La Cuaresma ha iniciado oficialmente para la religión católica tras la celebración del Miércoles de Ceniza, una fecha que simboliza la preparación de 40 días antes de la Semana Santa, en la que se conmemora la crucifixión de Jesús de Nazareth, por lo que durante este periodo se realizan ciertos actos simbólicos.
Viernes de Cuaresma
En la religión católica, los viernes de la Cuaresma tienen un importante significado, al ser el día en que se dio la crucifixión del “Hijo de Dios”, por lo que es durante los viernes de esta temporada cuando se realizan estos “sacrificios” en forma de abstinencias y ayuno.
Los viernes de Cuaresma son días de observancia especial para los cristianos, especialmente para los católicos, como parte de un periodo de 40 días dedicado a la reflexión, la penitencia y el sacrificio en preparación para la Semana Santa, que conmemora la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo.
Semana Santa
El ayuno y la abstinencia son prácticas esenciales en la vida cristiana, especialmente durante la Cuaresma, tiempo de preparación para la Semana Santa.
Por qué no se come carne los viernes de Cuaresma
El ayuno cristiano, y más en concreto el ayuno de Cuaresma, es una propuesta espiritual que va mucho más allá de saltarse alguna comida. La práctica de no comer carne en estos días tiene fundamentos religiosos y simbólicos que se basan en una tradición de la Iglesia católica.
La carne representa históricamente un alimento asociado con el lujo, la festividad y la abundancia, por lo que renunciar a comerla durante los viernes de Cuaresma es un acto de penitencia y sacrificio. Este sacrificio busca recordar a los creyentes los sufrimientos de Jesucristo y fomentar una actitud de humildad, autocontrol y reflexión espiritual. Al evitar la carne, los fieles demuestran su disposición al arrepentimiento y a vivir de manera más sencilla durante este periodo.
Desde los primeros tiempos del cristianismo, el ayuno ha sido considerado como una herramienta espiritual poderosa entre aquellos que quieren crecer en su relación con Dios. De hecho, el origen de esta praxis hunde sus raíces mismas en el Antiguo Testamento y era una práctica habitual en el pueblo de Israel.
En el Evangelio, se narra cómo Jesús mismo ayunó durante cuarenta días en el desierto antes de comenzar su misión (Mt 4, 2), y en el Sermón de la Montaña lo daba por sentado entre sus oyentes, aunque dejó claro que el ayuno debe ir unido a la humildad para que sea eficaz: «Cuando ayunéis, no pongáis cara triste como los hipócritas» (Mt 6,16).
La festividad de origen cristiana tiene sus inicios en el Triduo Pascual, que corresponde a los momentos de pasión, muerte y resurrección de Jesucristo.
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Semana Santa
Ayuno durante la Cuaresma. La festividad de origen cristiana tiene sus inicios en el Triduo Pascual, que corresponde a los momentos de pasión, muerte y resurrección de Jesucristo.
Ayuno y abstinencia en Cuaresma
La Iglesia católica establece el ayuno y la abstinencia como una forma de vincularse espiritualmente con el sacrificio de Jesús en la cruz. Según la tradición, el viernes, día en que se conmemora la crucifixión, tiene un carácter particularmente solemne, por lo que la abstinencia de carne se convierte en una práctica simbólica de respeto y devoción.
En su lugar, las personas suelen consumir pescado o alimentos de origen vegetal, lo que también tiene relevancia simbólica. En el cristianismo primitivo, el pescado estaba asociado con Jesús, ya que el acrónimo griego “Ichthys” (pez) representaba las palabras: “Jesucristo, Hijo de Dios, Salvador”. Esto convirtió al pescado en una opción tradicional para las comidas en días de abstinencia.
La penitencia cristiana
La verdadera penitencia cristiana no es un sacrificio vacío, como explica el Catecismo: «La penitencia interior es una reorientación radical de toda la vida, un retorno, una conversión a Dios con todo nuestro corazón».
Así, según el Magisterio de la Iglesia, el ayuno no es un fin en sí mismo, sino que debe ir acompañado de oración y limosna, es decir, de atención a Dios y al prójimo. Porque, como decía san Agustín, “el ayuno y la limosna son las dos alas de la oración, que la elevan hasta el cielo”.
Hay mucho más allá del ayuno, la penitencia y el no comer carne en viernes de Cuaresma. Se habla de un cambio interior, de actitudes, de formas. Es una penitencia espiritual, una preparación para acompañar en el sacrificio, muerte y resurrección de Jesús
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