Es una queja diaria. De los automovilistas, que deben usarla si o si, sin poder utilizar otras rutas alternativas. La Avenida Hipólito Irigoyen está cada día peor y la tan ansiada repavimentación no llega. En todas las cuadras es igual, pero en algunas es aun peor.
Es el caso de la avenida a la altura del 1600. Hasta hace poco una alcantarilla destruida era el principal terror de los que por allí conducen. Se arregló, pero eso no terminó con el problema. Porque el inicio de esa cuadra tiene un poco de todo: baches, desniveles, cemento encima de la cinta asfáltica y otras irregularidades sin resolver.
Conducir por esa zona es un desafío a las capacidades evasivas. Porque esquivar un pozo es, muy probablemente, toparse con un desnivel que hace saltar el auto. Todo eso sumado a la necesidad de estar atento a no colisionar con otro auto o encontrarse con los transeúntes que también deben agudizar la atención para sortear esos desafíos.
En el medio, los automovilistas se quejan de los daños que las irregularidades de la avenida provocan en los autos. Y no solo en la carrocería, sino en la estructura general. Por eso la mejora es impostergable, la repavimentación paso de ser una necesidad a una urgencia. La pregunta es ¿cuándo llegará?.
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