La oscura creación del títere, un relato de crueldad, muerte y cambio, se originó en la triste infancia de Carlo Collodi, creador de Pinocho.
En realidad, Collodi terminó su serie original de Pinocho en la revista con el niño de madera ahorcado.
El Pinocho que realmente existió difiere enormemente de la imagen que sueles tener en mente. En el año 1940, el mundo presenció una revolución cinematográfica que transformaría para siempre la visión de un clásico de la literatura. Walt Disney presentó su versión de Pinocho, una obra que distanció a la famosa marioneta de madera de su oscuro origen literario y la convirtió en un símbolo de la inocencia infantil.
Sin embargo, bajo la apariencia de esta adaptación, se esconde una narrativa original llena de sombras, tragedias y una conexión autobiográfica que muy pocos conocen.
Carlo Collodi, cuyo nombre verdadero era Carlo Lorenzo Filippo Giovanni Lorenzini, nació en Florencia, Italia, en 1826. Fue el genio creativo detrás de Pinocho, un personaje que surgió no con la intención de entretener a los niños con cuentos de hadas, sino como resultado de una profunda exploración de los aspectos más sombríos de la humanidad y la niñez. Antes de convertirse en el alegre y encantador títere ansioso por ser humano que conocemos, Pinocho representaba las tragedias y adversidades que Collodi presenció y experimentó desde una edad temprana en su vida.
La ciudad de Florencia, donde nació Collodi, estaba marcada por la dualidad entre la esplendorosa belleza del Renacimiento y la cruda realidad de sus callejones angostos y sombríos, donde la muerte y la enfermedad eran compañeras constantes. Como el mayor de diez hermanos, Collodi sufrió el devastador golpe de perder a seis de ellos antes de que alcanzaran la edad adulta. Estas tragedias dejaron una profunda huella en su percepción del mundo y en su producción literaria.
Las experiencias de Collodi, marcadas por la escasez de alimentos y las enfermedades, se plasman en Pinocho con una intensidad existencial. El protagonista no solo se enfrenta a riesgos físicos, sino también al constante temor al hambre y a las enfermedades, aspectos que se entrelazan a lo largo de la historia y reflejan las sombras que acosaron a Collodi en su juventud.
En la narrativa original de Collodi, el personaje de Pepito Grillo, hoy reconocido como el encantador y moralista compañero de Pinocho en la adaptación de Disney, tiene un destino mucho más sombrío. Harto de las constantes admoniciones de Pepito, Pinocho lo elimina con un martillo, un acto de violencia que pone de manifiesto la dureza con la que Collodi transmitía las lecciones morales a través de su obra. Esta crudeza y la serie de trágicas desventuras en las que se encuentra envuelto Pinocho son un testimonio de la fuerte crítica que Collodi dirigía hacia los estándares morales y sociales de su época.
La narrativa original de la marioneta es un inquietante recordatorio de las duras realidades que los niños enfrentaban en la Italia del siglo XIX. Desde estar al borde de ser incinerado como combustible hasta casi ser ahorcado por sus recurrentes adversarios, el Zorro y el Gato (dos figuras secundarias de la historia), la existencia del títere es una secuencia de acontecimientos desgarradores hasta que finalmente aprende a asumir sus obligaciones.
Sin embargo, Pinocho no se reduce a una secuencia de tragedias; en su esencia, es un relato de redención. A pesar de su turbulento comienzo y la sucesión aparentemente interminable de castigos, la marioneta logra finalmente cambiar. Esta transformación de Pinocho, de ser un reflejo de los temores más profundos de la niñez a convertirse en un emblema de esperanza y moralidad, es, quizás, lo que ha asegurado su perdurabilidad a lo largo de las generaciones.
La peculiaridad de Pinocho radica en su capacidad de ser reinterpretado y ajustado a diversas culturas y eras, conectando con audiencias a lo largo del tiempo gracias a su universalidad y profunda humanidad. Las versiones contemporáneas de Pinocho, como la adaptación realizada por Guillermo del Toro en 2022, que sitúa la trama en la Italia fascista de los años 30, demuestran que el atractivo de esta obra va más allá de su oscuridad original, abriendo paso a nuevas interpretaciones que exploran la complejidad del crecimiento, la responsabilidad y la regeneración.
La obra de Carlo Collodi continúa desafiando las interpretaciones superficiales, recordándonos que para confrontar los temores del mundo, es crucial que nos eduquemos y evolucionemos, en vez de simplemente ser observadores pasivos de nuestra propia narrativa. Pinocho, en última instancia, representa una exaltación de la capacidad humana para adaptarse, una celebración de la posibilidad de transformación, y una reflexión profunda sobre las contradicciones inherentes que nos definen.
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