"El Estado debe hacerse responsable", coreaban algunos de los manifestantes, mientras que varios sindicatos iniciaron una huelga de 48 horas para denunciar el atentado y familiares de algunas de las víctimas comenzaron a enterrar a sus seres queridos en distintas partes del país.
El Primer Ministro, Ahmet Davutoglu, rechazó las acusaciones calificándolas de "peligrosas" y "ruines", al punto que negó que los dos atentados simultáneos hayan obedecido al rol de Turquía en la guerra en Siria y que el gobierno esté arrastrando al país musulmán al pantano de violencia de Medio Oriente.
Funcionarios turcos habían dicho ayer que el gobierno creía que dos atacantes suicidas habían sido los autores de los ataques, que dejaron 97 muertos y cientos de heridos y tuvieron como blanco una marcha pacifista en Ankara organizada por opositores al gobierno, especialmente de la minoría kurda.
"Investigamos al Estado Islámico de forma prioritaria. Nos hemos acercado mucho a un nombre. Este nombre indica una organización", dijo Davutoglu sin aclarar más detalles, argumentando el peligro de alertar a posibles "células durmientes".
"Estas células durmientes podrían esconderse, podrían afeitarse la barba y cambiar de modo de vida", advirtió, citado por la agencia de noticias EFE.
La oposición ha acusado al presidente Recep Tayyip Erdogan de fomentar la violencia y las divisiones étnicas para ganar votos para su partido AKP en las elecciones legislativas del 1° de noviembre, algo que el mandatario rechaza.
En las últimas elecciones de junio, un partido kurdo tuvo un desempeño tan bueno que privó al AKP de la mayoría absoluta que buscaba Erdogan para impulsar una reforma constitucional que refuerce los poderes presidenciales en Turquía.
La marcha del sábado fue convocada por activistas turcos y kurdos para pedir más democracia y el fin de la recientemente reanudada guerra entre las fuerzas de seguridad del país y rebeldes kurdos, en la que han muerto cientos de soldados, insurgentes y civiles desde julio pasado.
Más allá de la escasa información oficial y sin reivindicación de los atentados por parte de ningún grupo, varios periódicos turcos adelantaron hoy que las pesquisas se centran en una red de seguidores del Estado Islámico de la provincia suroriental de Adiyaman.
El diario Hürriyet afirmó que la policía ha distribuido a las comisarías las fotografías y nombres de 16 hombres, a los que se les supone intención de convertirse en "bombas humanas".
La conexión yihadista parece evidente, dadas las similitudes del atentado de Ankara con la masacre de Suruc, en el sur del país, donde un islamista radical se inmoló el 20 de julio pasado, matando a 33 activistas de la izquierda pro kurda.
Coinciden tanto el explosivo utilizado, una carga de 10 kilos de TNT, como la técnica de reforzar la bomba con bolas de rodamiento de acero que funcionan como metralla, dijeron fuentes de seguridad citadas por EFE.
Hoy, el gobierno elevó a 97 la cifra de muertos en el ataque, que hasta ahora era de 95. La oposición pro kurda dice que los fallecidos fueron 128. Los hospitales informaron que decenas de heridos siguen en estado crítico, sobre todo por quemaduras.
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