Un año sin el Padre Marcelo

También valorizó su acción pastoral, que la calificó como “orgánica”: “Nos llevó a trabajar como una verdadera comunidad, en donde cada uno sabe lo que debe hacer, pero a la vez, tenemos la misma tarea en todos los lugares”. Es por eso que rescató el trabajo conjunto, que les permite a los sacerdotes  jujeños desempeñarse de manera uniforme en diferentes parroquias, como una unidad.

“Recordamos sus viajes incansables. A la mañana podía estar en Tilcara, a la tarde en Yuto y a la noche en Pampa Blanca”, ejemplificó Ruiz con una sonrisa. “Es como si nos hubiera dicho: ‘Entrego mi vida por esta provincia, por esta diócesis y esta Familia’, reflexionó.

Con relación a la masiva despedida que recibió Palentini cuando falleció el año pasado, Ruiz ratificó que era una reacción prevista: “Era de esperar, ahí vimos la acción de gracias de un pueblo. Un pueblo que llegó a amar a este hombre y sentir el dolor de su pérdida. Se fue bastante joven”, consideró.

A pesar de que el párroco no se sorprendió de la convocatoria que tuvo la partida de Palentini, jamás imaginó la magnitud de personas que se acercaron a darle su adiós: “No me esperaba tanta gente y tanta expresión de dolor de distintos ámbitos”, manifestó.

Por último remarcó que a nivel nacional, Palentini es recordado permanentemente en el ámbito eclesiástico, como un pastor influyente y trabajador, que dedicó su vida, en cuerpo y alma, a las comunidades que le tocó visitar.