El próximo 26 de octubre un jurado popular comenzará a juzgar en Mendoza a Gilad “Nicolás” Gil Pereg, el israelí detenido por el doble crimen de su madre, Pyrhia Saroussy, y de su tía, Lily Pereg, acontecidos en enero de 2019. Si termina siendo culpable e imputable, podría recibir 50 años de pena. A su vez, se dió a conocer la particular visita que recibe todas las semanas en la cárcel.
Solo tres personas fueron las que tuvieron contacto con Gil Pereg en los dos años y ocho meses que lleva en la cárcel: un abogado, un miembro del Tribunal de Ética del Colegio de Arquitectos que lo había ayudado con una estafa y una mujer, a la que no conocía desde antes de su detención pero que fue quien más lo visitó.
El amor por los gatos fue el interés en común que los unió, según indicó a los colegas de Clarín uno de sus abogados defensores, Lautaro Brachetta. Así fue que, cuando ella le mandó una carta proponiéndole visitarlo en la cárcel, Gil Pereg aceptó y desde entonces empezaron a verse todos los sábados por la mañana.
“Se trataba de una amistad, y no de una relación amorosa. La mujer formaba parte de una asociación de animales y se solidarizó con él”, explica Brachetta, quien afirma que hace un año Gil Pereg dejó de consultar por las dos cosas que más le interesaban: sus gatos y el predio en el que vivía. Antes, el detenido había solicitado con insistencia por sus animales, a tal punto que sus abogados gestionaron el ingreso de tres de sus gatos para que pudiera verlos.
“Me da lo mismo estar en la cárcel o bajo arresto domiciliario. Lo único que quiero es estar con mis gatos. Si me quiere enviar a mi casa con 50 policías que me custodien, hágalo. No me interesa fugarme. Solo me interesan mis gatos”, le dijo en una ocasión Gil Pereg a la fiscal. Finalmente, los 37 gatos y 4 perros fueron entregados a una asociación de animales, que se encargó de buscar personas dispuestas a adoptarlos.
Gil Pereg nació en Israel y adoptó otro nombre cuando tomó la decisión de mudarse a Mendoza en 2007: se hacía llamar Floda Reltih (anagrama de Adolf Hitler) y en algún momento tuvo una rotisería.
Su tía Lily Pereg, de 54 años, y a su madre, Pyrhia Saroussy, de 63, viajaron a la Argentina para visitarlo a principios de 2019 pero desaparecieron unos días después y el exsoldado afirmó que habían sido secuestradas.
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