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22 de agosto de 2022 - 22:00
Opinión.

"El pase de factura de los hijos, de la culpa a la reparación"

Por la Licenciada en Psicología Berenice Ruesjas.

Berenice Ruesjas
Por  Berenice Ruesjas

Una práctica muy común se da cuando los hijos ya son grandes, cuando se sienten en derecho de reclamar y ser escuchados como nunca antes. Toman coraje y salen envalentonas a realizar el tan popular y conocido “Pase de factura” a sus Padres. Y a veces los resultados no son los mejores o los esperados. Así que me puse a pensar que quizás podríamos ver la manera de colaborar para que esto sea diferente.

Evaluar el desempeño de los padres en el pasado, la forma de crianza es más común de lo que imaginan, una práctica que va de generación en generación, pero que en los tiempos actuales ha cobrado fuerza por la importancia de atender a la salud mental. ¡Ojo! Esto no significa que los psicólogos estamos provocando a que los hijos vayan derecho al reclamo y a las quejas. Muchas veces se puede malinterpretar y por es hoy les dejo esta reflexión…

No es para nada conveniente salir corriendo y decir todo lo que pienso sin antes detenerme a observar qué quiero lograr o cuál es la intención al momento de acercarme a mis padres. Es necesario pensar que las palabras sin medida pueden causar mucho daño, y lejos estamos de buscar sólo una descarga de pensamientos o emociones.

Por el otro lado están los Padres, los que debemos prepararnos y saber que todos podremos atravesar este examen, esta puesta a prueba o valoración. La diferencia radica en prepararnos y hasta guiar ese momento para que el resultado sea bueno para todos y no salgamos lastimados.

Nos detengamos un momento y pensemos ¿por qué “Pase de factura”? Cuando lo escuchamos suena a deudas, a cobro, a exigencia; la verdad bastante fuerte. Pero aliviemos el peso de esta frase, sabiendo que es propio del crecimiento este ejercicio de evaluación. Por ejemplo; cuando somos niños nos enseñan e imponen algunos límites, que para reafirmarlos y asegurarnos que así son, siendo adolescentes los ponemos a prueba. La idea es comprender, que la puesta a prueba es para crecer, para reafirmar lo que se aprendió y para construirse para la adultez.

Ahora yendo al grano, veamos que si te encuentras en el momento de querer tener esa charla para decir todo lo que te has guardado por años a tus padres; antes de empezar, es fundamental detenerse, revisar lo que quieres transmitir y armar hasta la forma y el lugar para decirlo. Un detalle muy importante es saber que de esta acción debe salir algo para mejorar, para reconstruir, y no por simple descarga.

Un buen ejercicio para los padres es prepararse para ese momento. Creo que la mayoría siempre está en constante autoevaluación, pero es la primera vez que vendrá de afuera, de otra mirada. Es fundamental saber que lo que uno hizo en su momento, fue lo que supo hacer, lo que dentro de sus posibilidades y sin ninguna guía específica logró hacer… es humano equivocarse. ¡Atentos a no querer la perfección!

De la otra parte, la marca de lo que faltó de lo que estuvo mal es un hecho, pero quizás con la intención de transmitir lo que le dolió o lo que esa persona sintió en ese momento. Ambas partes tienen mucho para aportar, pero no es la intención permitir la agresión, la queja, ni tampoco las excusas. En todo este proceso, lo simple es que se pondrán las emociones en la mesa, se expondrán abiertamente y cuidar las respuestas y las acciones es lo esencial. Si lo hacemos lo hagamos a conciencia.

Y frente al análisis de lo que se hizo y de lo que la otra parte sintió tomemos lo que dice este pequeño fragmento de Alejandra Baldrich: “No pudiste hacer otra cosa, porque no la hiciste. Todo lo que hiciste en el pasado es perfecto de acuerdo al nivel de conciencia que tenías en aquel entonces. Si ahora lo puedes ver diferente, celebra tu toma de conciencia, pero no le des gusto al ego, de controlarte con su arma más poderosa: la Culpa”.

Así que, para terminar sólo me resta transmitirles que de todo esto van a surgir emociones negativas, pero no dejemos que nublen los pensamientos o las acciones. Permítanse escucharse y repensarse para reparar en el caso que así sea los daños que se hayan hecho a los hijos, sin culpa, sin quejas; sino sabiendo que ellos en algún momento podrán serán padres o no, pero todo lo que aprendan de este proceso les servirá de mucho en su futuro.

Berenice Ruesjas

Lic. en Psicología MP 330

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