Locuaz, por momentos eufórico, como quien celebra sus logros, relató una seguidilla de anécdotas sobre distintos robos cometidos. "Acá tenían que dejar cuatro lucas cada uno. Les robábamos relojes, teléfonos... Me cansé de robarle a la gente", afirmó, en algún momento del pasado cercano, el ahora ex jefe de la Estación de Policía Comunal de Pinamar, Fabián Guiñazú, que fue desplazado del cargo y suspendido tras la denuncia de uno de sus subordinados, que entregó un audio en la justicia en la que el acusado brindaba detalles de su particular forma de recaudar ilegalmente para su bolsillo.
El Ministerio de Seguridad bonaerense dispuso el relevo del comisario Guiñazú y la intervención del área de Asuntos Internos, a la par de la investigación judicial que inició el fiscal del distrito Juan Pablo Calderón por supuesto fraude a la administración pública.
Según el registro grabado por otro uniformado, el oficial jefe describió con detalles variadas metodologías delictivas para hacerse del dinero de trabajadores de la construcción, en su mayoría de nacionalidad paraguaya, hechos que se habrían cometido no en la ciudad de Pinamar sino en destinos previos que tuvo a cargo Guiñazú, por ejemplo, en el partido de La Matanza y en la ciudad balnearia de Mar del Ajó.
Una de las "opciones delictivas" era la utilización de un ómnibus parecido a los de línea, que él mismo solicitaba a un "amigo". Luego de asegurarse de que los obreros llevaban el dinero de sus haberes recién cobrado, los detenía y los hacía subir al micro. Allí mismo les inventaba una acusación, como tenencia de armas (que les "plantaba" en el acto), y los trasladaba a la seccional.
"Cuando vos bajabas a la comisaría tenías el arma de fuego, la escopeta, los pedido de doble A [por averiguación de antecedentes] y ahí les choreabas la plata a todos", relató el jefe policial entre risas, según consta en el audio de la denuncia.
"Yo soy un salvaje", reconocía en ese casi monólogo que hilvanaba pequeñas historias delictivas, siempre en ejercicio de sus funciones y dentro de su jurisdicción.
"Al borracho le robaba todo, lo dejaba en pelotas...", se jactaba Guiñazú, como un logro excepcional de su carrera policial. Se refería siempre a los "paraguas", a los que liberaba con los bolsillos vacíos. "Andaban con tres, cuatro, cinco lucas, siete lucas, quince lucas...", detallaba con entusiasmo el comisario acusado de corrupción, sin saber que lo grababan.
Sus aventuras también incluían las presiones al propietario de un bar que también frecuentaban los obreros de la construcción. Citó una suerte de operativo policial inventado, siempre con el citado ómnibus al que recurría para trasladar a los que serían sus víctimas. A los clientes, describía, les robaban los celulares. Y al comerciante lo presionaron para que cerrara el local. "Fuimos y le robamos todas las pelotas de pool, los palos, la plata, todo...", relató, como si hubiese sido una hazaña. Él mismo aclaró que algunos de esos elementos todavía los conservaba en su casa.
El relevo de Guiñazú se dio en el contexto de un reclamo de autoridades y de vecinos por delitos que se repiten en las distintas localidades del partido de Pinamar. Desde el municipio han advertido sobre la posible existencia de "zonas liberadas" por la policía. En cuanto a la Justicia, hay quejas directas porque los delincuentes que son detenidos casi siempre logran la libertad con mucha facilidad y rapidez.
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