario quien colocó el calzado de forma intencional para desviar la atención.
Un hecho sorprendente ocurrió en las primeras horas del operativo: a las 2 de la madrugada del 14 de junio comenzó a circular la información errónea de que Loan había sido hallado con vida, lo cual generó desconcierto general y desvió el foco de la pesquisa inicial.
En el desarrollo de los operativos de búsqueda, los canes especializados detectaron el aroma del niño, aunque en ningún caso lograron establecer un recorrido definido ni una dirección clara. Solo uno de los perros, ese mismo 14 de junio, señaló una posible presencia en las inmediaciones del naranjal, pero no logró precisar por dónde habría salido.
Mónica Millapi y su esposo.
La zona conocida como "punto cero" y los terrenos aledaños fueron inspeccionados en múltiples ocasiones por equipos de seguridad tanto locales como nacionales, sin que se encontraran pistas relevantes.
Uno de los aspectos remarcados en el pedido de elevación a juicio es que, durante todo el tiempo en que se perdió contacto con Loan, nadie oyó gritos, llanto ni pedidos de ayuda por parte del niño. En contraste con la idea inicial de que se trataba de un área solitaria y despoblada, el sitio resultó tener presencia de varias viviendas. Además de la casa de su abuela, en las inmediaciones del naranjal viven otros vecinos.
Aunque el chico no solía frecuentar ese sector, varios testimonios coincidieron en que conocía el terreno lo suficiente como para no extraviarse, y que la vegetación no representaba un obstáculo para orientarse entre los caminos transitables. De hecho, pocas horas después de su desaparición, la zona estaba colmada de personas colaborando con la búsqueda, y esa misma noche se incorporaron drones a los operativos.
Mónica Millapi está cumpliendo prisión domiciliaria en Neuquén.
Benítez, Laudelina y Ramírez intentaron instalar la idea de una posible captura por parte de un tercero, cuando en realidad solo ellos y personas de su círculo cercano estaban presentes en el momento clave. Ningún testimonio ubicó a extraños en la escena.
Hoy, a un año del hecho, la hipótesis con mayor sustento es que hubo un rapto seguido de ocultamiento, aunque no se descarta que haya sufrido un accidente o algún episodio violento dentro del naranjal. Lo que está acreditado en cualquier escenario es que las personas detenidas participaron activamente en llevárselo y mantenerlo desaparecido.
Las 17 misteriosas llamadas entre Antonio Benítez y Laudelina Peña
Antonio Benítez, esposo de Laudelina Peña y tío materno de Loan, fue la primera persona en quedar bajo arresto dentro del marco de la causa, luego de que cinco menores lo señalaran como quien los llevó a recolectar naranjas. Inicialmente fue acusado del delito de “abandono de persona”. En una de sus dos exposiciones ante la Justicia aseguró que no presenció el momento exacto en que el niño se perdió y que ignora lo que ocurrió. Permanece privado de la libertad desde el 15 de junio de 2024.
Uno de los elementos más llamativos en el expediente es una extensa llamada telefónica que mantuvo con Laudelina, de más de nueve minutos de duración, durante la cual, según la hipótesis de los investigadores, le habría informado sobre la desaparición de Loan y consultado si el niño había regresado a la casa de su abuela Catalina.
La exfuncionaria municipal está casada con Carlos Pérez.
Lo que despertó sospechas entre los investigadores fue que ambos ofrecieron explicaciones contradictorias sobre el motivo por el cual la llamada telefónica duró tanto tiempo. ¿Qué estaban intentando ocultar? Benítez, al ser consultado, deslizó: “Capaz quedó prendida la llamada”. En cambio, Laudelina sostuvo: “Hablábamos de que estábamos buscando a Loan. No estuvimos hablando, sino en línea”.
Como si fuera poco, entre las 14:25 y las 17:39 del mismo día en que se perdió el rastro de Loan, hubo otros 16 intentos de contacto telefónico entre ellos. En todos los casos fue Benítez quien se comunicó, y ella respondió solo en seis ocasiones.
Incluso meses después, cuando ambos ya se encontraban detenidos, mantuvieron comunicaciones desde prisión. En una llamada registrada el 15 de septiembre del año anterior, Benítez finalizó la conversación con una frase que no pasó desapercibida: “Hay unas cosas que después te voy a contar, dando vueltas por ahí”.
El excapitán de navió de la Armada es uno de los detenidos por la desaparición de Loan.
Un par de horas más tarde, ese mismo día, volvió a comunicarse. En esa conversación expresó: “Tenemos que mantenernos firmes. Reconozco que cometí fallas, entiendo que en algún momento nos sentaremos a aclarar todo, sé que debo pedirte disculpas por lo que hice y también hay cosas que necesito preguntarte. Pero, aunque estemos lejos, quiero que estemos en buenos términos. Es importante que intentemos apoyarnos mutuamente…”.
Al igual que Benítez, Laudelina compareció dos veces ante la Justicia. Considerada por todos los implicados como la única persona que maneja información que no ha sido revelada, la tía de Loan se convirtió en una figura central dentro del caos que envolvió la causa.
Si bien durante los primeros días tuvo una participación menor, su intervención cambió drásticamente cuando, en una audiencia nocturna ante un fiscal provincial —aun cuando la investigación ya había pasado al fuero federal—, afirmó que Pérez y Caillava habían embestido al niño con una camioneta blanca Ford Ranger y que la habían amedrentado para que guardara silencio.
Esa versión fue rápidamente descartada por dos voces clave: Camila Núñez, prima de Loan que la acompañaba rumbo al naranjal, y Macarena, hija de Laudelina, quien denunció que su madre había sido intimidada con amenazas de muerte para difundir una información falsa. Algunas semanas más tarde, Laudelina confesó ante su abogada que había mentido, lo que derivó en su detención el 5 de julio de 2024.
Habló con su hermana y señaló a un conocido: el papel de Daniel “Fierrito” Ramírez
Muy cercano a Benítez, Ramírez fue la segunda persona en llegar al monte donde estaba el naranjal, acompañado por su pareja, Mónica del Carmen Millapi, y por los chicos que también habían participado del almuerzo familiar, entre ellos Loan.
En el horario en que se perdió el rastro del menor, se detectaron dos comunicaciones telefónicas dudosas. La primera fue a las 14:09, momento en que Ramírez, desde la zona del naranjal, llamó a su hermana Mabel y mantuvo una conversación de más de ocho minutos.
María y José y sus hijos. Sólo falta Loan.
Durante la pesquisa se determinó que fue él quien inició la llamada, y no al revés como había declarado. La existencia de ese contacto fue validada por los chicos que brindaron testimonio en Cámara Gesell. “Daniel estaba con el celular cerca del barro”, relató uno de ellos. El motivo habría sido consultar por el estado de salud de su hermano Miguel.
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