De las 45 materias que cursó, Virginia Bernal aprobó cuarenta y dos materias con 10 de promedio. En las otras tres materias, su nota final fue un 9. Así, llegó a tener un promedio de 9,93 en el analítico. Aprueba catorce materias con 10, y una con 9. Llevado al fútbol, sería algo así como ganar catorce partidos y empatar uno. De esa forma, hubo años (el 2015, por ejemplo) en que su promedio anual fue un 10 rotundo.
¿Cómo llegó a eso? “La nota no era el objetivo, era una consecuencia. Me gusta aprender, siempre quiero saber más, no me quedo con lo que necesitaba para aprobar”. Aprobar con un machete no servía, llegar al 10 a como dé lugar no era el objetivo. Ella quería saber, estudiaba por obligación y por gusto. Era una menottista en la carrera de Derecho en la Universidad Nacional de Córdoba.
(Una rápida aclaración: Menottista sería un estilo –o una filosofía– de juego en la que lo importante es jugar bien, jugar lindo, hacer un lindo espectáculo. Es algo como lo que hace el Barcelona. Bilardista, en contraposición, es una forma de juego en la que importa ganar, aunque sea con un penal mal cobrado sobre la hora, aunque sea dándole agua con somnífero a un rival –como se dice que alguna vez hizo Carlos Salvador Bilardo. Un Menottista no aceptaría de buena gana un gol con la mano).
Entonces, Virginia estudiaba. “Cuando no estaba en clase, estudiaba en mi casa. Pero todos los días estudiaba mucho, menos los fines de semana o cuando iba al gimnasio”. Le gustaba hacer trabajos en grupo porque sabe que uno puede equivocarse, pero para estudiar necesitaba estar sola.
Hubo profesores que al ver que era una alumna excelente podían ser más condescendientes, y tuvo otros que por el contrario, al ver a una alumna que casi siempre sacaba un 10, le exigían más. Ninguna de las dos opciones le parece justa a la Messi de las universidades públicas del país. Como debería pasar con todos los abogados, lo que le interesa es la Justicia, que a todos se les exija igual. Un jugador bilardista no tendría problemas en simular un penal para ganar el partido, aunque sea injusto. El Menottismo debería ser la filosofía de todos los estudiantes de Derecho que supuestamente deberían buscar la Justicia como fin último y supremo.
Tuvo una suerte: no necesitó trabajar, pudo dedicarse a estudiar. La suerte que a veces tienen los grandes jugadores, que nacen con un talento superior al resto de los mortales. Después hay que saber aprovecharlo, y ése no es un mérito menor.
Virginia se presentó a una beca que en un convenio entre la Universidad Nacional de Córdoba, donde estudiaba, y la Autónoma de Madrid, que la llevó a España. Estando allá se enteró que había ganado otra beca, otorgada por el portal de noticias Misiones Online que daba un premio en efectivo al mejor promedio de universidades públicas nacionales.
Hoy, ya recibida de abogada, Virginia está haciendo un curso de tributario ambiental, procesal tributario y penal tributario. Esa rama es la que más le gusta, la relacionada con los derechos tributarios, fiscales, la evasión impositiva. Paró un poco la pelota, mira el campo de juego y analiza cuál es la mejor jugada posible: el pelotazo para adelante casi nunca es una opción. Después de contar del curso de dos meses que está haciendo, agregó que quiere hacer estudios más formales y complejos relacionados a lo tributario: una maestría, algún posgrado. Y otra vez, está lista para jugar bien y lindo, como la mejor forma de alcanzar el objetivo.
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