No fue un programa más. Raquel Abraham nos tocó el corazón a todos. En su programa de las tardes, dialogó con dos de los primeros jujeños que tuvieron trato con Marcelo Palentini, un obispo que dejó una huella imborrable en todos.
El Dr. Ernesto Siufi lo conoció en su carácter de oftalmólogo y entabló una amistad de años: “Llegó y tuvo un problema muy serio en la vista. Me encontré una persona muy sencilla y muy cálida. Un día cometo el hermoso error de preguntarle si le gustaban las pastas y lo invite a cenar. Allí nació una costumbre de comer cada tanto en mi casa”, dijo y destacó las largas charlas que tenían “siempre tenía una anécdota nueva, un cuento nuevo, opinaba de todo, pero con un enfoque distinto”, aseguró.
Llegó en septiembre de 1995, desde un pueblo de Chaco, donde también había dejado muchos amigos. Miguel Mendoza, administrador del Obispado y Adolfo Palermo, fueron los encargados de traerlo a la provincia: “estaba en General San Martín en Chaco. En ese pueblo era muy querido por su tarea. Recuerdo que le contamos de la Fiesta de los Estudiantes y ese año pudo vivirla”, manifestó Adolfo Palermo.
Nació un 17 de septiembre en Italia y se fue el 18 del mismo mes en el 2011, en Jujuy, un domingo. Miles de jujeños lloraron su partida. Un obispo distinto, con grandes cualidades para hacerse querer y buscar siempre una solución a los conflictos. El padre Marcelo, para muchos, quedará en el corazón y la memoria de todos los jujeños.
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