Espionaje. 

Mayordomo del Papa reveló tremendas internas del Vaticano

Fue asistente personal de Benedicto XVI. Filtró a la prensa una enorme cantidad de material personal del papa y de varios delitos dentro del Vaticano.

Que las intrigas palaciegas del Vaticano son salvajes no hay duda alguna. Es por eso que un Papa debe tener quien le cuide las espaldas. Pero, a veces, ni eso alcanza cuando la puñalada viene por parte de aquel encargado de velar por el cuidado del Sumo pontífice. Eso mismo le pasó a Benedicto XVI con su mayordomo personal, Paolo Gabriele, quien fue a la cárcel por filtrar a la prensa una descomunal cantidad de documentos privados del Santo Padre, los cuales revelaban la lucha de poder y las miserias dentro de Roma.

El escándalo ocurrió en el año 2012, cuando comenzaron a publicarse en medios italianos extractos de la correspondencia privada del entonces papa Benedicto XVI. La primera fue del nuncio apostólico en Estados Unidos, monseñor Carlo María Viganó, en las que denunciaba la “corrupción y la mala gestión” en la administración vaticana.

Si bien era grave, más grave aún era la filtración de una carta que se suponía era del orden íntimo de la correspondencia papal. La presunción sobre posibles filtraciones de información aún más sensible fue acertada. En las semanas siguientes aparecieron informes sobre cardenales masones, una serie de cartas dirigidas por algunos obispos al Papa que los comprometían como encubridores de casos de pederastia, un apunte súper secreto del propio Benedicto lamentándose porque su nuncio en Alemania no fuese más enérgico con la canciller Ángela Merkel.

Había más. Aparecieron menciones a un escándalo de prostitución con menores que parecía involucrar al ex premier italiano Silvio Berlusconi, y otro informe que detallaba la fuerza de un lobby gay en la Curia, en el que se mencionaba una villa en las afueras de Roma para los prelados e incluso chantajes a obispos homosexuales.

Además de los delitos de encubrimiento de la pedofilia, los documentos vaticanos revelaban también una falta de transparencia financiera en casi todas las normas internacionales contra el lavado de dinero o denuncias de corrupción sobre algunos prelados que cobraban para agilizar acercamientos con el entonces papa Benedicto.

Benedicto XVI nombró a un consejo de tres cardenales encargado de investigar la filtración de documentos en marzo de 2012. Encabezó la comisión el cardenal español Julián Herranz, superior del Opus Dei, que estaba autorizado a compartir información con los fiscales del Vaticano que investigaban a la burocracia de la Santa Sede.

"Infiltrado del Espíritu Santo"

El 24 de mayo la policía registró la casa de Gabriele, donde vivía con su mujer y sus tres hijos. Después de ocho horas, se llevaron ochenta y dos cajas de documentos, algunos originales y muchos fotocopiados, dos discos rígidos, un cheque por cien mil euros a nombre de Ratzinger firmado por la Universidad Católica de Murcia y varias pepitas de oro, donaciones ambas al Papa, y una edición muy valiosa de la Eneida, la epopeya latina narrada por Virgilio, edición de 1581.

Gabriele fue a la cárcel, donde confesó el robo de los documentos, y su cesión a la prensa. Dijo que él era un “infiltrado del Espíritu Santo” en la Santa Sede y que todo lo que había hecho fue en beneficio de Su Santidad, para ayudarlo en su lucha contra “los malignos” y porque veía a Benedicto XVI “mal informado”.

La justicia lo sometió a dos pericias psiquiátricas que revelaron a “un sujeto sugestionable y socialmente peligroso”, en el lenguaje del periodista Giacomo Galeazzi, de La Stampa de Turín. “una mezcla desconcertante de ingenuidad, tonos apocalípticos y sugestiones de chifladura”.

El 13 de agosto fue acusado por robo agravado y para el 6 de octubre fue declarado culpable de todos los cargos y condenado a tres años de cárcel, reducidos por los atenuantes presentados por la defensa a dieciocho meses de reclusión. Ya en la cárcel, el 26 de agosto recibió al papa Benedicto que fue a llevarle su perdón y el indulto espiritual al menos.

Sin embargo, la olla que se destapó por culpa de dicha filtración derivó en la renuncia de Benedicto XVI al trono de Pedro, que ocurrió el 28 de febrero de 2013, menos de un año después. Gabrielle, que salió del ojo público, murió en diciembre del año pasado.

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