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SUSCRIBITE Miguel Mamaní es el ejemplo que, más allá de las circunstancias, ser un hombre de bien siempre se puede. Hace casi 40 años llegó al Hospital de Tilcara con golpes y una familia que lo abandonó a su suerte. En el Hogar del Sol lo recibieron, le dieron amor y contención.
Hoy tiene 41 años, es maestro mayor de obras, formó una familia y marcó un camino para otros chicos: “estudie la primaria en Reyes y la secundaria en la técnica de San Salvador”, aseguró orgulloso. A los 21 años, quiso saber que había pasado con su familia y buscó respuestas.
Se encontró con la dura realidad: su mamá lo golpeó y lo dejó en el hospital de Tilcara. “Quise conocer a mi familia. Y a pesar de todo, pude perdonarlos. Nosotros somos humanos y cometemos errores. Hay que saber pedir perdón. A mi Dios me perdonó macanas que me mande y como no perdonarlos a ellos”.
Hoy mantiene una relación fluida. Su madre vive en Alfarcito y él es el único de la familia que pudo estudiar. Con los años, formó una familia, tiene hijos y una vida normal: “construí mi casa al lado del hogar”, resaltó.
Hoy busca desesperadamente ayudar al Hogar del sol en la critica situación por la que atraviesan: “Es una tristeza saber cómo está el hogar. El pueblo es generoso y entiende las situaciones y hoy los jujeños debemos sumar y ayudar esta obra”, subrayó.
El Hogar del Sol es una institución cristiana Evangélica que alberga a niños huérfanos, abandonados y menores que por diversas situaciones de riesgo no pueden convivir con sus progenitores. Hoy necesita ayuda para cumplir el sueño de crecer, siendo un hombre de provecho, como lo es Miguel.
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