Del informe de la Universidad Católica Argentina, con datos del tercer trimestre del 2020, surge que 20,3 millones de personas, el 44,1% de la población Argentina, se encuentran bajo la línea de la pobreza y no pueden acceder a todos los alimentos básicos, al sistema de salud y a la vivienda digna. Unos 2,7 millones, a su vez, están sin empleo.
En la población infantil se dan los índices más elevados de pobreza por ingresos (llega al 64,1% en los menores de 18 años) y de déficit en diferentes dimensiones que hacen a la calidad de vida.
Un 64,1% de los menores de 18 años vive en hogares donde el dinero que ingresa no le alcanza a la familia para procurarse un conjunto básico de servicios y bienes materiales; es decir, son personas pobres por ingresos.
Y si se considera a los niños y adolescentes que, además de estar en esa condición, sufren algún déficit de acceso a derechos sociales considerados primarios (como habitar una vivienda de cierta calidad, contar con servicios como el de agua corriente, vivir en un hábitat saludable o asistir al sistema educativo), los afectados son el 60,4% del total.
Un año atrás, esos indicadores, de pobreza por ingresos en el primer caso y de pobreza multidimensional en el segundo, eran de 59,5% y 54,6%, respectivamente, siempre considerando a la población de 0 a 17 años de edad.
Los datos son el reflejo estadístico del empeoramiento de las condiciones de vida que sufren cientos de miles de personas en un año de pandemia y muy fuerte caída de la actividad económica y del empleo en el que, además, no cedieron viejos problemas de la Argentina, como la inflación.
Son números que surgen de una nueva edición de la encuesta del Observatorio de la Deuda Social (ODSA) de la Universidad Católica Argentina (UCA), que abarca a un conjunto de centros urbanos (no es equiparable, por su alcance, a la medición del Indec). Los resultados también muestran que la indigencia en niños y adolescentes (viven en hogares donde el ingreso no alcanza siquiera para la alimentación más básica) llegó este año a 16%, mientras que en 2019 era de 14,8%.
Una de las conclusiones del trabajo, que contempla datos correspondientes al cuatrimestre comprendido entre julio y octubre, es que el 44,2% de la población total está bajo la línea de pobreza en los centros urbanos representados por el relevamiento; es un índice superior al de 2019 (entonces fue de 41%), un año en el que había tenido una suba significativa desde el 34% de 2018. En rigor, con pandemia y cuarenta de por medio, todos los indicadores sociales y del mundo del trabajo registraron un deterioro, en un escenario social que ya estaba debilitado.
El índice de población de todas las edades con pobreza multidimensional (población con insuficiencia de ingresos y con al menos una carencia de derechos sociales) resultó de 41%, contra el 37,5% de un año atrás.
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