“Abusar de estos puede desencadenar: producción de caries dentales, aumento del peso corporal, mayor riesgo de diabetes y enfermedades como resistencia a la insulina o hígado graso y también, puede contribuir al desarrollo de alteraciones psicológicas como la hiperactividad, el síndrome premenstrual y otras patologías mentales”, dice.
Sin embargo, hay una luz al final del túnel para aquellos que no pueden concebir una vida sin edulcorantes. Aunque es óptimo y respaldado por expertos evitar los excesos de azúcar procesada, existen alternativas naturales y ecológicas para continuar deleitándose con alimentos y bebidas sin preocuparse por ingerir sustancias perjudiciales para el bienestar.
En concordancia con esto, Juliana Gimenez (M.N. 10553), nutricionista titulada, subraya que, al comparar el consumo de edulcorantes de origen natural y artificial (como la sacarina, sucralosa, aspartamo, entre otros), los profesionales en el área recomiendan optar por los naturales, debido a que los artificiales son sometidos a procesos industriales y, en diversos casos, pueden causar efectos negativos. A continuación, se presentan tres alternativas saludables a tener en consideración:
Se trata de una planta de aspecto similar a la calabaza, originaria de China y Tailandia, que también recibe los nombres de Luohan Guo o Siraitia Grosvenorii. Cuando se menciona su inclusión como alternativa natural a los edulcorantes, nos referimos al extracto de fruta del monje. En efecto, para obtener dicho extracto, la fruta se sumerge en agua, se somete a un proceso de filtrado y se purifica para eliminar el exceso de dulzura.
Según destaca la publicación en la revista Future Medical Chemistry, a continuación se presentan algunos de los beneficios más notables asociados a su consumo.
Los mogrósidos, compuestos químicos presentes en esta planta, poseen la capacidad de reducir los niveles de colesterol total y triglicéridos en la sangre de personas diabéticas. Además, estos compuestos exhiben propiedades antiinflamatorias al inhibir la liberación de ciertas moléculas, como las prostaglandinas, que desempeñan un papel en la regulación de la presión arterial, la contracción de los músculos lisos y otros procesos internos en los tejidos donde se producen.
El fruto del monje, por su parte, tiene la capacidad de contrarrestar el daño provocado por los radicales libres y prevenir la peroxidación de los lípidos. Esto se traduce en una reducción del riesgo de desarrollar problemas de salud como la aterosclerosis y enfermedades inflamatorias.
La gran mayoría de entidades reguladoras confirman que el fruto del monje, conocido como "monk fruit" en inglés, es un producto seguro y adecuado para su consumo. Esta conclusión ha sido avalada tanto por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) como por la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA).
“La fruta del monje junto a la planta de estevia son dos tipos de edulcorantes naturales que se recomiendan consumir en reemplazo de los artificiales, ya que no hay evidencia que demuestre que son malos para la salud”, suma la Lic. Gimenez. “Si hablamos de alimentación saludable, siempre debemos procurar basarnos en el consumo de alimentos naturales, evitando los procesados o ultra procesados”, apuntó.
Además, en la actualidad se permite ampliamente el empleo del fruto del monje como una alternativa al azúcar y a los edulcorantes artificiales; hasta el momento no se han identificado efectos adversos asociados a su consumo. No obstante, los expertos enfatizan la importancia de considerar que se trata de un producto novedoso cuyos efectos a largo plazo aún no han sido plenamente investigados.
Lúcuma
Procedente de Perú, concretamente de las zonas montañosas de los Andes, esta fruta puede generar confusión debido a su forma atípica, que asemeja a la de una palta. Posee un tamaño medio y se destaca por su tonalidad anaranjada.
Su sabor se asemeja a la de la batata, pero con una dulzura aún más pronunciada. Además, cuenta con un índice glucémico bajo, lo cual la convierte en una opción adecuada para aquellos que padecen diabetes.
En relación a su composición nutricional, se puede resaltar su abundancia de nutrientes esenciales, fibra y compuestos antioxidantes. Específicamente, contiene betacarotenos, antioxidantes altamente activos que actúan como precursores de la vitamina A, esenciales para el desarrollo celular y la salud visual. De acuerdo con un estudio publicado en la revista Nutrition and Health, este tipo de vitamina contribuye a disminuir la probabilidad de padecer enfermedades hepáticas y otras afecciones de complejidad.
“En los últimos años esta súper fruta ha ganado gran popularidad en el mercado internacional, y su demanda tiende a incrementarse debido a sus propiedades como alimento funcional por sus componentes bioactivos como β-carotenos, niacina, compuestos fenólicos, fitoesteroles, entre otros que dotan a esta fruta de propiedades beneficiosas para la salud, como su acción antiinflamatoria, efecto antioxidante, acción antihipertensiva, antibacteriana, energizante, cicatrizante, y su uso como edulcorante natural”, indica un equipo de expertos de la Universidad de La Rioja, en un documento científico acerca de este fruto, afirma de manera explícita.
Además, debido a su reducido índice glucémico, ayuda a mantener niveles estables de azúcar e insulina en el cuerpo, previniendo los aumentos bruscos de glucosa y los consiguientes descensos.
¿Cuál es la forma de consumo como edulcorante? Dado que obtener la fruta en sí resulta complicado, se comercializa en forma de polvo liofilizado. Esta presentación permite su utilización de manera versátil, ya que se puede añadir fácilmente como edulcorante natural en jugos, infusiones, salsas y diversas preparaciones culinarias.
La Licenciada Tordini resalta que tanto la lúcuma como el fruto del monje son frutas con propiedades edulcorantes naturales y su ingesta conlleva ventajas para la salud. Sin embargo, a nivel de la población en Argentina, no se suelen recomendar ampliamente debido a su elevado costo y limitada disponibilidad.
Este líquido dulce elaborado por las abejas a partir del néctar de las flores es reconocido por su abundancia de nutrientes y su dulzura inherente. De hecho, su valor nutricional no es algo recientemente descubierto, ya que la miel de abeja ha sido utilizada desde tiempos antiguos como un edulcorante natural y como un agente antimicrobiano.
El Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) destaca algunos de los principales beneficios asociados a su consumo, tales como: fortalecimiento del sistema inmunitario; su condición como una alternativa saludable sin aditivos ni conservantes añadidos; y suavidad en sus efectos laxantes que promueven un tránsito intestinal adecuado y ayudan a combatir el estreñimiento.
Su nivel de dulzor supera al del azúcar, lo que implica que se requiere una menor cantidad para endulzar bebidas y alimentos. Se recomienda elegir la miel cruda (sin pasteurizar) debido a su elevado contenido de vitaminas y minerales, a diferencia de la variedad convencional. Además, los expertos advierten sobre los peligros de proporcionar miel a niños menores de un año.
Un reciente estudio científico, publicado en la revista Nutrition, plantea que la miel puede desempeñar un papel beneficioso como edulcorante, a diferencia del azúcar, al ayudar a regular los niveles de glucosa en la sangre y controlar el colesterol. Los investigadores examinaron el impacto de la miel en los factores de riesgo cardio metabólico, en el contexto en el que se considera a la miel como un endulzante saludable. Concluyeron que su consumo puede mejorar el control glucémico y los niveles de lípidos, siempre y cuando se integre dentro de un patrón alimenticio saludable.
“Si se la utiliza como endulzante eventual, es decir, no todos los días no tendría porqué generar efectos adversos. Si bien la miel es una alternativa al azúcar refinada y los endulzantes artificiales, también tiene un alto contenido en azúcares naturales, por lo tanto es un alimento que hay que consumir con precaución”, destaca la Lic. Tordini.
Finalmente, la experta revela que la Organización Mundial de la Salud (OMS) aconseja no exceder el límite del 10% de las calorías diarias provenientes de alimentos o bebidas que contengan azúcares. “siempre lo ideal es evitar consumir una excesiva cantidad de alimentos endulzados e intentar acostumbrar al paladar a sentir el dulzor natural de los alimentos que, al fin y al cabo, mejora ampliamente la salud de uno”, detalla.
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