La promoción del desarrollo se nutre de la sinergia entre los recursos naturales, la trama productiva y el conocimiento. Ganar márgenes de acción en un mundo difícil y cambiante implica el desafío de construir capacidades a nivel nacional con un Estado cada vez más federal y con la capilaridad suficiente para no dejar de lado ninguna buena idea sin importar desde el lugar donde se proponga.
Claves para el desarrollo: la soberanía de decidir hacia dónde vamos
Por Fernando Peirano, presidente de la Agencia I+D+i
Nuestro país tiene un potencial aún no aprovechado. Y en muchos casos, aprovecharlo requiere más de combinar que de reemplazar o sumar. El desarrollo por combinación se produce a partir de la articulación de tres piezas claves con las que contamos: los recursos naturales; la tradición productiva que tiene nuestro país y un tercer eje, que nos distingue: contar con la plataforma científico-tecnológica más importante de América Latina. El desarrollo toma impulso cuando logramos combinar estas piezas. Porque en la combinación logramos superar cuellos de botella y obstáculos estructurales que explican por qué la apuesta aislada por alguno de estos vértices a espalda de los otros no lograron las promesas iniciales.
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Las políticas públicas de promoción buscan, justamente, que cada uno de estos elementos se fortalezcan, se combinen y, sobre todo, que se encuentren. De esta manera el país comienza a tener mayores márgenes de acción en un mundo muy complejo. Un margen de acción que se reduce a la mínima expresión cuando nos sobreendeudados, cuando no tenemos capacidad de decisión. En contraposición, se amplía cuando la creatividad, el empeño y el trabajo abren horizontes y oportunidades. Esta es una nueva forma de ver la soberanía que es la soberanía sobre nuestro futuro, no sólo sobre el territorio y sus atributos. Es la soberanía de poder decidir hacia dónde vamos.
El Gobierno nacional y el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, a través de la Agencia I+D+i, tienen la misión de promover la resolución de necesidades sociales y desafíos productivos a partir de la ciencia, la tecnología y la innovación. Una institución que se ha puesto de pie con la capacidad de apoyar de forma simultánea a 9 mil proyectos. Una institución que brinda una plataforma de soporte a más de 6 mil iniciativas en Ciencia, marco en el cual 25 mil investigadores/as y 800 becarias/os despliegan su trabajo. También acompañamos a 1.700 pymes y cooperativas con instrumentos que permiten aliviar los costos y los riesgos que implica desarrollar tecnología. Este es un gran subsistema que estamos ampliando, con la combinación de las iniciativas de gobernadores y la comunidad de cada provincia, de cada territorio.
Ya son 17 las provincias que articulan sus entidades provinciales de promoción de la innovación con las acciones de la agencia nacional y en muchos casos avanzamos a una alianza donde co-invertimos para generar nuevos fondos de apoyo al desarrollo tecnológico y la innovación local. Y abrimos las puertas de la agencia nacional para contar cómo trabajamos y así multiplicar experiencias que funcionan luego de décadas de aprendizaje. Casi 100 técnicos provinciales están completando el programa de formación que pusimos en marcha.
Un cambio institucional importante porque ninguna buena idea puede quedar de lado si queremos superar las limitaciones del presente y ganar un dinamismo que solo puede alcanzarse a partir de esfuerzos distribuidos y compartidos. Este federalismo concertado nos hace crecer como Agencia al reinventar el vínculo entre nación y provincia. Y nos permite enriquecernos y fortalecernos al momento de seleccionar las mejores iniciativas porque incorporamos una evaluación situada y bien informada sobre las condiciones de cada contexto donde las propuestas buscan abrir nuevos caminos. Entonces, a partir de esta nueva dinámica, ¿Tenemos o no la tecnología que necesitamos? ¿Están o no están las capacidades científicas y las capacidades productivas? Creo que están, que las tenemos. Tengo la suerte de recorrer el país y comprobar que la clave está en no buscarlas en Buenos Aires. El desarrollo no nace ni va a venir solo desde Buenos Aires. Hay que pensar el federalismo en una clave distinta. Dejar atrás esa imagen donde el Estado nacional lleva desde Plaza de Mayo soluciones a cada rincón del país. Hoy el impulso al desarrollo se está gestando en muchos lugares y tenemos que ser capaces de identificarlo, apoyarlo, cultivarlo y nacionalizarlo.
Frente a cada necesidad necesitamos una nueva idea, una solución creativa que saque provecho de todo el potencial de nuestra ciencia y tecnología. Y junto a cada nueva idea necesitamos un sistema de promoción que permita que se desarrolle y convierta en un proyecto robusto para derivar en nuevos productos y mejores empleos.
Estamos viendo una Argentina con capacidad de hacer, de inventar y de interpelar.
Hay una Argentina que crece en la economía basada en el conocimiento, que incorpora a nuevos empleos y debemos apuntalarla. El desarrollo es potenciar. Tenemos decenas de campeones invisibles, que son esas empresas muy buenas en lo suyo, que quizás no tienen una marca conocida para el consumidor final. Sin esas pymes no hubiésemos podido de ninguna manera multiplicar por cinco las camas de terapia intensiva con la mejor tecnología en respiradores de alta complejidad, tener barbijos inteligentes, fabricar hisopos que solo se producían en Estados Unidos y en Italia, entre muchos otros ejemplos. La misma química social que se combinó para que lleguemos más lejos que nunca antes en el desarrollo de una vacuna, en esta oportunidad a ritmo récord, para neutralizar al Covid. Hay muchos campeones y los tenemos que potenciar y hacer visibles. Esas cooperativas y empresas, esos empresarios junto a sus trabajadores, tienen que ganar una voz pública expresada a partir de sus aportes creativos, sus esfuerzos cotidianos y sus logros productivos y sociales.
Sin una trama social bien articulada, sin capacidades productivas y tecnológicas, el dinero de los presupuestos públicos es inerte, no es más que un número en una planilla. Tenemos que contar con la capilaridad suficiente para advertir esa Argentina que adquiere otro dinamismo y que es nuestra salida por arriba del laberinto.
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