Los atracones surgen por la falta de nutrientes específicos. Cuando algunos de ellos escasean en el organismo, las personas suelen ingerir compulsivamente alimentos que los reemplacen. Generalmente, en estos casos, son suplantados por hidratos de carbono, ya que suelen caracterizarse por tener mayor sensación de saciedad.
Además, cuando hay exceso de toxinas, o carencia de nutrientes, se generan conductas que tienden a subsanar las deficiencias; en este caso surge el atracón. Las ganas de comer algo dulce y en exceso aparecen por la tarde y la noche porque es el horario en donde la glucemia de la sangre disminuye. Cuando el azúcar en la sangre desciende, se necesita consumir alguna fuente de hidratos de carbono que se manifiesta a través de la necesidad de dulces.
Igualmente, por la noche, suele aparecer la hipoglucemia (bajo nivel de azúcar en sangre) ya que luego de algunas horas sin ingesta se incrementa el síntoma de inquietud, nerviosismo y malestar, que se calma luego de comer. Allí nace la necesidad de levantarse para comer algo y, lo peor, es que suele hacerse en abundancia.
No alimentarse bien durante el día es otra de las causas que originan los atracones, ya que el cuerpo no obtiene todos los nutrientes necesarios y va en busca de ellos por la tarde. La desorganización o ausencia de un patrón organizado diario de comidas y colaciones lleva a comer sin raciocinio.
La licenciada Susana Zurschmitten explicó a Infobae que "cuando se va el sol, desciende la serotonina del cerebro y es por eso que se elevan los neurotransmisores para compensar la baja de esta sustancia".
Emociones que se asocian con los atracones
La comida está relacionada con las emociones. Las personas ingieren alimentos –mayormente- por emociones como la tristeza, la ansiedad y el enojo, ya que algunos de estos como los hidratos de carbono, contienen serotonina. Esta sustancia parte de un aminoácido que da control de impulso, humor y saciedad, lo cual mejora el estado de ánimo del ser humano.
"La ansiedad aparece cuando se carece de algún nutriente. La solución más sencilla que encuentra una persona es continuar alimentándose con lo primero que encuentre a mano", dice la licenciada Zurschmitten, quien además cuenta: "Existe un feedback entre el estómago y el cerebro. Si el primero no logra transmitir la sensación de saciedad, la persona continúa ingiriendo alimentos en forma compulsiva y no logra tomar consciencia del daño que se está ocasionando".
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