La fe es lo que los mueve. Y así pasan los días por los caminos de Jujuy, seguros que el destino los depositará en Salta, para vivir desde mañana la fiesta del Milagro, quizá la mayor muestra de fe del norte argentino. Son de pueblos salteños que deben cruzar Jujuy para llegar al destino.
Después de pasar varias ciudades y pueblos del norte jujeño, llegaron a San Salvador. Por la ruta 9, entraron a Ciudad de Nieva, para seguir su rumbo. Los de Iruya, un pueblo de la provincia de Salta cabecera de su departamento, ubicado a 2780 msnm, sobre los faldeos orientales de la sierra de Santa Victoria, a 307 km de la capital salteña, salieron la semana pasada.
“Llegamos el sábado y a la tarde entramos a la catedral”, dijo uno de los fieles, que aseguró que en cada ciudad siempre hay gente que se suma. “Todos los que tienen fe”, indicó. “Yo me uní en Maimara” dijo una caminante jujeña que quiere vivir la fiesta de la cristiandad.
Otro grupo de peregrinos es de Nazareno, una localidad situada en el departamento Santa Victoria al extremo noroeste de la provincia de Salta, en el límite con el Estado Plurinacional de Bolivia. Ellos salieron el jueves pasado y su destino está cerca.
Otros son de un poco más lejos, pero se unieron a la caravana que a su paso por la ruta, genera reacciones de admiración. “Vengo de Nazareno, pero soy de Hurlingham, en Buenos Aires”, dijo una de las mujeres que con cansancio a cuestas contó su experiencia.
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“Es mi segúnda peregrinación. La primera fue el año pasado y quedé muy contenta, ya que encontré algo interior que nunca me había sucedido. Empecé con mi marido para conocer la devoción por la Virgen”, aclaró.
El domingo es la celebración central. Fieles de todo el país llegan para honrar a la Virgen y el Señor del Milagro. El Triduo Solemne se realiza los días 13, 14 y 15 de Septiembre, culminando este último día con la procesión y renovación del Pacto de Fidelidad, convocando año a año a más de 800.000 personas.
Dice la tradición que el dominico fray Francisco Victoria envió desde España un santo Cristo, como obsequio a la iglesia de Salta. La imagen llegó flotando en un cajón al puerto de El Callao, Perú, junto a otro que contenía la imagen de la Virgen del Rosario. Allí la gente de la ciudad divisa los cajones flotando sobre las aguas y encuentra las dos imágenes. Nunca se supo del navío, ni de la tripulación que los traían. Cuando la comitiva llegó a Salta, se ubicó la imagen del Cristo en el Altar de las Ánimas. Pasaron 100 años y el Cristo quedó completamente en el olvido.
En septiembre de 1692 comenzaron los terremotos, la ciudad de Esteco quedó destruida; pero fueron evidentes los signos de protección para la ciudad de Salta. La gente desolada se dirigió hacia la plaza y quienes entraron en el tabernáculo pudieron observar la imagen de la Virgen caída de su hornacina, en actitud suplicante. En ese momento, el padre José Carrión sintió una voz que le decía que mientras no sacasen en procesión al Santo Cristo abandonado, no cesarían los terremotos.
Con dificultad bajaron la imagen y las campanas llamaron a la primera procesión en donde una multitud clamó misericordia, y acabaron los temblores. Entre aquellos primeros hombres y mujeres, y el Cristo y la Virgen se selló el Pacto de Fidelidad; un pacto que año tras año se renueva.
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