Ya sea frente al televisor, sentados ante el escritorio con la mirada fija en la computadora, de pie frente a la mesada de la cocina o incluso caminando, ¿cuántas veces hemos desayunado o almorzado de esa manera, apresuradamente, sin permitirnos unos minutos para disfrutar plenamente de lo que tenemos en nuestras manos o en el plato? Expertos apuntan a la importancia de tomarse un tiempo para comer.
El acelerado ritmo de nuestras vidas cotidianas y, en ocasiones, la mera inercia nos impulsa a comer de forma apresurada. Aunque muchas personas son conscientes de la importancia de los alimentos que consumen, ya sea por razones de peso o salud, se suele prestar menos atención, o incluso ninguna, a la velocidad con la que ingerimos nuestra comida.
No obstante, la velocidad con la que comemos influye directamente en nuestra salud, dado que afecta diversas características de los alimentos y modula la respuesta del cuerpo ante ellos.
No obstante, la velocidad con la que comemos influye directamente en nuestra salud, dado que afecta diversas características de los alimentos y modula la respuesta del cuerpo ante ellos.
“Y eso es muy importante porque tiene un efecto dominó en la liberación de muchas hormonas que te dicen qué tan lleno estás, qué tanta hambre tienes, y que además están involucradas en cómo tu cuerpo va a procesar los alimentos ”, agrega.
Misma comida, diferentes resultados
Una de las discrepancias más notables radica en que aquellos individuos que ingieren sus alimentos de forma acelerada tienden a presentar exceso de peso, mayor acumulación de grasa en la región de la cintura y niveles más altos de colesterol LDL (conocido como colesterol "malo").
Esto se explica porque tienden a ingerir una mayor cantidad de calorías, aproximadamente entre 100 y 200 adicionales, lo que contribuye al aumento de peso en comparación con aquellos que se toman más tiempo para comer.
“Cuando comés más lento, se produce un aumento en lo que llamamos hormonas de la saciedad (PYY, GLP1) que le dicen a tu cuerpo: hey, estás lleno”, señala Berry.
Al mismo tiempo, se produce una disminución en las hormonas que estimulan el hambre (grelina), lo que limita el deseo de comer en exceso, señala la investigadora. ¿Cómo es factible que una misma comida cause un efecto tan diverso simplemente al variar la velocidad de la ingesta? Según Berry, esto se debe a dos razones.
La primera cuestión radica en que las señales de saciedad requieren de 5 a 20 minutos para llegar al cerebro, por lo que si ingieres los alimentos rápidamente, estas señales pueden no haber llegado aún, lo que lleva a seguir comiendo sin darse cuenta de que ya se ha consumido la cantidad suficiente.
La segunda razón se encuentra en que, al consumir los alimentos lentamente, “la liberación de nutrientes en el intestino es más lenta, y eso significa que hay una liberación más sostenida y prolongada de las hormonas que te dicen que estás lleno y una supresión más prolongada de las hormonas del hambre que te dicen que comas”.
Glucosa
Con el fin de ilustrar las disparidades resultantes de la velocidad de la alimentación, Berry llevó a cabo un ensayo con el periodista de salud y ciencia de la BBC, James Gallagher.
Luego de colocar un dispositivo para medir la glucosa en sangre, le solicitó que consumiera la misma comida durante dos días consecutivos (desayuno de cereales y fruta, almuerzo de ensalada con pan y cena de pollo con vegetales), siendo un día de forma pausada y otro de manera acelerada. Al examinar los resultados, se observó que la respuesta fue considerablemente mayor en el día en que comió rápidamente.
“Cuando comés tu comida mucho más rápido, los carbohidratos estimulan la liberación de insulina, pero esta no se libera lo suficientemente rápido como para remover la glucosa de tu torrente sanguíneo, por eso tiene una mayor respuesta cuando comes rápido”, señala Berry.
“Y esto es importante porque sabemos que estos grandes picos de glucosa en sangre, si se repiten en exceso a lo largo de los años, pueden aumentar el riesgo de diabetes de tipo 2, enfermedades vasculares y otras complicaciones metabólicas”, suma.
Si estás acostumbrado a comer rápido, cambiar de hábito no es sencillo, pero uno de los trucos más efectivos consiste en apoyar los cubiertos en el plato entre bocado y bocado. Otro es hacer un esfuerzo consciente para masticar más la comida.
Por último, se sugiere también disminuir la ingesta de alimentos ultraprocesados en favor de aquellos menos procesados, una recomendación que conlleva numerosos beneficios adicionales. Los alimentos altamente procesados suelen tener una textura más blanda, lo que los lleva a ser consumidos a una velocidad mayor (aproximadamente entre un 30% y 50% más rápido)
Sumate al Canal de WhatsApp de TodoJujuy.com
Recibí las noticias en tu celular sumándote al Canal de WhatsApp de TodoJujuy.com. Ingresá al siguiente enlace: https://whatsapp.com/channel/0029VaQ05Jk6BIErMlCL0v0j
Si querés, podés activar las notificaciones.
Además, podés comunicarte con nosotros a través del WhatsApp de las Noticias al 3885007777.
Copyright © Todo Jujuy Por favor no corte ni pegue en la web nuestras notas, tiene la posibilidad de redistribuirlas usando nuestras herramientas. Derechos de autor reservados.