Hace un tiempo me puse a pensar en nuestra población adolescente y en las conductas de riesgo que se repiten constantemente, a pesar de toda la información que puede circular pareciera que nada es suficiente para resolver ese malestar.
Si detallamos algunos de esos indicadores nos vamos a encontrar siempre con los mismos denominadores comunes; grupos sociales con conflictos recurrentes donde el bullying es moneda corriente y los enfrentamientos siempre se producen en las redes sociales. Lamentablemente nuestros adolescentes no pueden darse cuenta por sí solos el riesgo al que se exponen, tampoco pueden encontrar solos la forma de resolver los conflictos o situaciones de acoso o malestar que suelen sufrir. Y el resultado termina siendo el aislamiento, donde permanecen en silencio y soledad sin buscar ayuda.
Acá me detengo y pregunto ¿Cómo podríamos evitar que estos sucesos continúen repitiéndose sin parar? ¿Existe solución? Puedo afirmarles que sí hay solución, pero ésta no depende de un tercero que genere acciones para que desde afuera todo cambie. Por el contrario, los actores de todo cambio somos todos los que intervenimos en el contexto en el que está inmerso ese adolescente, no hay un único responsable y como siempre digo es “Trabajo de Equipo”.
Si queremos que las cosas mejoren, el punto de partida está en cada uno de nosotros, como personas, que también cumplimos otros roles como el de padres, educadores, docentes, profesionales, etc. Una herramienta fundamental es el diálogo y la escucha atenta para acercarnos y conocer lo que les está pasando. Y si ya han implementado esto, el siguiente paso será la práctica de la “Inteligencia Emocional”.
Pero antes de empezar debo preguntarles si es que saben de lo que hablamos cuando decimos “soy una persona con Inteligencia Emocional”. Quiere decir que cuento con la capacidad o habilidad de conocer y reconocer mis propias emociones, para luego poder reconocerlas en otras personas y aprender a manejar mis sentimientos, guiando mi conducta y ajustando mis respuestas al medio social, logrando desenvolverme eficazmente con los demás y frente a posibles conflictos sociales poder sostener un comportamiento adecuado.
Para desarrollar esta herramienta requiero de un referente que me acompañe y enseñe sobre cómo poner en práctica las cinco habilidades que la componen.
Comencemos con la primera habilidad el Autoconocimiento, ejercicio que todos podremos poner en práctica al identificar las emociones, lo que sentimos y cómo nos sentimos, primer paso fundamental para luego poder aprender de la segunda habilidad, la Autorregulación. Primero debo reconocer una emoción para luego poder controlarla y desarrollar la tolerancia a la frustración, algo que sucede constantemente y suele colocarnos en una posición donde la emociones a veces dominan a la conducta. Pero si logro enfocar esas emociones en objetivos claros, podre sostener la motivación y desarrollar así la siguiente habilidad que es el desarrollo de la Automotivación, ese motor que me permite seguir intentando a pesar de que nada sale como uno espera, que me hace sentir mal, pero a la vez me enseña a ser constante y paciente.
Si un adolescente es educado bajo estas habilidades podrá de esa forma reconocer muchas situaciones difíciles con sus pares y esto evitará que se coloque en una posición de enfrentamiento o de prejuicio buscando molestar al otro.
Una vez logrado esto las siguientes habilidades se desarrollarán con mayor facilidad porque ya tenemos las bases. Ahora sería el turno de la Empatía, capacidad para poder pensar lo que a la otra persona le está sucediendo y buscar la forma de ayudarla evaluando lo que yo mismo haría, es decir ponerme en el lugar del otro. Y luego sería el turno del desarrollo de las Habilidades Sociales, ese conjunto de conductas que nos permiten desenvolvernos eficazmente en sociedad, pudiendo relacionarnos con otros comprendiendo lo que les sucede y resolviendo situaciones conflictivas usando la comunicación asertiva.
Ahora imaginemos un adolescente que no fue educado con estas habilidades y que se encuentra diariamente con un grupo de pares que se burlan y lo hostigan constantemente. Si desde el hogar él no ha aprendido a validar sus emociones, sino más bien a ocultarlas ¿Qué podremos esperar entonces? Es muy probable que su capacidad de resolución frente a este conflicto no sea la adecuada, y posiblemente la solución hallada sea el aislamiento, el encierro, el desinterés, haciendo que paulatinamente ingrese en estados de profunda tristeza y desconfianza, sin poder encontrar ayuda y mucho menos un espacio donde hablar de lo que le sucede y siente. Muchas veces por estas situaciones los adolescentes recurren a conductas de riesgo y el intento suicida se vuelve un recurso que les da alivio.
Sabiendo todo esto ¿podremos comenzar ahora a ser agentes de cambio activos desde el lugar que nos corresponda, poniendo en práctica el desarrollo de la Inteligencia Emocional para que nuestros adolescentes puedan construir una personalidad que alcance seguridad, confianza y habilidad para resolver cualquier situación social logrando identificar esas situaciones de riesgo, ya sea para acompañar a alguien que lo necesite o para saber pedir ayuda a tiempo? Recordemos que ellos evolutivamente están en crecimiento y construcción personal por eso siempre nos necesitan…
Berenice Ruesjas
Lic. en Psicología
MP 330
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