Luego de una campaña electoral convulsionada, que incluso dejó una treintena de muertos, Honduras fue a las urnas para elegir un nuevo presidente, donde las tendencias indican que la candidata opositora Xiomara Castro se impuso con el 53,52 por ciento de los votos cuando se computaron 42 por ciento de las actas, de acuerdo al informe preliminar del Consejo Nacional Electoral (CNE) hondureño.
Honduras: Castro se encamina a ser la próxima presidenta
La ex primera dama y candidata de la oposición aventajaba por casi veinte puntos al oficialista Asfura. Honduras registra una pobreza cercana al 60 por ciento.
En segundo lugar se ubicaba el conservador oficialista Nasry Asfura, con 33,95% y la participación era de 62% del padrón, una marca considerada “histórica” por el presidente del CNE, Kelvin Aguirre, según la transmisión en vivo de la televisora hondureña GoTV.
Los hondureños eligieron al sucesor del presidente Juan Orlando Hernández, en unas elecciones que se mostraron tranquilas a pesar del clima caldeado. Apenas cerradas las urnas, tanto el partido de Castro como el de Asfura se proclamaron ganadores vía Twitter antes de que se difundieran los resultados.
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"Hemos ganado las elecciones, tenemos presidenta", anunció el partido de izquierda Libertad y Refundación (Libre), de Castro, y "ganamos, tenemos presidente", dijo el Partido Nacional (PN), de Asfura, en ambos casos en Twitter.
Esto generó una reacción tanto del Consejo Nacional Electoral (CNE) como de la Organización de Estados Americanos (OEA), que desplegó una misión de observadores para el proceso electoral y exhortó "a los candidatos y actores políticos a que tengan una actitud responsable y eviten proclamaciones y pronunciamientos anticipados", en un comunicado divulgado en redes sociales.
Antecedentes preocupantes
Castro, esposa del ex presidente de Honduras Manuel Zelaya (2006-2009), era la única entre 13 aspirantes opositores a la que los sondeos daban posibilidades de desplazar al PN tras 12 años en el poder, donde estuvo signado por causas de corrupción y nexos con el narcotráfico.
Asfura, por su parte, llegaba acusado en 2020 de malversar fondos públicos, nombrado en los Pandora Papers y vinculado al tráfico de influencias en Costa Rica.
El actual presidente había logrado la reelección cuatro años atrás en polémicas elecciones en las que enfrentó a un candidato de una alianza coordinada por Zelaya, en medio de acusaciones de fraude de la oposición y de observadores, lo que desató una ola de protestas y represión estatal que dejó una treintena de fallecidos.
Es por eso que estas elecciones generaban preocupación entre los observadores. Los temores de fraude y los reportes de al menos 31 muertos como parte de la violencia política en esta campaña avivaron las tensiones, mientras el país experimentó un salto del desempleo de 5,7% en 2019 a 10,9% en 2020, según la Universidad Nacional Autónoma, y tiene a 59% de sus 10 millones de habitantes sumidos en la pobreza.
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