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SUSCRIBITEEl informe es liderado por Joseph Stiglitz y Martín Guzmán. Cuestiona al FMI y solicita fundamentos financieros para una economía sostenible y humana.
El trabajo fue liderado por el premio Nobel Joseph Stiglitz y el ex ministro de Economía Martín Guzmán.
Un grupo conformado por más de treinta reconocidos economistas a nivel internacional, entre ellos el premio Nobel Joseph Stiglitz y el exministro de Economía argentino Martín Guzmán, presentó este viernes en el Vaticano un informe con recomendaciones para enfrentar el agravamiento de las crisis de deuda que afectan a los países en desarrollo.
El trabajo, denominado “Informe Jubilar: Propuestas para afrontar los desafíos de deuda y desarrollo”, fue elaborado a pedido del Papa Francisco en el marco del Año Jubilar 2025, una de las últimas iniciativas relevantes de su papado.
Aunque incluye planteos de alcance global, el informe adquiere particular relevancia para naciones como Argentina, que, pese a haber renegociado su deuda en 2020 y cerrado dos acuerdos con el FMI —el más reciente en abril—, continúa sin acceso pleno al financiamiento internacional y mantiene un riesgo país en torno a los 700 puntos, aun tras el fuerte ajuste impulsado por la gestión de Javier Milei.
Según cifras de la UNCTAD, ya son 54 los países en desarrollo que destinan al menos el 10% de sus ingresos fiscales únicamente al pago de intereses de deuda.
El informe subraya que esta pesada carga financiera ha desviado fondos cruciales que deberían orientarse hacia sectores clave como la salud pública, la educación, las obras de infraestructura o la adaptación al cambio climático. Como consecuencia, millones de personas han quedado sin acceso a servicios médicos esenciales, alimentos o fuentes de trabajo.
Ante este panorama, el documento plantea una serie de transformaciones estructurales a escala global, con el objetivo de modificar los incentivos existentes que actualmente benefician a los acreedores privados y complican las renegociaciones necesarias para restablecer la viabilidad de las obligaciones financieras. Entre las principales líneas de acción propuestas se encuentran:
En el acto de presentación del documento, Martín Guzmán enfatizó que el informe propone "una hoja de ruta para evitar otra década perdida", y advirtió que actualmente “más de 3.000 millones de personas viven en países que destinan más a pagar deuda que a salud o educación”. Además, insistió en que es necesario tomar medidas urgentes, impulsadas por decisiones políticas más que por consideraciones económicas.
En sintonía, el premio Nobel Joseph Stiglitz remarcó que el sistema actual de endeudamiento “sirve a los mercados financieros, no a las personas” y alertó que, si no se concretan reformas estructurales, “una generación entera perderá su futuro”.
El informe también integró perspectivas de países del Sur Global, donde se hizo foco en la dimensión ética del endeudamiento. El sacerdote jesuita Charlie Chilufya, de origen africano, definió a la deuda como “una catástrofe moral” y sostuvo que “se paga con vidas humanas”. Por su parte, la activista ambiental filipina Mitzi Jonelle Tan denunció los efectos del sistema financiero internacional: “Nos dejan países ahogados en inundaciones y deudas. No pedimos compasión, exigimos justicia”.
Mahmoud Mohieldin, representante especial de Naciones Unidas, sostuvo que cuando un Estado prioriza el pago de intereses por sobre las inversiones en desarrollo, está fallando a su población, no a sus prestamistas. A su vez, destacó positivamente que las ideas planteadas en el documento estén alineadas con las orientaciones del organismo multilateral.
El texto difundido en el Vaticano forma parte de las acciones previstas en el contexto del Año Jubilar 2025, una costumbre ancestral de la Iglesia católica que tiene sus antecedentes en las enseñanzas del Antiguo Testamento. Según esa antigua tradición, cada medio siglo se promovía la cancelación de deudas, la liberación de esclavos y la restitución de tierras como forma de restaurar la justicia social y equilibrar las desigualdades acumuladas.
El papa Francisco recuperó ese simbolismo histórico y lo adaptó al presente, promoviendo que el Jubileo funcione también como herramienta para combatir las desigualdades del sistema financiero internacional. Desde que asumió como pontífice, ha denunciado con firmeza que el modelo económico vigente “mata” y colocó el problema del endeudamiento global como una de sus principales preocupaciones.
En la etapa final de su pontificado —particularmente durante 2024— redobló su compromiso con esta causa mediante la creación de la Comisión del Jubileo. Lo hizo convencido de que era imprescindible una respuesta tanto ética como política frente a las crisis de deuda que golpean con más fuerza a las naciones empobrecidas. En uno de sus últimos pronunciamientos, afirmó: “Es hora de que las finanzas estén al servicio de las personas y del planeta, no del lucro a cualquier costo”. También exhortó a los líderes globales a crear un mecanismo internacional de reestructuración de deuda soberana “basado en el bien común y la equidad”.
Esta perspectiva se concretó en la conformación diversa de la Comisión, la cual reunió representantes del ámbito académico, organizaciones sociales, activistas ambientales y grupos religiosos, con el propósito explícito de que el Jubileo de 2025 no se limite a ser un evento meramente simbólico.
El ejemplo más reciente de un Jubileo con repercusiones económicas fue el del año 2000, cuando se perdonaron más de 100.000 millones de dólares en deudas de las naciones más desfavorecidas, a través de la iniciativa HIPC (Heavily Indebted Poor Countries). No obstante, tal como señala el informe, “la ausencia de reformas estructurales tras aquella condonación y los cambios en la arquitectura financiera global generaron nuevas vulnerabilidades que hoy amenazan con revertir los avances conseguidos con tanto esfuerzo”.
A diferencia de la iniciativa anterior, que se enfocaba principalmente en naciones con ingresos reducidos y bajo la dirección predominante del G-8, este nuevo documento intenta ampliar el espectro de soluciones para incluir a países de renta media y contempla la creciente implicancia de acreedores del sector privado. Asimismo, sugiere dejar atrás la práctica de condonaciones puntuales para avanzar hacia un diseño global integral que permita anticipar y evitar futuros colapsos financieros.
“Hoy no basta con una nueva ronda de alivio de deuda —señala el texto—. Se necesita un cambio sistémico, una verdadera transformación de las reglas del juego globales”.
Aunque el Informe Jubilar fue diseñado como un plan de acción de alcance global, sus recomendaciones resultan especialmente pertinentes para países como Argentina. Aunque actualmente la nación no se encuentra entre las que destinan más del 10% de sus ingresos fiscales al pago de intereses —gracias en parte a la reciente reestructuración de su deuda bajo leyes extranjeras—, continúa enfrentando un elevado nivel de endeudamiento y una notable fragilidad financiera.
Desde el año 2022, Argentina ha firmado dos pactos con el Fondo Monetario Internacional en el marco de un programa excepcional que la posicionó como el principal deudor de dicha entidad. A pesar de estas gestiones, el país aún no ha logrado restablecer plenamente su acceso a los mercados internacionales de crédito. Cabe destacar que, de los 22 acuerdos anteriores, casi todos concluyeron en crisis y fracasos económicos.
El documento presentado en el Vaticano apoya una serie de modificaciones que podrían influir directamente en la situación actual, según afirmó Guzmán:
“Una arquitectura financiera global que permite que miles de millones de dólares salgan de los países pobres mientras se multiplican las necesidades básicas insatisfechas no solo es ineficiente: es inmoral”, resume el informe.
El plan estratégico presentado en el Vaticano será objeto de análisis durante la IV Conferencia Internacional sobre Financiamiento para el Desarrollo, que tendrá lugar en Sevilla entre el 30 de junio y el 3 de julio. Además, se espera que sea tema de debate en la Asamblea General de las Naciones Unidas en septiembre y en la reunión del G20 en noviembre, escenarios clave para evaluar el compromiso político de los principales protagonistas del sistema financiero mundial.
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