En Salta, se encuentra una belleza lista para agendar entre tus escapadas, más allá de su famosa capital, una belleza que despierta los sentidos, ofrece una perspectiva diferente y invita a apreciar el extenso horizonte con una atracción irresistible. Esta belleza se distingue por reunir a los principales protagonistas de una de las provincias más representativas de Argentina.
Entre valles, botellas de torrontés y una gastronomía profundamente ligada a sus tradiciones, se redefine el camino de un viaje que resalta algunos de los lugares más encantadores de Salta.
Río Grande de Jasimaná en Salta, es uno de los tres poblados de la zona.
El itinerario propuesto se aleja del típico Cafayate, destacando lugares memorables como la parte alta de los Valles Calchaquíes, Cachi, Molinos, y concluyendo en el ambiente cautivador del restaurante El Baqueano, que ofrece impresionantes vistas desde el Cerro San Bernardo.
Aunque no se puede afirmar con certeza que en el restaurante de comidas regionales El Papabuelo se disfruten las empanadas salteñas más memorables, es un clásico que merece una visita en este trayecto.
En el Papabuelo, degustarás las empanadas salteñas.
Basta con dejarse seducir por las empanadas de queso salteñas y disfrutar antes de adentrarse en los espléndidos Valles Calchaquíes (con precaución, ya que en pocos minutos se estará a más de 2.000 metros sobre el nivel del mar).
Valles Calchaquíes
“Te vi, te vi, te vi, yo no buscaba a nadie y te vi”. La canción de Fito Páez, ‘Un Vestido y un Amor’, servía como telón de fondo para todo aquello que vivificaba la mirada, con cada nueva, e inacabable curvatura de los Valles Calchaquíes, dispuesta a envolver a los viajeros en historias de las que no querrán irse nunca.
Ya sea con un vehículo propio, alquilado, o con un chofer que, en la medida de lo posible, conozca bien cada rincón, se sumergirán en un trayecto de cuatro o cinco horas donde los amplios efectos del sol resaltan la imponente presencia de las montañas.
Desde el momento en que se emprende el viaje, los matices están en su máximo esplendor, y el juego de sombras al caer la tarde hace increíble que tantos paisajes tan distintos puedan coexistir en un solo recorrido, con formaciones geológicas que, en ocasiones, parecen perder su grandeza, para luego volverse aún más espectaculares a medida que se avanza por los valles.
Parque Nacional Los Cardones
Al atravesar el Parque Nacional Los Cardones, se sabe que una de las zonas con mayor variedad de cactus en Argentina ofrecerá vistas que no pasarán inadvertidas.
Con la cámara lista del periodista chileno Sebastián Varela, se detienen en cada imagen, redescubriendo la esencia de Salta sin dejar de lado la vastedad de un paisaje impresionante.
Parque Nacional Los Cardones.
No se exagera al afirmar que se deseará hacer una pausa en cada esquina, ya que el Parque Nacional cuenta con todo lo necesario (y mucho más) para crear una atmósfera de otro mundo.
Hacienda de Molinos Hotel
Finalmente, al atardecer del primer día en Salta, se llega al alojamiento que se volverá esencial tras experimentar la belleza de los Valles Calchaquíes: Hacienda de Molinos Hotel.
En ese lugar, los visitantes se entregan a la transformación del silencio y la calma que emana de una antigua casa del siglo XVIII, en un entorno que invita a un descanso reparador, mientras se explora la Iglesia San Pedro Nolasco de los Molinos y las calles cercanas del pueblo.
Hacienda de Molinos Hotel, Molinos.
Si se está planificando una ruta por el norte de Argentina, además de su carácter colonial, este lugar cautiva con los desayunos elaborados de forma artesanal, las tentadoras picadas servidas con vinos de Sierra Lima Alfa, platos tradicionales como los tamales, y su exquisita tarta de chocolate y limón, todo junto a una chimenea que hipnotiza.
Bodega Tacuil
Uno de los mejores lugares para saborear vinos en Salta es Bodega Tacuil, la bodega más elevada de Argentina. Este lugar refleja perfectamente la vivencia del primer día en el norte, encapsulando el espíritu de la calma en su máxima expresión, el misticismo de los valles y las vides que encantan a 2630 metros de altitud.
Raúl Dávalos Rubio, Álvaro Dávalos Rubio, Diego Dávalos García Reynoso y Francisco Morelli Rubio reciben a los visitantes allí con una cata deliciosa, combinando platos típicos y su apasionante perspectiva sobre el mundo del vino.
Creaciones memorables como el vino RD 100% sauvignon blanc, el vino RD tinto y, especialmente, el vino Doña Ascensión, en honor a Doña Ascensión Isasmendi de Dávalos, llevan a los visitantes a través de la historia de un lugar que hoy en día mantiene el espíritu de sus orígenes gracias a la sexta generación de vinicultores.
Descubrir Valle Arriba
Otro proyecto que no se puede perder (y disfrutar) durante un viaje de 4 días a Salta es el ideado por Raúl Dávalos Rubio y Paula Marra en 2007: Valle Arriba.
Valle Arriba desentraña la idiosincrasia de los valles escondidos en la montaña.
“Lo llamamos casualmente Valle Arriba porque es la expresión que usan los cafayateños cuando se refieren al resto del Valle Calchaquí. Cafayate es la zona más baja de los valles, y la zona más alta sería Molino y Cachi", expresó Raúl Dávalos Rubio a Condé Nast Traveler.
Con la vista en esos lugares cargados de una inestimable riqueza vinícola, Valle Arriba revela la esencia de los valles ocultos en la montaña, en una expresión que da vida a un vino característico de cada región.
El Camino de los Artesanos.
Pucará, Lucaratao, Seclantás Adentro, Molino y Cachi son los sitios donde cada producción rinde homenaje a su tierra. Aunque todos son imprescindibles en la lista de vinos que se deben probar en Salta, el La Matriarca pinot noir ofrece una experiencia única de la provincia y sensaciones inigualables en el paladar.
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