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SUSCRIBITE Esta fecha establecida por la ONU, organismo que instauró los “Días de las lenguas” para celebrar la diversidad cultural y multilingüismo, aprobó mediante el Departamento de Información Pública que, cada 23 de abril, desde el año 2010, se celebre como “Día de la lengua española”.
Esta fecha tiene como objetivo de homenajear al exponente por excelencia del castellano que es Miguel de Cervantes Saavedra autor de “El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha”, obra ilustre del idioma español.
Miguel de Cervantes Saavedra (1547-1616) es el escritor español más reconocido, autor de Don Quijote de la Mancha, la primera novela moderna en lengua española y universal, y falleció el 22 de abril de 1616, en Madrid-España, sin embargo, se decretó la fecha de su entierro, 23 de abril, como el día de su muerte por una costumbre de la época. Cabe destacar que esa misma fecha falleció William Shakespeare razón por la que el Día de la lengua inglesa, también se celebra el 23 de abril.
La escritura está asociada a la lectura desde el comienzo de su aprendizaje. El hecho es que escribir palabras es importante para leer bien. Escribir ayuda a conocer las letras y a reconocerlas, a diferenciar las unas de las otras e identificarlas. Lectura y escritura se apoyan mutuamente.
Cuando las letras y las palabras se escriben de propia mano se obtienen mejores resultados que si se escriben en un teclado. La razón es porque las representaciones motoras en el acto de escribir (los trazos) se conectan a las representaciones de su forma almacenadas en el cerebro. Por eso, cuando escribimos solemos recordar mejor la ortografía de una palabra, porque la activamos mejor en nuestra mente. También el hecho de escribir puede ayudarnos a comprender mejor lo que leemos.
Lectura y escritura comparten muchas cosas, por lo que es normal que se ayuden mutuamente. Sin embargo, la escritura es más difícil que la lectura, debido a los procesos cognitivos implicados. Así, es posible leer palabras en las que no se vean o se sepan todas las letras. Por ejemplo, la mayor parte de los lectores expertos somos capaces de reconocer la palabra «caba*o», aun faltándole uno de sus grafemas. Incluso un niño que no sepa cómo leer la «ll», pero que conoce las otras letras y sílabas presentes en la palabra, también podrá inferir de qué palabra se trata.
Por el contrario, escribir «caballo» apropiadamente requiere un conocimiento bastante completo de la ortografía del español. Y para llegar ahí, el niño tiene que prestar atención a todas las letras y sonidos de una palabra. Por ejemplo, esto pasa cuando tiene que escribir la “ll” de “caballo” que suena igual que la “y” (al menos en la mayoría de las zonas hispanohablantes del mundo). Durante el aprendizaje de la lectoescritura, muchas veces los niños leerán palabras que no saben escribir, pero no ocurre lo mismo a la inversa.
Vivimos en una sociedad atravesada por los códigos de escritura y lectura. Son elementos básicos para funcionar en sociedades como las nuestras. La escritura se necesita para prácticamente todo: una carta de solicitud, una autorización, una carta de amor o despedida, una nota, etc. Aunque los soportes hayan cambiado, la escritura ahora se emplea por doquier y más a menudo gracias a esas nuevas tecnologías de la información y de la comunicación. Hoy somos una sociedad hiperconectada y multipanatallas que, para poder hacer uso de las mismas y explotarlas, es necesario entenderlas y, básicamente “leerlas”.
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