A través de 47 visitas apostólicas a 66 países, el papa Francisco priorizó regiones en conflicto y comunidades marginadas, combinando gestos simbólicos con acciones concretas que con su presencia marcaba el rumbo de su pontificado y una característica que marcó un protagonismo ineludible en cada uno de los lugares visitados
Conocer distintas realidades
Su primer viaje apostólico fue a Brasil, donde incluyó la Jornada Mundial de la Juventud en Río de Janeiro, instando a los jóvenes a “hacer lío” para transformar estructuras sociales y eclesiásticas obsoletas. Visitó favelas y hospitales, enfatizando la opción por los pobres.
En Belén, Tierra Santa, rezó ante el muro de separación israelí-palestino y apoyó públicamente la creación de un Estado palestino soberano, subrayando la urgencia del diálogo. Durante su visita a Polonia, optó por el silencio en el campo de concentración nazi de Auschwitz, destacando la memoria como antídoto contra el odio.
En el 2019 visitó los Emiratos Árabes Unidos. Fue el primer papa en la península arábiga, firmando el Documento sobre la Fraternidad Humana con el gran imán de Al-Azhar, Ahmad Al-Tayyeb, y celebrando una misa multitudinaria en Abu Dabi.
Otra de sus visitas a lugares conflictivos fue en Irak. A pesar de los riesgos, se reunió con el ayatolá Ali al-Sistani en Nayaf y visitó Mosul, ciudad arrasada por el ISIS, para promover la reconciliación interreligiosa.
En Sudán del Sur, junto al arzobispo de Canterbury y el moderador de la Iglesia de Escocia, abogó por la inclusión de mujeres y jóvenes en los procesos de paz, en un país devastado por guerras civiles.
En 2024, fue su último viaje a Córcega, que incluyó un encuentro con Emmanuel Macron y una misa en Ajaccio, reforzando el diálogo Iglesia-Estado en Europa.
Estrategia y legado
Promovió encuentros históricos, como la plantación de un olivo en el Vaticano en 2014 con los líderes de Israel y Palestina, y la consagración de Rusia y Ucrania al Inmaculado Corazón de María, hecho sucedido en 2022, promoviendo un diálogo interreligioso. Priorizó países con minorías católicas y zonas en conflicto, como la República Centroafricana y Mozambique, para visibilizar crisis humanitarias.
Usó un lenguaje accesible y gestos cercanos (como visitar campos de refugiados), consolidando una imagen de líder global comprometido con los derechos humanos.
Su pontificado no solo fortaleció la presencia católica en áreas normalmente no prioritarias, sino que también redefinió el papel del Vaticano como mediador en conflictos contemporáneos.
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