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2 de enero de 2020 - 22:08
Alta costura artesanal 

De Jujuy a Milán y el New York Fashion Week: los tejidos de Julia Velazquez

Julia Velazquez es una tejedora jujeña cuyas creaciones se presentan y venden en las pasarelas más importantes del mundo de la mano de la marca sustentable Ibraina y el diseñador Fabio Tonañez.

Andrea Miranda
Por  Andrea Miranda

Milán es la capital mundial de la moda y la sede por excelencia para encontrar las creaciones más espectaculares de los diseñadores y costureros top del mundo. Hasta tiene el famoso monumento Ago, filo e nodo (Aguja, hilo y nudo), en la plaza Cardona, que representa un homenaje a ese mundo de creatividad. Y la aguja, o más bien las agujas, son también el símbolo y origen de la creatividad y el arte de Julia Velazquez, una tejedora jujeña que ha llegado con sus creaciones hasta las calles que rodean al famoso Quadrillatero della moda.

Julia nació en San Miguel, en provincia de Buenos Aires, pero se mudó a Jujuy cuando era una beba de un año y medio. Vivió un tiempo en Parapetí, en San Pedro, y después se trasladó con su familia a La Esperanza, donde su papá consiguió una casa. Allá vivió hasta los 14 años, cuando volvieron a Buenos Aires, donde sigue hasta hoy, aunque aclara que no dejó nunca de sentirse jujeña y que mudarse “le dolió mucho" porque a Jujuy la sintió siempre como su provincia.

“Chinita traé las agujas”

Julia empezó a tejer cuando tenía cuatro años. En una entrevista con TodoJujuy.com cuenta que siempre miraba a su abuela con las dos agujas y la enloquecía para que le enseñara. Hasta que un día la señora le dijo: “Chinita, dale, vení, traé las agujas que te enseño”. Y le enseñó a poner los puntos en las agujas y a empezar a tejer. Y desde entonces no paró.

“A veces mi mamá decía: ‘Este buzo lo voy a tirar porque ya no sirve más’ y yo lo agarraba y lo destejía y volvía tejer, y así practicaba”, cuenta. Cuando tenía diez años, su mamá la anotó en la Casa de la Cultura de Jujuy donde le enseñaban a hacer bufandas. Pero Julia ya sabía hacer bufandas, ella lo que quería era aprender a hacer ropa. Así que dejó las clases y siguió sola, con algunas cosas que aprendió en las clases de actividades prácticas que tenía en el colegio.

Con el tiempo su pasión por el tejido fue creciendo y antes de volver a Buenos Aires comenzó a vender algunos trabajos que hacía a pedido a la gente.

La pasión, el trabajo y Fabio

Lo que para Julia comenzó como un hobbie o una pasión se convirtió en su medio de vida hace 20 años y casi por casualidad. Su esposo se había quedado sin trabajo y su hija conoció a una señora que hacía tejidos para otra mujer. Las contactó y comenzó a tejer “para afuera”. Su trabajo comenzó a gustar y, cuenta, “me largué a pleno con el tejido de producción hasta que conocí a Fabio”.

Fabio es Fabio Tonañez, un diseñador que creció entre los hilos y las máquinas de coser de su abuela modista en el pequeño pueblo misionero El Dorado y que hoy triunfa en el país y el mundo de la mano de Ibraina, su marca de moda sustentable que fusiona el diseño y la sofisticación europea con el tejido artesanal, que hoy viene de la mano de Julia.

Ibraina se llama así en honor a la abuela de Fabio y no solo es elegida por famosas argentinas como Natalia Oreiro, Flor de la V y Catarina Spinetta, sino que pisa fuerte en las pasarelas más famosas del mundo - New York Fashion Week incluido - y se vende en Milán y en Buenos Aires.

Julia y Fabio se conocieron bastante tiempo después de que ella, sin saberlo, comenzara a tejer para él, a través de la coordinadora de un grupo de tejedoras que les hacía los encargos. Hubo una vez tuvo que Julia fue la única de ese grupo capaz de hacer un chal con unas flores. “Lo hicimos con mi hija, se lo presentamos y ella quedó súper contenta”. Cuando el trabajo se redujo, Julia y su hija fueron las que únicas siguieron trabajando hasta la coordinadora comenzó a dedicarse a otra cosa y la contactó directamente con Fabio. Ella le escribió un mensaje y él le dijo que quisieran que hicieran cosas juntos, que no hacía falta que se conocieran antes, que él quería trabajar con ella. “Dame tu dirección y te llevo algo de material”, le dijo.

“Me cae a los dos o tres días con cinco o seis bolsas de materiales de una casa de Capital que es carísima. Y yo lo miré y lo único que le supe decir fue: ‘Vos estás loco, sin conocerme estás confiando tanta cantidad de material tan costoso’. ‘Con lo que me hablaron de vos, no hace falta más nada’, me contestó”.

Eso fue hace casi doce años. Hoy siguen trabajando juntos y han convertido a Ibraina en lo que es ahora. “Soy feliz porque gracias a él se me abrieron un montón de puertas, aprendí un montón de cosas”, cuenta ella.

#Repost @guillermofridman with @get_repost・・・Campaña @ibraina.ba #2019 #newyork #nycCon la potra de @priscilaprete ph /makeup : @guillermofridman con productos : @maybelline @mayb_paraguayProducción : @fabio.tonanez#makeup #fashion #argentina #paraguay #tokyo #paris #canada #milano #spain @carmensteffensargentina @carmensteffensparaguay

El tejido como un trabajo sin género

Ibraina presenta sus colecciones como inspiradas en el poder de las mujeres, de mujeres que empoderan, conectan y preservan sus almas. Y Julia es el reflejo de esas colecciones. Ella trabaja en su casa, en provincia de Buenos Aires, con un grupo de diez tejedoras que ella coordina mientras sigue tejiendo “a la par de todas”. “Es lo que yo amo y trato de seguir haciéndolo lo mejor que puedo para cumplir con las clientas. Y cuando hay que correr soy yo la que estoy ahí”.

Julia deja su pasión en cada prenda, en cada punto, en cada detalle de su labor que es arte en sí mismo. Pero que su arte haya sido reconocido como su trabajo no fue fácil para ella, incluso en el ámbito de su familia.

“Eso duele - cuenta con la voz un poco temblorosa pero segura de lo que logró -. Duele porque ellos veían solamente una mujer sentada tejiendo sin hacer nada y detrás de esto hay mucho tiempo, mucho profesionalismo, mucho sacrificio, muchas horas de estar sentada y no descansar. Es la pasión lo que te lleva a hacer eso pero también es el sustento de mi familia”.

Julia cuenta que peleó mucho “hasta que reconocieron que esto es un trabajo y que la familia depende de esto, y así le pasa a muchas tejedoras”. Sueña con que el tejido sea reconocido como un trabajo profesional y no como hobbie, que se enseñe a ese nivel y que se termine la barrera que lo califica solo como para mujeres. “Mi hijo varón también algo teje, me encantaría que se enseñe a varones y a mujeres por igual”, comenta.

La cima del mundo de la moda y lo que viene después

Cuando le preguntan qué siente al ver sus creaciones admiradas y aplaudidas en las pasarelas más importantes del mundo, Julia se emociona: “Es difícil de explicar porque yo me acuerdo de cuando era chica y nunca me hubiera imaginado lo que me pasa hoy en día. Ver que mis tejidos puedan llegar a una pasarela y a venderse en otros lugares. Todavía no lo puedo creer. Pero es gracias al apoyo de Fabio y a la confianza que él tiene ciegamente en lo que yo hago”.

Después de haber llegado a la cumbre del universo fashion, la pregunta es cuáles son sus próximas metas, que también tiene muy claras. “Seguir con Ibraina”, dice primero, y rápidamente agrega: “Y uno siempre quiere algo para sí mismo”. Y ahí viene el relato del sueño: “Dos días atrás Fabio me dijo que piense como si ya fuera una realidad en el hecho de tener mi propia marca y poder hacer este trabajo para mí, no para otro. Sé que cuento con su apoyo y, como él me dice: ‘Siempre vas a ser Ibraina’”.

Y en ese sueño de su propia marca, dice que le gustaría mucho tejer para novias, “fusionar como hacemos con Ibraina, tela, brillos, tejidos para una novia más actual, no tan estructurada en el vestido, más atrevida, que se anime a otras cosas”.

ibraina tejidos

A Jujuy siempre se vuelve

Hace muy poco Julia fue reconocida por su trabajo en una presentación en el Monumento a los Héroes de la Independencia en Humahuaca: “Fue increíble volver y hacerlo de la forma en la que Fabio me presentó. Fue una sorpresa. Él solo me pidió que hiciera un diseño exclusivo de novia e hice un mono blanco. Cuando me presentó dijo ‘quiero presentar a mi amiga’, primero y ‘a mi diseñadora’ después, yo no lo podía creer. Y más hacerlo en Jujuy, el lugar donde yo comencé con mi tejido, fue muy soñado, fue lo máximo”, cuenta profundamente emocionada.

Julia termina su historia recordando a su abuela, la que le enseñó a tejer: “Me vino su recuerdo, no pude verla cuando murió ni estar en su entierro. Y yo la tengo como que está aquí. Y pensaba en que si ella estuviera aquí estaríamos viviendo esto juntas”.

julia ayarde tejidos ibraina

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