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SUSCRIBITE Boca recibió al Palmeiras, alertado por lo que pasó con River en la noche de ayer. El encuentro se jugó con la intención de conseguir un buen resultado que le permita encaminar su clasificación a la final de la Copa Libertadores.
Con la tensión típica de una semifinal de copa, el Xeneize y el Verdao se cuidaron más de lo que regalaron. En el primer tiempo hubo pocas situaciones de peligro, con un juego trabado y cerrado, sin ideas y con todos los caminos bloqueados de un lado y del otro. En el segundo tiempo llegaron los dos goles sobre el final de la mano de Benedetto.
Los ingresos de Sebastián Villa y Darío Benedetto poco aportaron en ataque, y fue cuando más se extrañó el buen pie de Edwin Cardona, quien quedó fuera del banco de los suplentes por decisión de Guillermo Barros Schelotto.
Dos jugadas individuales salvaron la ropa de Boca. Primero, un magnífico tiro libre de Lucas Olaza que se metía en el ángulo, pero Weverton sacó con mucho esfuerzo. Y en ése corner en el minuto 32 llegó el gran desahogo con un cabezazo inatajable de Benedetto, para desatar la fiesta en la cancha en un momento de mucha tensión.
Y cuando quedaban 120 segundos, el mismo Pipa hizo pasar a un rival con una exquisita pisada, para sacar un misil que se coló al lado del palo derecho. El festejo que relajó al equipo, que conseguía así una buena ventaja.
Ahora, el equipo argentino deberá defender esta diferencia en la revancha del miércoles que viene en San Pablo, desde las 21.45. Boca quedó a un paso de la final. Tiene que ir por el segundo.
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