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SUSCRIBITE Ni el fuerte frío ni el intenso sol de las tardes detiene el espíritu de los fieles que caminan entre las piedras. Cansados pero con esa fuerza que nace desde el interior, peregrinan para poder ver a la tan querida mamita del cerro.
No se pide ni se agradece, el objetivo de este ascenso es la visita a nuestra protectora. Es un viaje que se espera porque, de verdad, es algo que se siente bien adentro y que genera tranquilidad en el alma.
Con mochilas, bolsas de dormir, carpas, abrigos y bastones, los fieles ascienden. El que es más joven sube por Tunalito, que a pesar de ser más “corto”, cuesta un poco más por ser un sendero empinado, por Tumbaya, peregrina aquel que tiene experiencia pero que a la vez, los años, hacen que su ascenso sea más lento.
La edad no es algo que impida visitar a la virgencita. Grandes y chicos caminan por igual buscando llegar a la cima. En el santuario, la misa es una de las más disfrutadas, no solo por el mensaje sino que también el paisaje hace que sea un evento único.
La peregrinación culminará el Domingo de Ramos, cuando la virgen sea trasladada, acompañada por la banda de Sikuris, desde las alturas hasta la iglesia de Tumbaya, donde el obispo, Cesar Fernández, oficiará a las 19 la misa principal.
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