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SUSCRIBITEEl cantante dejó el escenario, continuó interpretando desde el área detrás del escenario y fue asistido por profesionales de la salud. Los videos.
Maxi Trusso se lanzó al público, nadie lo agarró y terminó hospitalizado.
Fue un momento fugaz. Un salto al vacío. Una rendición total al espíritu del rock. Maxi Trusso, con su pelo largo y su voz nostálgica, dejó caer el micrófono mientras cantaba y se lanzó, dispuesto a vivir una experiencia de contacto con su público. Sin embargo, las personas presentes, desconcertado o distraído, no siguió el juego implícito del crowd surfing.
El resultado: el ídolo se desplomó. De manera estrepitosa. Como una estrella fugaz que pasó sin ser alcanzada. Tuvo lugar en pleno Palermo, en el aclamado escenario de Niceto Club, en una noche que parecía ser una más de esos conciertos cercanos y cargados de energía.
Sin embargo, se transformó en un instante que rozaba lo trágico y lo irreal. En cuestión de segundos, la atmósfera de entusiasmo se convirtió en tensión, y todas las señales de alerta se activaron. Las grabaciones tomadas por los presentes con sus teléfonos muestran la escena de forma directa: la canción sonando, el salto inesperado, el vacío en el aire, el golpe sordo. Después, los gritos, el desconcierto.
Algunos estallaron en risas, mientras que otros quedaron paralizados. Pero pronto, se alzó un canto que intentaba disipar el miedo: “¡Olé, olé, olé, Maxi!“. Mientras los presentes lo rodeaban entre bastidores, el rumor comenzó a invadir el ambiente. Sin embargo, de pronto, una figura conocida se presentó entre los destellos del escenario.
Era Gustavo Lutteral, locutor y periodista, quien con determinación se apoderó del micrófono y habló a una multitud aún impactada. Su tono, una combinación de serenidad y sentimiento, intentaba devolverle algo de calma a la situación.
“Lo que les pido es que, con esta misma linda energía, estén tirando la mejor onda para que esté bien”, comentó, y el ambiente, que había quedado en silencio, se llenó de un suspiro común. Dándose cuenta de lo inusual de la situación, también intentó expresar el asombro colectivo: “Que lo chequeen los médicos; el golpazo que se dio todavía no entiendo cómo ocurrió, pero las cosas pasan”.
El comunicador no solo hizo un llamado a la comprensión del público, sino que también trató de recuperar el ambiente alegre que, hasta poco antes, dominaba el lugar. “El tema es que pueda estar primero bien él de salud, y en segundo lugar que podamos terminar la noche felices y al mango, como veníamos disfrutando acá”.
El público, que había transitado desde la sorpresa hasta la preocupación y luego la expectación, reaccionó con aplausos. Algunos agitaban sus vasos, mientras otros levantaban sus teléfonos como si fueran antorchas.
“Gracias por la paciencia, aguarden un poquito, sigan pasándola bien y ojalá en un rato, podamos tener a Maxi nuevamente en el escenario”, concluyó Lutteral. No era solo una simple frase. Era una invocación, un deseo expresado con la intensidad de quien comprende que el show es, por encima de todo, una experiencia colectiva.
Y así sucedió. Pocos minutos después, el concierto se reanudó. Pero sin la presencia del cantante en el escenario. Desde el backstage, tumbado en una camilla, Trusso continuó interpretando, tal como lo mostró el video que compartió el periodista Claudio Rígoli. Un gesto de resistencia. Como si el dolor físico no pudiera opacar la conexión con su audiencia. Su voz, proveniente de la parte trasera del escenario, se colaba con un aire místico. Los músicos seguían su ritmo desde el escenario, creando una imagen surrealista: el artista herido, pero imparable.
Finalmente, fue trasladado en ambulancia hacia el hospital Fernández para someterse a los exámenes necesarios. Desde el interior del vehículo, con su cuerpo golpeado pero su espíritu firme, Trusso publicó en sus redes sociales una frase que parecía provenir de una gran hazaña: “Dejo la vida por ustedes. La vuelta será inigualable”.
No era la primera ocasión en que el singular cantante protagonizaba una acción inesperada. En enero, en medio de una fiesta veraniega, salió de la cabina de DJ con la misma vitalidad desbordante. Y volvió a caer. Sin embargo, en esa oportunidad, sin sufrir daños graves, continuó cantando como si nada hubiera ocurrido.
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