Más allá de la pandemia. 

Abra Pampa: asediada por el coronavirus, con la herencia del plomo

Hoy es la ciudad jujeña con más casos de coronavirus pero Abra Pampa trae la grave historia de una contaminación de plomo que destrozó a sus pobladores.
Por  Andrea Miranda

El viento no tiene piedad. Sopla con tanta fuerza que hasta caminar se hace difícil. El terreno es hostil y a la vegetación le cuesta crecer pero son casi 18 mil las personas que viven allí desafiando a la geografía y al frío, que en promedio está por los 2º bajo cero y en lo más crudo del invierno puede llegar a -22º.

Abra Pampa es una ciudad que ha sido castigada y no solo por el clima sino también por los malos manejos políticos y el abandono durante décadas. Cáncer, contaminación minera, pobreza y otras enfermedades han asediado a pobladores desde mucho antes de que se convirtieran en la ciudad más afectada por el coronavirus en la provincia. Pobladores que, sin embargo, nunca bajan los brazos.

Durante siglos - hay registros de la época precolombina - las mujeres de la Puna y la Quebrada han sido víctimas del cáncer de cuello de útero. Cuando la prevención de esta enfermedad a través de los controles ginecológicos regulares ya eran moneda corriente en las urbes, en esta zona de la provincia las mujeres seguían muriendo por esta enfermedad, sencillamente porque no tenían ni cómo realizarse controles ni quien las atendiera.

En la década del ‘90 del siglo pasado, una emprendedora local llamada Rosario Quispe fue quien comenzó, junto a dos médicos de la capital jujeña, la titánica tarea de llevar la atención sanitaria a las mujeres y las familias abrapampeñas, aún contra la oposición de un hospital que no les brindaba atención pero tampoco quería que llegara de afuera, según relatan esos médicos. Aunque esa es otra historia.

El que tal vez fue el mayor horror que les ha tocado vivir a los abrapampeños fue el suplicio de la contaminación minera. Hasta 1985, al lado de la ciudad funcionaba la mina de Metal Huasi de plomo y plata, que había sido la principal actividad económica del pueblo. Cuando cerró su actividad, unas 60 mil toneladas de material, rocas listas para ser fundidas, escorias y sobrantes, todos con altas concentración de plomo, quedaron apilados en un predio cercano a los barrios. Todo al aire libre, donde ese viento impiadoso de la Puna las erosionaba constantemente. Las partículas de plomo se dispersaron en el ambiente y, por inhalación, llegaron fácilmente al cuerpo de los pobladores, de donde no hay prácticamente forma de sacarlo. Además, en 1995 construyeron dos barrios - el 12 de octubre y el asentamiento Esperanza - sobre esos escombros, sobre el plomo. Y les vendieron los terrenos a los vecinos.

De acuerdo con estudios realizados por la Universidad Nacional de Jujuy en 2007, el 81% de los niños tenía valores de plomo en sangre cercanos a los 30 microgramos por decilitro - el máximo permitido en 1970 era 10 µg/dl; en 1990, 5 µg/dl; hoy es cero -. El plomo en sangre se llama saturnismo, provoca daños neuronales, cognitivos y de desarrollo y las carencias nutricionales favorecen su absorción. Además, en los niños se impregna hasta cinco veces más que los adultos.

Ese problema gravísimo fue ocultado durante más de 15 años. Cuando salió a la luz, ese 2007, el Ministerio de Salud de la provincia admitió que, además del 81% de los niños, el 10% de la población adulta tenía niveles críticos de plomo en la sangre.

Coronavirus en Abra Pampa

Economía, demandas y un anfiteatro

La situación económica y social de Abra Pampa, de toda la Puna, no ha cambiado demasiado desde el cierre de Metal Huasi. Tienen economías de subsistencia y altos índices de desocupación y desnutrición infantil (llega al 50% según un estudio de 2009 de la Universidad de Texas). Lo cierto es que a pesar de la explosión del turismo en el norte de Jujuy, este llega a zonas específicas y no deja sus ganancias más que en ellas.

Abra Pampa está situada a los pies del cerro Huancar, que se ha vuelto una estrella en los últimos años. Sin embargo, relata Franklin Mendoza, un periodista del lugar, las ganancias no llegan al pueblo. Los turistas llegan en tours desde San Salvador o Humahuaca y se van sin pisar ni dejar un peso en su ciudad.

En ese contexto es que durante tres años y bajo la iniciativa de Raúl García, un vecino de la ciudad que había comprado un terreno en el barrio 12 de octubre, construido frente al cerro de escombros contaminados, más de 500 abrapampeños juntaron pruebas médicas, análisis e informes y presentaron una demanda colectiva contra el municipio por haber permitido que Metal Huasi les destrozara la salud.

Después de esa demanda, el Gobierno Nacional le pidió un préstamo al Banco Interamericano de Desarrollo (BID) para “la remediación ambiental y la creación de oportunidades” en Abra Pampa. Alcanzaría unos US$50 millones. Diez años después, en el lugar de los escombros, además de los barrios, construyeron un anfiteatro a cielo abierto y una cancha de fútbol con césped sintético. Según Riad Quintar, el abogado que encabeza la demanda colectiva, del resto del dinero, no hay noticias.

La hija mayor de Raúl, Silvia García, quedó embarazada a los 19 años. En una entrevista con el diario El País, relata que su bebé Airón nació sin un riñón y sin el antebrazo y el pulgar derecho. “No me permitieron conocerlo hasta veinte días después porque se lo llevaron a la capital y yo quedé acá”, recuerda: “Al principio me costó aceptarlo, era como que no quería amarlo como lo amaba… Yo era chica y tenía toda una idealización en mi cabeza de lo que iba a ser mi hijo, y mi hijo era incompleto". Silvia y el papá de su hijo, Cesar Lamas, también demandaron al municipio y ganaron esa batalla el año pasado. La Justicia ordenó que les pagaran $1.586.065,69 por los daños que sufrió el nene, que hoy tiene nueve años.

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Airón nació sin un riñon, sin antebrazo y sin pulgar derecho. Su mamá tenía plomo en sangre. Foto: IGNACIO CONESE/El País

Airón nació sin un riñon, sin antebrazo y sin pulgar derecho. Su mamá tenía plomo en sangre. Foto: IGNACIO CONESE/El País

Del plomo a la pandemia

Hoy el coronavirus ha invadido Abra Pampa con más fuerza que ninguna otra ciudad jujeña. “El pueblo está sorprendido, nadie pensó que iba a llegar, nadie lo imaginaba”, cuenta Franklin y relata que las calles están vacías y la gente está asustada.

La situación sanitaria en el lugar no deja de ser precaria a pesar de que su hospital ha sido hecho casi a nuevo. Cuenta que son un "hospital derivador", que la mayoría de los casos importantes de que llegan deben ser enviados a otros lugares, a pesar de que ellos mismos son el punto al que llegan personas de todos los poblados que rodean a la ciudad.

El Gobierno provincial ha instalado en Abra Pampa, como en muchas otras localidades, hospitales de campaña para atender a los pacientes con síntomas leves de covid-19. Hoy ya son 42 los infectados de la ciudad, casi un tercio del total de la provincia.

La esperanza es que, cuando todo esto pase, la pandemia no deje secuelas y heridas tan profundas como las que dejó la mina. Esas que trataron de arreglar con un anfiteatro que, como relata Franklin, durante años no era inaugurado porque no conseguían habilitaciones que acreditara que la zona estuviera libre de contaminación. Un anfiteatro que finalmente lo inauguraron en 2019 y que, como él dice, no tiene mucho sentido en un lugar donde el viento apenas permite estar de pie.

Abra Pampa: cómo vive la pandemia la ciudad jujeña más asediada por el coronavirus.

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