El gobernador instó a los residentes de localidades previamente impactadas y que podrían estar nuevamente expuestas a las lluvias a que permanezcan en los refugios, y solo regresen a inspeccionar sus hogares una vez que las autoridades confirmen que es seguro hacerlo, garantizando la integridad de sus vidas.
Equipos de rescate tratan de llegar a los lugares más lejanos para asistir a las personas.
El gobernador enfatizó que este no es el momento adecuado para regresar a los hogares ni para permanecer en las áreas afectadas. Además, alertó sobre el impacto que las nuevas lluvias tendrán en numerosos municipios y en la zona metropolitana de la capital, Porto Alegre, donde se anticipan deslizamientos.
El estado de Rio Grande do Sul ha sido el más afectado por las precipitaciones en Brasil, con un saldo de al menos 95 personas fallecidas, mientras que en el estado vecino de Santa Catarina se reportó una víctima mortal.
En conjunto, ya son 1,5 millones de individuos que enfrentan escasez de alimentos, medicamentos y servicios esenciales como electricidad, de los cuales alrededor de 160.000 se encuentran alojados en residencias de amigos o familiares, y otros 48.799 en refugios temporales establecidos por las autoridades.
Shirley Martins da Costa, de 65 años, quien ahora se enfrenta a la tarea de reconstruir su vida desde cero, es una de las personas refugiadas en estos centros de acogida.
Una familia busca consuelo tras perderlo todo.
Esta mujer, quien padece diabetes y vive con una colostomía, experimenta por segunda vez las repercusiones de las inundaciones. El barrio donde residía en Navegantes, Farrapos, ya había sido afectado por las lluvias el año pasado.
“Todos decían que el agua estaba llegando, pero yo no lo creía (...) pero como tengo varios problemas de salud pensé que sería mejor irme antes que esperar a que llegara el agua”, aseguró a la agencia de noticias EFE.
Actualmente, se encuentra en calma junto con otras 499 personas en un complejo deportivo en el vecindario Menino Deus, donde las autoridades han asegurado que no habrá inundaciones a pesar de que varias vías adyacentes están completamente inundadas.
“Pero cuando esto acabe vamos a salir con una mano adelante y otra atrás”, advirtió esta mujer que espera volver a tener un hogar con la ayuda del Gobierno regional. “Yo no necesito una casa grande. Yo vivo sola, con una buena pieza y un baño ya sería suficiente”, agregó.
Eva Maria Carvalho llora en un albergue de evacuados.
En los últimos días, las inundaciones en el sur de Brasil han impactado alrededor de 80 comunidades indígenas, forzando a 466 familias de pueblos originarios a abandonar sus aldeas o áreas de residencia, según indicaron fuentes oficiales este martes.
Según la Fundación Nacional del Indio (Funai), alrededor de 1.846 familias indígenas han sufrido directamente las consecuencias de las inundaciones, mientras que otras 5.415 han sido afectadas de manera indirecta, principalmente de las etnias kaingang y charrua.
Al menos 47 aldeas, 14 áreas de Tierras Indígenas y una reserva de estos dos pueblos fueron afectadas por el mayor desastre natural registrado en la historia de Rio Grande do Sul, estado situado en el extremo sur de Brasil, limítrofe con Argentina y Uruguay.
Una imagen comparativa de la crecida del rio Taquari, en Rio Grande do Sul.
Además de las 466 familias que se vieron obligadas a abandonar sus comunidades para escapar de las inundaciones, otras 148 están aisladas en la Tierra Indígena Río da Várzea, ubicada en el municipio de Liberato Salzano, debido a la destrucción de las únicas vías de acceso.
La Articulación de los Pueblos Indígenas de la Región Sur difundió en su página web un mapa que muestra la ubicación de las comunidades afectadas por las lluvias desde el pasado jueves.
Además de las etnias kaingang y charrua, que han sufrido los mayores daños, otros grupos afectados por el desastre meteorológico son los guaraní mbya y xokleng, presentes en comunidades dispersas en 49 municipios distintos.
Las comunidades más afectadas, ambas pertenecientes al pueblo guaraní mbya, se encuentran en la zona metropolitana de Porto Alegre, la capital de Rio Grande do Sul, donde numerosos vecindarios se vieron inundados debido al aumento del río Guaíba.
Personas trasladadas en un tractor.
Según la organización, los indígenas afectados necesitan con urgencia colchones, mantas, lonas y, sobre todo, provisiones de alimentos y agua potable.
Marcos Kaingang, designado por el Ministerio de los Pueblos Indígenas como secretario nacional de Derechos Territoriales Indígenas, ha sido enviado a Rio Grande do Sul para liderar las labores de asistencia a las etnias afectadas. Él enfatizó que la principal preocupación radica en las comunidades que permanecen aisladas y en las familias alojadas en iglesias, escuelas y polideportivos debido a las lluvias e inundaciones en Rio Grande do Sul.
“Nuestro papel como representantes del Ministerio de los Pueblos Indígenas es buscar los medios y apoyos necesarios, como cestas de alimentos, que es la primera demanda de estas familias, así como medicinas y artículos de higiene personal”, afirmó Kaingang citado en un comunicado del Ministerio.
El funcionario aseguró que el Ministerio está haciendo esfuerzos para garantizar que los pueblos indígenas sean incorporados en las iniciativas de ayuda humanitaria, evitando así que sean ignorados o excluidos de las campañas de asistencia.
Una mujer es evacuada en Porto Alegre.
El Gobierno brasileño comunicó este martes que importará un millón de toneladas de arroz para contrarrestar los perjuicios ocasionados a la producción por las severas inundaciones que han golpeado al estado sureño de Rio Grande do Sul, el principal productor de este cereal en el país.
El ministro de Agricultura, Carlos Fávaro, anunció que se está elaborando un decreto para autorizar la importación de arroz con el objetivo de asegurar el suministro y evitar el aumento de los precios.
Previamente, el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, adelantó que el Gobierno estaba planeando importar arroz y frijoles para contrarrestar la disminución en la producción.
“Si es necesario, para equilibrar la producción, tendremos que importar arroz, tendremos que importar frijol, para que podamos poner sobre la mesa del pueblo brasileño un precio que sea compatible con lo que gana”, dijo Lula en una entrevista a una red de radios públicas.
Una imagen aérea que muestra las inundaciones en Rio Grande do Sul.
El arroz es el producto que genera mayor preocupación, ya que Rio Grande do Sul aporta el 68% de la producción nacional de este cereal, aproximadamente 10,2 millones de toneladas al año.
La cosecha de este año ya había sido recolectada en la mayor parte de la región, pero las lluvias y las inundaciones han provocado daños en los campos donde aún estaba en curso y también en los silos de almacenamiento del grano, según lo informado por la Federación de Agricultura de Rio Grande do Sul (Farsul) este martes.
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