Los cambios que la pandemia ha provocado en nuestra vida cotidiana nos exigen una demanda superior a lo normal en muchos aspectos. No es solo una exigencia física, sino también de nuestras facultades mentales y cognitivas. Extendida en el tiempo, esta situación que ya lleva más de seis meses puede - y de hecho, lo hace - provocar estrés crónico, con todas las consecuencias en nuestra salud mental y en nuestra salud física que trae aparejadas.
En este sentido, en diálogo con Canal 4, el psicólogo Facundo Calvó señala que "estamos en un estado de sobreexigencia", y lo explica: "Muchas veces cuando escuchamos la palabra estrés la asociamos con una mala palabra pero en realidad el estrés es una función ejecutora de nuestro organismo que se pone en marcha cuando hay una sobreexigencia".
El estrés, indica Calvó, "actúa cuando una situación requiere que pongamos muchos de nuestros recursos para poder solventarla. Cuando hay una sobredemanda el estrés se va incrementando".
En ese sentido, agrega que el estrés no es un problema cuando la situación tiene un lapso determinado, como una jornada laboral que, por ejemplo, se corta al mediodía y nos brinda un descanso. "El problema es cuando la situación de estrés se vuelve crónica, cuando se alarga, cuando no vislumbro una finalización de esa situación que requiere una movilización de muchos recursos que no son solo físicos sino también del sistema cognitivo como la atención, la memoria, la capacidad de razonar, la de tomar decisiones", detalla.
"Cuando estamos en estrés crónico - continúa Calvó - se produce una fatiga en estos sistemas y, por ende, es común que nuestros músculos empiecen a doler, que el sistema digestivo se empiece a alterar, que el respiratorio y cardíaco se empiece a alterar y que también esto ocurra en las funciones cognitivas". Y esto por qué, sería la pregunta y Calvó la responde: "Porque no somos máquinas ilimitadas: cuando no puedo gestionar bien estos recursos y la situación es ampliamente demandante se produce un estrés crónico que después se traduce en dificultades, malestar y posibles enfermedades".
En estos estados de sobreesfuerzo, detalla el psicólogo, lo primero que debemos hacer "es descansar y pedir ayuda".
"Estamos en una situación donde descansar está siendo muy difícil porque tengo que estar acomodando, no solo mi vida cotidiana y los cuidados y precauciones de biohigiene, sino que también nuestras situaciones familiares y laborales, que se están reestructurando. Por ende tenemos un montón de frentes a los que necesitamos habituarnos en una nueva realidad que nos ha llegado de golpe".
La necesidad de pedir, ayuda, resalta, es muy importante para preservar la salud mental: "Si no empezamos a pedir ayuda en esta situación y a darnos cuenta de que no podemos con todo y de que está bien no poder con todo, la sobrerecarga se empieza a notar mucho más, las dificultas se empiezan a notar mucho más y la situación se empieza a complejizar".
"Estamos en estado de sobreexigencia y no somos máquinas ilimitadas"
En este sentido, el especialista también se indica que en los inicios de terapia en estos tiempos se consulta por dificultades como la falta de sueño u otras que son consecuencia del estrés como la irritabilidad. "Son respuestas emocionales muy intensas a algo que no parece tener concordancia por el sobreesfuerzo", dice.
En este punto, recomienda a la población consultar con un profesional "antes de realizar cualquier otro tipo de tratamiento que no está corroborado y pone en riesgo la salud de las personas". Y en este punto destaca: "No cualquiera puede trabajar en salud mental. Todos los profesionales en el mundo estamos investigando las consecuencias que tiene la pandemia en el estado de salud mental de las personas y que se ve que el límite emocional está en el límite".
"Necesitamos pedir ayuda. La ayuda profesional es clave y tiene que estar garantizada desde el Estado y desde los organismos privados también. Tiene que haber garantía de que puede haber un acompañamiento desde la instituciones", dice.
Finalmente, Calvó deja un último consejo: "Cuidado con la paradoja de la tolerancia, sobre qué es tolerable: la tolerancia tiene que ser en medida que yo pueda empatizar con la situación del otro, pero no tengo que tolerar la intolerancia, aquello que es violento, aquello que es peligroso".
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