Nueve años de trabajo y 5.250 millones de dólares después, Panamá inauguró este fin de semana la nueva cara de su famoso canal interoceánico, siguiendo los pasos de su hermano africano, el egipcio Canal de Suez, que el año pasado desplegó con bombos y platillos su faraónica ampliación.
Se trata de la más ambiciosa empresa del país centroamericano para impulsar su economía en momentos difíciles en el comercio marítimo mundial.
En la era de los supercargueros NeoPanamax, Panamá se embarcó en la ampliación de su exclusiva obra en 2007, y este domingo, al ritmo de Rubén Blades abrió las nuevas esclusas para que avance un gigantesco buque chino, bautizado para la ocasión como “Cosco Shipping Panama” (de 48,2 metros de ancho y 300 metros de eslora), el primero en surcar los 80 km de la vía entre el Mar Caribe y el Océano Pacífico saludado por miles de panameños en clima de fiesta nacional.
Nueve horas después el “Cosco” llegó al Pacífico tras franquear la esclusa de Cocolí, al son del himno nacional panameño y ante unas 15.000 personas.
El presidente de Panamá, Juan Carlos Varela, que calificó al modernizado canal como "la ruta que une al mundo", encabezó las celebraciones en Cocolí. En su mayoría vestidos de blanco, numerosos dignatarios, entre ellos la presidenta de Chile Michelle Bachelet, acompañaron en el palco al mandatario.
Estados Unidos, que construyó el canal original, inaugurado en 1914 y aún en funcionamiento, estuvo representado por Jill Biden, esposa del vicepresidente Joe Biden.
Las dos primeras potencias del mundo son los principales clientes de vía: Estados Unidos y China. La expansión del Canal comenzó en 2007, terminó dos años después de lo previsto y tuvo un costo de al menos 5.250 millones de dólares.
Problemas laborales y fricciones con el consorcio constructor lastraron las obras. Aún están pendientes de resolución varios reclamos de los constructores que piden a Panamá varios cientos de millones de dólares de pagos adicionales.
La fiesta del domingo estuvo ajena a ello. Los panameños se concentraron en celebrar el hecho de que en adelante el 98% de los buques del mundo podrán pasar por el Canal. Ahora la vía podrá dar paso a los cargueros Neopanamax, que transportan cada uno hasta 14.000 contenedores, casi el triple de la capacidad de los cargueros que hasta este domingo podían utilizar el Canal. La expansión permitirá también que sea incluido en la lucrativa ruta de los buques que transportan gas líquido.
Panamá espera triplicar los ingresos que recibe anualmente por el Canal y que actualmente son de mil millones de dólares.
La ampliación consistió en la construcción de un tercer carril (un dragado de más de 150 millones de metros cúbicos de material) con nuevos juegos de enormes esclusas, uno en el Pacífico y otro en el Caribe, además de otras adecuaciones.
Según las previsiones, en la próxima década pasarán por la ruta 600 millones de toneladas de mercancía al año, el doble que en la actualidad.
Por el Canal de Panamá han cruzado más de un millón de barcos desde que fue inaugurado por Estados Unidos en 1914.
Este lunes fue el turno del buque neopanamax, con gas licuado de petróleo (GLP), el Lycaste Peace, de bandera panameña y propiedad de línea Nippon Ysen Kaisha (NYL Line), en transitar regularmente por el tercer juego de esclusas del Canal.
El Lycaste, procedente de Houston (EE.UU) y con destino en Hitachi (Japón), ingresó a las 06:00 hora local a la esclusa de Agua Clara, en el sector Atlántico, para salir por la esclusa de Cocolí, en el Pacífico, unas siete horas después.
Para los próximos meses ya hay reservas de 170 buques para transitar por el ensanche, la mayoría portacontenedores, el segmento que representa casi el 50 % de los ingresos de la vía interoceánica. Panamá busca ahora competir con otras rutas, como la de Suez, en Egipto.
El país centroamericano se embarcó en la expansión del canal ocho años después de que la vía interoceánica, por donde pasa entre el 5% y el 6% del comercio marítimo mundial, le fue transferida por Estados Unidos el 31 de diciembre de 1999, y un siglo después de que los norteamericanos la abrieran a través de una zanja de 80 kilómetros entre el Atlántico y el Pacífico.
Con todo, la inauguración llega en momentos en que el transporte marítimo mundial está deprimido debido a la caída de los precios del petróleo, una desaceleración económica en China, y otros factores que han afectado el tráfico de la vía acuática y los ingresos. Suez, por ejemplo, recientemente redujo las tarifas hasta 65% en el transporte de contenedores grandes en un intento de atraer barcos y mantener su tráfico.
Aunque las autoridades prevén aumentar el comercio entre Asia y los puertos en la costa atlántica de Estados Unidos, quedan dudas debido a que no todos los puertos están preparados para manejar los enormes buques de carga de la clase NeoPanamax.
El volumen neto de carga a través del canal de la costa oriental de Asia hacia Estados Unidos cayó un 10,2% en 2015, según estadísticas oficiales.
Pero Manuel Benítez, subadministrador del canal de Panamá, dijo que prefieren ver las cosas a futuro y subrayó los beneficios que daría la obra a la economía de escala mundial, al acortar tiempo y costos a las grandes embarcaciones.
"Estas son cuestiones cíclicas; el mercado se va a volver a recomponer, y para cuando vayamos de nuevo en el ciclo de arriba, el naviero va a hacer plata y el canal de Panamá va a hacer plata\, pronosticó.
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