Nuevamente nos encontramos en el mes de la concientización para la Prevención del Suicidio, y en esta oportunidad decidí encarar un tema del que poco se habla y no existen políticas de regulación para alcanzar el control sobre sus grandes riesgos… Les voy a hablar del mundo digital y las distintas Comunidades Virtuales que existen en él.
Comencemos definiendo de lo que se trata una “Comunidad Digital o Virtual”. Es un grupo que reúne a personas por un interés común y un mismo perfil en cuanto a opiniones, experiencias y elecciones. Este grupo hace que las interacciones se den en un entorno en línea por el uso de un dispositivo, ya sea un móvil, computadora, Tablet, etc. Y lo que estas Comunidades brindan a sus usuarios es ese “Sentido de Pertenencia”, algo que muchos niños y adolescentes carecen en los entornos sociales donde se encuentran inmersos en su vida cotidiana, y por esa razón terminan allí buscando lo que el mundo real no les provee, sin saber que entran en riesgo.
¿Por qué hablar de mundo real? Es la manea que encuentro para hacerles ver que, con el crecimiento y alcance de la tecnología, el espacio creado de manera virtual, es eso, algo diseñado con inteligencia artificial atrapado en una pantalla que me hace creer algo que no es; pero que sí lo necesito y que, el mundo donde estoy físicamente junto a otras personas no me lo proporciona.
Seguramente muchos niños o adolescentes lo cuestionarán, porque para ellos esas personas existen, son reales. Lo que no saben distinguir es que no sabemos verdaderamente quiénes son o qué hacen en su vida, y al estar detrás de una pantalla o detrás de un “nickname” no los hace confiables y mucho menos personas con las que deban establecer una relación y una comunicación permanente.
Y ahí está el riesgo en su máximo esplendor cuando decido formar parte de una Comunidad Virtual. ¿Y saben por qué llegan ahí? Porque algo no está bien en su entorno social, algo les pasa, necesitan hablar con alguien, sentirse seguros de hablar con una persona que no los juzga o se burle, o simplemente porque alguien les enseñó que toda la información necesaria está allí. Entonces se sumergen en este mundo virtual que no te ve realmente y puedes ser quién quieras ser sin mostrarte físicamente, incluso puedes fingir ser otra persona.
Y estas Comunidades justamente les abren sus puertas y les brindan la contención que lógicamente pasa a ser el anzuelo para captarlos, y así sumergirlos en este mundo que comienza despacio a insertarlos para luego proponerles tareas o pruebas que, si logran cumplirlas la promesa es sumar los tan deseados seguidores y los likes que causan la tan prometida popularidad que no tienen en su mundo real. Pasan a ser genios, los mejores, a ser queridos por sus logros virtuales. ¿No les parece tentador para un niño o un joven que se siente triste y vulnerable?
Les pongo un ejemplo: Algunas adolescentes que no se sienten bien con su cuerpo y que comienzan a buscar consejos y ayuda para resolver esto, su celular hace la magia, sabe lo que necesitan, pero en realidad los algoritmos que se encargan de proveer toda la información sobre ese tema puntual, las hace llegar a una Comunidad Virtual que promete ayudarlas a resolver ese problema y lograr lo que tanto desean.
Al comienzo se sienten contenidas y guiadas, pero luego de un tiempo esas recomendaciones cambian, los consejos se transforman en una guía que culmina con riesgo en su salud física y mental, porque las van encaminando a tareas o desafíos complejos, siendo alguno de ellos dejar de alimentarse, autolesionarse ante el deseo de comer algo que puede provocar aumento de peso, y así van construyendo en estas personas pensamientos demoledores, sentimientos que afectan la autoestima, que repercuten en las relaciones con pares y familiares, ocasionado que ante tantos fracasos aparezcan pensamientos e ideaciones suicidas que marcan una premisa que comienzan a repetirse “nadie me quiere así, nadie me necesita, esta vida con este cuerpo no quiero, no puedo seguir así… y ahí aparece la decisión de terminar con la vida”.
Mientras esto pasa y está pasando, no debemos quedarnos quietos, siempre se puede llegar a tiempo o se puede prevenir y ¿cómo? Comenzando por acercarnos a nuestros niños y adolescentes, proponernos revisar con ellos el acceso al mundo digital, si no sabemos cómo, buscar ayuda e información. No nos quedemos en el control parental, también es necesario generar espacios de diálogo, de escucha, abrirnos a que nos enseñen sin sentir culpa o miedo. Con un control excesivo y rígido, con castigo e imposición no hago más que alejar a esa persona que necesita hablar, contención y una guía clara. Supervisar lo que hacen en las redes y con ellas es tarea de los adultos, padres, referentes, cuidadores, etc.
No les permitamos ser guiados por una pantalla y mucho menos por un mundo o una Comunidad Virtual, que sabe que mientras más vulnerables son más fácil es captarlos y exponerlos a grandes riesgos. Aclaro que esto no significa que todas las comunidades son riesgosas, pero no está de más revisar a dónde están o qué hacen en las redes nuestros hijos…
Berenice Ruesjas
Lic. en Psicología MP 330
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