Opinión.. 

Karma o mandato familiar: ¿Desde cuál me reformulo?

Columna de opinión por la la Licenciada en Psicología, Berenice Ruesjas.
Por  Berenice Ruesjas - Psicóloga

¿Se dieron cuenta que todas las personas estamos condicionadas por nuestras acciones, pensamientos y elecciones a lo largo de la vida, y que, a su vez cada una de ellas repercute en el medio donde estamos y en las personas que nos rodean, sobre todo nuestros familiares?

Básicamente hoy traigo a debate dos términos muy conocidos y mencionados. Uno de ellos es el Karma, aquella energía que trasciende a partir de nuestros actos y va de generación en generación. Y el otro sería el de los mandatos familiares, el mensaje que viaja y se repite constantemente en las familias año tras año.

Seguramente se estarán preguntando ¿por qué elegí estas creencias tan distintas, pero también tan cercanas? La intención es encontrar diferentes maneras de explicar el camino hacia el bienestar emocional. Por un lado, nos basaríamos en acción y energía, y por el otro, en aquellas palabras que se van convirtiendo en esquemas de pensamiento. Y acá cada uno elija el zapato que le gusta y le quepa.

Ahora vamos al grano, que es justamente la Terapia, ese proceso que decidimos iniciar y que para los que no se dieron cuenta, implica un largo camino de reflexión, un encuentro con uno mismo y con todo lo que eso implica. Como suelo decir destapamos la olla y vamos a ver qué encontramos. Seguramente muchos Karmas y muchos Mandatos Familiares con lo que estamos en total desacuerdo.

Y resulta que, si nos ponemos a pensar, nuestras acciones, respuestas, emociones, malestares, etc., descubriremos que mucho proviene de nuestro árbol genealógico y nos sentiremos cargados y pesados porque al mirar atrás notamos cuánto traemos de nuestros familiares que nos precedieron. Con esto no quiero afirmar que todas las personas traen cargas pesadas y vienen mal condicionadas; por el contrario, esto nos servirá para entendernos a nosotros mismos a través de nuestra historia familiar.

Veamos un ejemplo para hacerlo práctico. Cuando hablamos de Karma solemos escuchar que existe una atadura energética y ¿cómo sería esto? Pensemos en una abuela que se sacrifica por su familia, se ocupa de todos, dejando de lado su proyecto de vida por los demás. Y allí está la hija criada con este ambiente donde hay que hacer todo por el otro, entonces termina descuidándose a sí misma, al punto de perder el amor propio y autovaloración. Y si seguimos vemos que ninguna relación de pareja funciona, se repite el modelo de sacrificio donde podríamos pensar que sus parejas exigen mucho pero no brindan nada. Finalmente aparece su hija, que inicia una terapia para resolver sus problemas sociales y de esta forma explicaríamos este patrón recurrente que viaja entre todos y afecta el bienestar emocional de la última en la fila.

En el caso de los Mandatos Familiares, el ejemplo lo podemos visualizar cuando intentamos avanzar en nuestras vidas, definir proyectos pendientes, y no comprendemos la razón que nos mantiene estancados. Ya iniciada la terapia, podemos ver que la acción no va de la mano de los pensamientos, ni las creencias. Y si ahondamos, descubriremos que en nuestra mente cargamos con frases como “Tenes que estudiar para ser alguien en la vida” “Tenes que ser mejor que los demás” “Esa carrera no te conviene” “Tenes que ser como tu hermana” “Hay que ser fuerte y no mostrar debilidad”, etc. Cuántas cargas descubrimos en el proceso reflexivo y notamos que estos esquemas nos van coartando el paso y muchas veces nos bloqueamos.

Ya sea que elijamos investigar sobre nuestros Karmas Familiares o descubrir nuestros Mandatos Familiares, lo importante es que podamos comenzar ese camino de la reflexión, del autoconocimiento, validando nuestras emociones, para abrir paso al cambio, al desafió no de cortar la energía, sino de encauzarla, no de cambiar un pensamiento por otro, sino reformularlo para que todo lo que traemos se convierta en superación.

Para terminar y no aburrirlos, nos detengamos a pensar que quizás muchos intentos fallidos han sido justamente intentar hacer algo totalmente distinto, y no funcionó. La Terapia es una propuesta de autoconocimiento y debemos saber que todos venimos marcados por un esquema familiar, por costumbres y tradiciones, pero el camino no es ir en contra de ellas, sino reconocerlas y encontrar la manera de reformularlas con nuestras nuevas creencias y aprendizajes.

Convengamos que lo que une a los que creen en el universo y la energía, junto a los que necesitan de la ciencia para afirmar creencias o las personas que se definen por la religión católica, a todos los une el mismo objetivo… “liberarnos del sufrimiento y sanar”. Así que los invito a elegir el camino que más les guste.

Berenice Ruesjas
Lic. en Psicología MP 330

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