"Siento tristeza." Protegido de las luces de la sala de conferencias de Indian Wells por una gorra azul, semblante serio, ojos humedecidos, mirada afligida, la voz casi como un susurro, el estado de ánimo de Juan Martín del Potro no es bueno; no tiene demasiados estímulos como para que sea distinto, claro. En 2010 fue la muñeca derecha la que lo perturbó durante ocho meses interminables; ahora es la izquierda la que no le permite ser libre. Ya se asemeja a una maldición del destino; a una pesadilla.
El tandilense, finalista el año pasado en el que para muchos ya es el quinto Grand Slam, había puesto a prueba su mano menos hábil anteayer en un partido de dobles junto con Marin Cilic y, si bien la exigencia no es la misma que en singles, no parecía incómodo. Sin embargo, la sensación de él mismo -en definitiva, quien mejor conoce su cuerpo- no fue satisfactoria y decidió retirarse antes de debutar frente a Feliciano López, aumentando la incertidumbre sobre su futuro más próximo en el circuito, paradójicamente cuando hace tan sólo un puñado de semanas estaba en condiciones numéricas de alcanzar el 3er escalón del ranking.
Del Potro padece una lesión ligamentaria en la muñeca izquierda, que se manifestó en agosto de 2012. Desde entonces y en distintos períodos, la dolencia lo afectó en mayor o menor medida (por esta misma razón se retiró hace unos días en Dubai). El primer diagnóstico del doctor Richard Berger, de la Clínica Mayo, de Minnesota, fue "esguince de grado 1 de ligamentos". Una molestia en el lado dorsal, más precisamente en el centro de la muñeca, distinta a la que lo llevó a la cirugía en 2010. Hoy no hay precisiones sobre si la lastimadura sigue siendo la misma o si empeoró; se conoce que el tenista tiene una filosofía reservada en algunos aspectos y también Berger respeta la privacidad de sus pacientes. Según distintas fuentes médicas consultadas por la nacion, de continuar siendo sólo una lesión ligamentaria sin tener afectado el triangular (que involucra el cúbito; una zona sensible de la mano), no sería necesaria una operación y con diversos tratamientos se debería lograr la curación. Eso mismo es lo que Berger le está recomendando al propio jugador. quitando la posibilidad de cirugía, siempre tan invasiva.
"Eso, por ahora, ni lo nombremos. Confío ciento por ciento en el doctor y gracias a él estoy jugando otra vez al tenis (N. de la R.: Berger fue quien le realizó la intervención quirúrgica en 2010). Fue muy claro en el diagnóstico y el tratamiento que hay que hacer, pero una de las cosas que los tenistas no tenemos es tiempo y cada torneo es importante. Me da mucha impotencia saber que no puedo jugar por más que no tenga una molestia mayor o menor. También tengo la experiencia de cómo es la rehabilitación, de los tiempos que lleva. Esta vez algo bueno que tengo es que no voy a perder tanto tiempo buscando un diagnóstico. En 2010 eso me llevó dos o tres meses hasta encontrar el diagnóstico y el doctor justos. Esta vez, eso, por suerte, ya lo tengo claro. Solamente estamos tratando de buscar tratamientos conservadores y mejorar para poder seguir jugando y no tener un período sin jugar tan largo como en 2010", explicó Del Potro, en el desierto californiano.
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