Según cuentan, su santidad era palpable. Era común verlo predicando, cuidando a los hijos de los zafreros mientras éstos cortaban las cañas en medio de los surcos, preparándoles la comida y hablándoles de la existencia de un Dios, para el cual todos somos iguales.
El padre Juan José Núñez de la Orden de Franciscanos Menores estuvo en la parroquia Santa Teresita y beato Juan Bautista Scalabrini, en la ciudad jujeña de San Pedro. Estas casas religiosas están a cargo de los padres misioneros scalabrinianos y fue el lugar propicio para recabar testimonios necesarios para el proceso de canonización del padre Tarsicio Rubín. De regreso en la capital jujeña el sacerdote adelantó que la causa está en la fase final diocesana y que luego, el Tribunal integrado por cuatro presbíteros y presidido por el obispo de Jujuy, monseñor César Daniel Fernández, se trasladará hasta otras provincias argentinas y al vecino país de Chile, donde sumarán testimonios y estima que para septiembre, se tendrá toda la documentación para ser remitida a Roma.
La causa de beatificación del misionero se inició en 2008 cuando el entonces obispo de Jujuy, monseñor Marcelino Palentini SCJ, firmó el reconocimiento para continuar la causa de beatificación del misionero scalabriniano Tarsicio Rubín, expresando que había remitido documentales a la Santa Sede, a efectos de que permitan efectuar y se reconozcan los trabajos previos para presentar dicha causa.
El padre Tarsicio Rubín, nació el 6 de mayo de 1929 en el norte de Italia. Fue ordenado sacerdote, el 21 de marzo de 1953 y llegó a la Argentina el 9 de abril de 1974.
En 1975 Dios lo llevó hacia el norte argentina, lugar del que se enamoró y significó una gran figura en el establecimiento y organización de los misioneros scalabrinianos en la ciudad de San Pedro de Jujuy, desde donde se canalizaron las actividades tendientes a la atención de los migrantes. A fines de septiembre de 1983, el misionero cayó gravemente enfermo y fue derivado a Córdoba. Sin hacer caso a la recomendación médica, afirmó “Si algún día no vuelvo es porque me quedé en Jujuy volando como el cóndor”
El 3 de octubre cuando unos niños fueron a despertarlos encontraron su cuerpo sin vida tendido frente al altar. Sus restos descansan en la capilla del cementerio Cristo Rey de San Pedro.
Sin dudas sus relatos denotan santidad. Cuentan que se instalaba en los ingenios para trabajar a la par de su gente y los juntaba para la misa o dar catequesis a los niños. Durante toda su vida afirmó con sus hechos y palabras el deseo de vivir la pobreza y llevar adelante una vida misionera.
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